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Heineken abandona Rusia tras vender sus actividades por un euro simbólico al grupo ruso Arnest

La marcha definitiva del país ocasiona al gigante cervecero holandés unas pérdidas de 300 millones de euros

Heineken
Vaso de cerveza Heineken en un bar.
Isabel Ferrer

La multinacional cervecera holandesa Heineken se marcha definitivamente de Rusia. La compañía tenía siete cervecerías y 1.800 empleados en el país, y en 2022 anunció la retirada de los productos de su marca después de la invasión rusa de Ucrania. Este viernes, ha completado su salida con la venta de sus actividades por el precio simbólico de un euro al grupo industrial ruso Arnest, que no figura en las listas de sancionados por la guerra. La operación supondrá unas pérdidas de 300 millones de euros e implica la eliminación progresiva del comercio de la marca Amstel, propiedad de Heineken International, a lo largo de los seis próximos meses.

Una de las condiciones para la venta era que se siguieran elaborando algunas marcas de cervezas regionales, más pequeñas, durante otros tres años. El paso se considera necesario para garantizar la continuidad de negocio y la aprobación del acuerdo, según explican fuentes de Heineken. De todos modos, la compañía no recibirá por ello ingresos, regalías o bien otras sumas de Rusia y tampoco apoyará esas marcas. En virtud del acuerdo, el grupo Arnest —un conglomerado de empresas de envases, productos para el hogar y cosméticos— pagará a plazos unos 100 millones de euros de deuda corporativa. También asegura el puesto de trabajo a los 1.800 empleados durante los tres próximos años. “Hemos completado nuestra salida de Rusia”, ha declarado Dolf van den Brink, director ejecutivo de Heineken, en el comunicado donde la firma explica los pormenores del acuerdo.

La cervecera abandona Rusia en mejores condiciones que la danesa Carslberg, cuya participación en una empresa local, Baltika Breweries, fue expropiada este mismo julio por el Estado. Otro tanto ha ocurrido con la filial rusa del fabricante francés de yogur Danone. Ambas compañías habían puesto a la venta sus activos en Rusia por la guerra en Ucrania. El pasado abril, las sucursales rusas de la firma alemana de energía Uniper y de su homóloga finlandesa Fortun Oyj, quedaron a su vez bajo control estatal. El Kremlin ya advirtió entonces que podría incautar más activos occidentales en represalia por “los movimientos extranjeros contra las firmas rusas fuera del país”.

Heineken anunció en marzo de 2022 que se proponía retirarse de Rusia, pero la venta ha resultado compleja y lenta. En marzo pasado, un informe de la plataforma holandesa de periodismo de investigación Follow the Money destapó el lanzamiento de al menos 61 productos nuevos en Rusia. Incluía nuevas variedades de la marca Amstel y el paso fue aprobado por la oficina central de la multinacional.

Primero, esta negó las alegaciones. Después las reconoció en un comunicado admitiendo a su vez que el proceso de desvinculación de sus negocios rusos no habían comenzado aún. Ante la pérdida de imagen por las críticas recibidas, justificó la maniobra por la necesidad de “evitar la liquidación”. En abril de 2023 dijo que había encontrado un comprador y esperaba la aprobación de las autoridades rusas para la venta, anunciada ahora. “Aunque ha llevado más tiempo del calculado, se asegura el puesto a nuestros trabajadores y nos facilita una marcha responsable”, según Van den Brink.

Heineken ha cumplido 150 años y ha estado presente en Rusia durante dos décadas, en un mercado considerado difícil. El acuerdo actual no contempla opciones de recompra, de modo que la multinacional da por terminada su presencia rusa. “Es muy duro decirle adiós a 1.800 colegas. No hay ganadores”, ha asegurado Van den Brink.

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