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Auditores que copiaban en el examen de ética: estas fueron las trampas que le han costado una multa récord a EY

La sanción de 100 millones de dólares de la SEC es la mayor que ha impuesto a una firma auditora

El logo de EY en unas oficinas de la firma.
El logo de EY en unas oficinas de la firma.ARND WIEGMANN (REUTERS)
Miguel Jiménez

Para una firma de auditoría, hacer trampas es el colmo. Hacerlas además en un examen de ética, es el colmo de los colmos. La Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos (la SEC, por sus siglas en inglés) ha impuesto una multa de 100 millones de dólares (95 millones de euros) a EY por las trampas que de forma sistemática hacían sus profesionales para aprobar los exámenes y que la dirección de la firma ocultó al supervisor. Es la mayor multa impuesta por la SEC a una auditora.

El organismo supervisor con sede en Washington anunció este martes la sanción. El análisis del expediente da cuenta de cómo a lo largo de los años numerosos auditores de EY han ido aprobando con trampas sus exámenes de ética y de formación continua, necesarios para obtener y renovar la acreditación como auditor. Inicialmente, se aprovecharon de un fallo en el software de la empresa que permitía lograr el aprobado con contestar bien tan solo una pregunta, según se explica en la orden que pone fin al expediente. Después, simplemente unos auditores les iban pasando a otros las respuestas correctas, a veces por email.

“Es sencillamente indignante que los mismos profesionales responsables de detectar las trampas de los clientes hicieran trampas en los exámenes de ética, nada menos”, señaló en un comunicado Gurbir S. Grewal, director de la División de Cumplimiento Normativo de la SEC.

El expediente explica que EY recibió un primer soplo interno en diciembre de 2014 que revelaba que los auditores estaban aprovechando un fallo en los programas para realizar los exámenes. Eso les permitía aprobar sin haber contestado correctamente a un número suficiente de preguntas. “Esta vulnerabilidad permitía que los examinados lograran una puntuación de aprobado con contestar correctamente tan solo una pregunta”, se explica en el expediente.

Advertencias inútiles

En ese momento, una investigación interna de la firma concluyó que desde 2012 a 2015, más de 200 profesionales de auditoría de EY en múltiples oficinas explotaron este fallo para aprobar los exámenes. EY tomó medidas disciplinarias y, para evitar más trampas, incluyó advertencias destacadas en los exámenes pidiendo a sus empleados que no hicieran trampas y señalando que hacerlas infringía el Código de Conducta de la firma.

EY se enteró de que, a pesar de estas advertencias, algunos empleados seguían engañando, ahora compartiendo las respuestas. La dirección envió un nuevo aviso a todos los empleados: “Hacer trampas en pruebas, evaluaciones o exámenes internos o externos puede dar lugar a medidas disciplinarias, incluido el despido. Debes completarlos sin ayuda de otros. Las evaluaciones servirán para tu desarrollo profesional. No completar un examen por ti mismo o compartir o solicitar respuestas de otros durante una evaluación, es HACER TRAMPA. Esta conducta es contraria a nuestro Código de Conducta Global y a nuestros valores. Tómatelo en serio”.

Sin embargo, EY no implantó controles. En el competitivo mundo de maratonianas jornadas de trabajo y horas facturables, los exámenes eran un incordio. Y las amenazas cayeron en saco roto.

Integridad y honestidad

No era solo cuestión de EY. El 17 de junio de 2019, la SEC puso una multa de 50 millones de dólares a KPMG por las trampas de sus empleados. A raíz de aquella sanción, la socia directora de la firma en Estados Unidos, Kelly Grier, envió un nuevo mensaje a su plantilla, dos días después, señalando que la multa servía como “importante recordatorio de la responsabilidad de servir al interés público y de la necesidad de actuar siempre con integridad y honestidad”.

Pero las palabras iban por un lado y los hechos, por otro. Ese mismo 19 de junio, la dirección de EY recibió dos comunicaciones. La SEC efectuó un requerimiento formal para conocer si la firma había recibido denuncias sobre trampas en los exámenes. Por otra parte, un directivo recibió un nuevo soplo interno advirtiendo de que un profesional de EY había enviado por correo electrónico a los empleados las respuestas a un examen de ética. Esa tarde, el directivo informó del chivatazo al departamento de recursos humanos. Sin embargo, cuando EY contestó el requerimiento a la SEC al día siguiente, no hizo la más mínima mención a esa denuncia.

La denuncia fue lo suficientemente preocupante para la empresa como para iniciar una amplia investigación. “Sin embargo, a pesar del mensaje de la presidenta y socia directora de EY en Estados Unidos de dos días antes, sobre la importancia de la integridad y la honestidad, EY no corrigió su comunicación a la División de Cumplimiento de la SEC”, señala el expediente.

La investigación interna pronto dio resultados. A pesar de todas las advertencias, los auditores de EY habían seguido copiando en los exámenes, usando las respuestas que les pasaban sus colegas para aprobar y dándoselas luego a otros compañeros. La investigación confirmó que auditores de múltiples oficinas hacían trampas no solo en los exámenes de ética, sino también en otros cursos de certificación de sus conocimientos necesarios para seguir ejerciendo. Muchos profesionales reconocieron durante la investigación que sabían que su conducta violaba el Código de Conducta de EY, pero explicaban que hicieron trampa “debido a compromisos de trabajo o la incapacidad de aprobar los exámenes tras múltiples intentos”.

Se comprobó que hasta 91 auditores hicieron trampas incluso tras la multa a KPMG y el último aviso de la socia directora. “A pesar de la exigencia del Código de Conducta de EY y de las advertencias de toda la empresa de que los auditores están obligados a denunciar las conductas poco éticas, un número significativo de auditores que sabían que sus colegas estaban utilizando y compartiendo las respuestas no denunciaron esta mala conducta. Muchos de estos profesionales de EY atribuyeron su silencio a que no eran conscientes de que compartir las respuestas de los exámenes suponía hacer trampas y violaba el Código de Conducta de EY y al deseo de evitar que sus colegas se metieran en problemas”, relata el supervisor.

Mientras, EY seguía sin comunicar a la SEC sus descubrimientos. Sí informó al PCAOB, el consejo encargado de la supervisión contable, que fue quien puso al tanto a la SEC en marzo de 2020, nueve meses después de su requerimiento formal a EY. “Esto obstaculizó la capacidad de la SEC para tomar medidas que protegieran a los inversores de auditores que no entienden sus obligaciones éticas, no actúan con la debida integridad profesional y no han cumplido —o han necesitado hacer trampas para cumplir— los requisitos profesionales mínimos para demostrar su conocimiento de importantes principios contables”, señala el propio organismo, que considera “chocante” que EY obstruyera la investigación y dice que la multa debe lanzar “un mensaje claro de que la SEC no tolerará fallos de integridad por parte de los auditores independientes”.

Además de la multa, la SEC obliga a EY a contratar a un consultor externo para revisar sus políticas y procedimientos respecto a ética e integridad, y a otro que se centre en la conducta de la firma con respecto a la falta de transparencia y los fallos de comunicación con la SEC.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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