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La OPEP reabre el grifo de la oferta tras el veto europeo al petróleo ruso

El cartel de países petroleros elevará el bombeo diario en 650.000 barriles durante julio y agosto, frente a los poco más de 430.000 de aumento de los últimos meses

Varios camiones cisterna, en una instalación de Aramco en Jiddah (Arabia Saudí).
Varios camiones cisterna, en una instalación de Aramco en Jiddah (Arabia Saudí).Amr Nabil (AP)

Pequeño alivio, pero alivio al fin y al cabo. Tras meses de cerrojazo total del grifo del crudo y crecientes peticiones de los grandes consumidores, la versión ampliada de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha dado su brazo a torcer este jueves: tanto en julio como en agosto elevará en casi 650.000 barriles diarios el volumen que pone en el mercado, un aumento relevante respecto al tímido incremento de 430.000 barriles diarios en mayo y junio.

La subida supone incrementar en algo más de un 2% la producción de OPEP clásica (sin Rusia) y en alrededor de un 1,5% de la de la OPEP+, la OPEP ampliada, que incluye —además de a los 13 miembros del cartel original (Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudí, Venezuela, Libia, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Nigeria, Gabón, Angola, Guinea Ecuatorial y Congo)— a Rusia y a varios países de la antigua órbita soviética. Tras la negativa inicial a excluir a Moscú en las primeras semanas de invasión de Ucrania, los socios debaten ahora su expulsión del cartel ampliado.

El movimiento, que llega solo 72 horas después de que la Unión Europea acordase un veto parcial sobre el crudo ruso, aspira a llenar una pequeña parte del hueco que dejará Moscú tanto en el mercado comunitario como en el global. Para ello, la participación de los países del golfo Pérsico —encabezados por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que aún disponen de cierta capacidad de producción ociosa— se antoja fundamental. Dos naciones africanas, Argelia y Nigeria, también podrían poner su granito de arena.

La ambición, sin embargo, tendrá que ser mucho mayor en los próximos meses: los cálculos del sector petrolero apuntan a que las sanciones occidentales sobre Moscú excluirán de la circulación entre dos y tres millones de barriles diarios, entre un 2% y un 3% de lo que consume el mundo. “Estos volúmenes apenas harán mella en el déficit del mercado”, aquilata Amrita Sen, del think tank Energy Aspects. Sus palabras son representativas del sentir generalizado de los analistas: el cambio de tono de la OPEP es positivo, pero queda lejos de lo que sería necesario para reequilibrar las fuerzas de la oferta y la demanda. A última hora de la tarde de Europa, de hecho, la cotización del crudo subía ligeramente tras bajar en el tramo inicial de la jornada.

El último alegato del G-7 —el grupo de las mayores potencias del mundo, que la semana pasada llamó al bloque productor a aumentar sus bombeos como medida de urgencia para frenar la escalada inflacionista— ante el persistente desequilibrio entre oferta y demanda ha surtido efecto. Aunque no en la cuantía que desearían, la decisión es una buena noticia para los intereses occidentales —sobre todo de Europa, un enorme importador neto— y de las tres mayores potencias asiáticas: China, Japón y la India. Todos ellos deberían ver aligerada la soga de los precios en los próximos meses. El barril de brent, el de referencia en el Viejo Continente, cuesta hoy casi 120 dólares, el triple que hace dos años y el máximo en más de una década. La cifra actual, sin embargo, aún queda lejos de los 150 dólares que rozó en 2008, en pleno superciclo de las materias primas.

La flexibilización de la postura de la OPEP llega en un momento clave: no solo poco después de que la UE alumbrase el acuerdo definitivo para dejar de importar —gradualmente— petróleo ruso, sino también en plena preparación del encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden —uno de los dirigentes que con más insistencia ha insistido en la necesidad de reconsiderar su postura inicial—, y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, indiscutible líder del cartel petrolero. Un gesto de buena voluntad que Washington se ha apresurado a celebrar con un reconocimiento explícito a Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Irak, los países que más han contribuido al cambio de postura. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también ha aplaudido la medida.

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