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La escalada en el frente económico: parálisis en Rusia, subida de cereales y energía y desbandada en las Bolsas

El impacto de la guerra y las sanciones pasa ya factura a Moscú y afecta también a mercados bursátiles y empresas en Occidente

Clientes de Ikea tras finalizar la compra en una tienda de San Petersburgo (Rusia) antes del cierre.
Clientes de Ikea tras finalizar la compra en una tienda de San Petersburgo (Rusia) antes del cierre.ANATOLY MALTSEV (EFE)
Cristina Galindo

Al inicio de la invasión de Ucrania, un buque cargado de cereales recibió el impacto de un misil ruso en el mar Negro. No hubo muertos, pero la falta de seguridad forzó horas después, ese 24 de febrero, el cierre de los puertos comerciales del país y los mercados de futuros empezaron a temblar (el precio del trigo está en niveles no vistos en 14 años) ante el impacto en el suministro de la parálisis de los cultivos y el transporte en una región considerada el granero de Europa. Es uno de los golpes económicos de la guerra, pero no es el único. La batería de sanciones lanzada desde Occidente, centrada en atacar el sistema financiero, ha tumbado el rublo, paralizado la Bolsa moscovita y alterado la vida cotidiana de los rusos. Mientras, la subida de precios de la energía y nuevos problemas en la cadena de suministro abocan a la economía mundial a un agravamiento de la espiral inflacionista y comprometen la tan ansiada recuperación tras la pesadilla de la pandemia.

El panorama geopolítico y económico ha cambiado en la última semana y en los mercados bursátiles se ve el nerviosismo, con bajadas generalizadas sobre todo en Europa. El presidente Vladímir Putin, coinciden los expertos, está dispuesto a paralizar la economía rusa para satisfacer sus ansías de conquista, y EE UU y la UE han asumido que hay que frenar su avance y afrontar, por ello, un coste. “La respuesta de Occidente no ha tenido precedentes, en términos de alcance, rapidez y unidad”, afirma Maria Shagina, experta del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales. “Las sanciones tendrán un impacto devastador en la economía rusa y erosionarán su base para financiar la guerra”, asegura la analista, experta en sanciones.

Las medidas necesitarán tiempo para entrar en vigor por completo, aunque ya se están viendo algunos efectos como lo muestra la huida de los inversores de los activos rusos en el mundo y la suspensión de las operaciones de grandes empresas en el interior del país. Además del golpe que supone por sí sola la guerra en términos comerciales. “Los efectos de las sanciones son poderosos y efectivos por la alianza forjada entre EE UU y UE, con una respuesta conjunta, y la resistencia del pueblo ucranio”, explicaba este jueves el economista Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington, en una videoconferencia con periodistas.

Estos son los principales impactos y cómo están afectando al conjunto de la economía mundial:

Reservas y sistema financiero

Los bancos centrales han sido, desde sus comienzos, un elemento clave en las guerras (la fundación del Banco de Inglaterra en el siglo XVII, por ejemplo, está vinculada en parte a financiar los conflictos bélicos contra la Francia de Luis XIV) y, en esta contienda, el Banco Central de Rusia es un objetivo prioritario. Las sanciones apuntan a las reservas extranjeras que ha ido almacenando desde la anexión de Crimea en 2014 para esquivar las sanciones y, de la noche a la mañana, han bloqueado el acceso a entre el 40% y el 50% de los 630.000 millones de dólares metidos en esa hucha (la otra mitad está buena parte en oro y yuanes), según los cálculos el Instituto de Finanzas Internacionales.

El golpe se completa con la expulsión de una lista de siete bancos del sistema internacional de pagos SWIFT, en el que 11.000 entidades de todo el mundo realizan sus transacciones. Esta última medida, que entra en vigor la semana que viene, ya está causando estragos porque dificultará de forma significativa la operativa y, aunque Rusia puede acogerse al sistema chino, este ofrece mucha menos liquidez (lo integran apenas unas 400 entidades).

La gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina.
La gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina.SHAMIL ZHUMATOV (Reuters)

La respuesta inmediata a estas medidas ha sido el desplome histórico del rublo esta semana, mientras la Bolsa moscovita lleva cerrada cinco días por orden de las autoridades para contener la sangría. Pero no se ha podido evitar el pánico en otros mercados internacionales, en especial los europeos, donde los valores rusos han caído de forma extraordinaria. La gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, ha reconocido que las sanciones el impiden intervenir para mantener al rublo, ha subido los tipos de interés del 9,5% al 20%, la mayor subida desde 2003, y ha permitido a los bancos afectados por las sanciones utilizar su colchón de capital acumulado para seguir operando. Además, ha introducido el cambio obligatorio a rublos por parte de los exportadores que ingresen en otras monedas y ha prohibido a los intermediarios la venta de valores por parte de los extranjeros. Todo para evitar una huida de dinero.

Cadenas de suministro

La guerra y las sanciones han provocado problemas en las cadenas de suministro, ya atascadas por la pandemia. Las causas son una combinación del efecto de la guerra sobre el transporte, que entorpece la logística, y a la incertidumbre por el impacto de las sanciones. Así, el cierre de los puertos en Ucrania ha llevado los precios de cereales (ese país y Rusia son responsables de un tercio de su producción) como el trigo a máximos de 14 años y amenazan el suministro futuro. Además, se ha frenado la actividad en los cultivos. España, por ejemplo, tiene maíz almacenado en Tarragona para 45 días. La carestía tiene un impacto en la ganadería, que necesita de estos productos para alimentar a los animales. Otro caso llamativo es el del aceite de girasol: España obtiene del mercado ucranio el 60% de las importaciones de este producto, lo que empieza a generar problemas de suministro y ha puesto en alerta, por ejemplo, a las conserveras, que tienen el aceite de girasol como una materia prima clave.

Los problemas logísticos también están detrás de la suspensión de actividades de empresas occidentales en Rusia, como Ikea, Volkswagen y Toyota. La guerra está produciendo bloqueos importantes en el transporte marítimo, con problemas en las aduanas de los puertos rusos. Maersk y MSC, las mayores operadoras de contenedores del mundo, han suspendido sus servicios de mercancías en Rusia.

Además, cada vez trabajar en el mercado ruso puede causar más problemas de imagen para las compañías. De hecho, hasta las petroleras han dejado caer sus proyectos en este país. La británica BP ha puesto a la venta su participación del 20% en la petrolera Rosneft. Y, pese a que las sanciones aún no alcanzan a este sector, cada vez más traders están optando por no hacer ningún nuevo contrato de compra en el país euroasiático ante un doble temor: reputacional y a que las represalias acaben extendiéndose a este ámbito.

El impacto para Rusia de dejar de vender hidrocarburos también será considerable: “La gente no quiere el petróleo ruso, y eso es extraordinario, se está vendiendo con descuento”, según Adam Posen.

Energía

Aunque la energía se ha quedado fuera de las sanciones, dado la dependencia que tiene Europa de gas y el petróleo procedente de Rusia, el efecto de la guerra en estos mercados está siendo brutal. El crudo llegó a tocar este jueves los 120 dólares, su máximo en dos años y medio, y el impacto en los carburantes y la electricidad se va a notar rápidamente en los bolsillos de los consumidores y en la inflación, en un momento en el que los precios ya estaban altos. Lo mismo sucede con el gas, que llegó el miércoles a subir un 60%, con una cotización récord de 194 euros el megavatio hora, en un mercado altamente volátil (luego se ha moderado hasta los 160 euros”.

Este golpe energético, junto al coste que tendrá para la economía mundial el efecto rebote de las sanciones, los problemas para operar en Rusia, las subidas de los precios de los alimentos, entre otros, llevará a la recesión al país euroasiático, según los expertos, reducirá la fortuna de los grandes oligarcas rusos, y constituye un cóctel difícil de digerir para la economía global en un momento de recuperación y con la inflación ya en máximos.

Turismo

El turismo es uno de los sectores más sensibles ante cualquier conflicto. En este caso, el cierre del espacio aéreo a Rusia altera las rutas de las aerolíneas y encarece los billetes, además el impacto del petróleo en estas empresas, y de la inflación en el poder adquisitivo de los ciudadanos que están pensando ahora dónde pasar la Semana Santa.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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