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Evergrande suspende su cotización en la Bolsa de Hong Kong

El gigante inmobiliario chino, que atraviesa importantes problemas financieros, está a la espera de publicar “un anuncio con información confidencial”

Dos personas se fotografían frente a un edificio de Evergrande en Shanghái.
Dos personas se fotografían frente a un edificio de Evergrande en Shanghái.ALEX PLAVEVSKI (EFE)

El grupo inmobiliario más endeudado del mundo suspende sus operaciones en el parqué hongkonés mientras una avalancha de malas noticias no deja de aumentar la incertidumbre sobre la empresa. El hormigón de Evergrande continúa mostrando grietas. Todos los acontecimientos de los últimos meses siguen apuntando hacia la irreversibilidad de la debacle del que no hace tanto campeara por su respeto en el sector de bienes raíces de China. Evergrande no encuentra alternativas para apuntalar su imperio y la prueba más reciente es que ha suspendido este lunes su cotización en la Bolsa de Hong Kong, limitándose a comunicar que está a la espera de publicar “un anuncio con información confidencial”.

Es la segunda vez que el gigante del ladrillo chino interrumpe sus operaciones en el parqué hongkonés, después de que ya lo hiciera en octubre a la espera de “una importante transacción” que no llegó a concretarse. El grupo inmobiliario más endeudado del mundo acumula un pasivo superior a los 300.000 millones de dólares (unos 265.000 millones de euros) y en 2021 sus acciones perdieron el 89% de su valor. Expertos del sector temen desde agosto que el colapso de Evergrande genere una crisis mayor en el mercado inmobiliario nacional, que a su vez provoque un efecto dominó en el sistema financiero mundial.

Las alarmas volvieron a sonar anoche, cuando los medios locales se hicieron eco de un documento del Gobierno local de Danzhou (isla meridional de Hainan) fechado a 30 de diciembre que ordenaba a Evergrande la demolición, en el plazo de diez días, de 39 edificios que cubren un área de 435.000 metros cuadrados. Según el aviso enviado a la sucursal de la empresa en Hainan, el proyecto viola las leyes de planificación urbana y rural y no cumple con los estándares de calidad. La inmobiliaria aún no se ha pronunciado al respecto.

Insolvencia cruzada

Pero es que la avalancha de malas noticias sobre el grupo no ha cesado desde principios de diciembre, cuando la agencia de calificación crediticia Fitch Ratings declaró a Evergrande en suspensión de pagos parcial por el incumplimiento con el reembolso acordado previamente con sus prestamistas en dólares. El martes pasado, el grupo volvió a incumplir con otros pagos de cupones extranjeros valorados en 255 millones de dólares (casi 225 millones de euros), acrecentando la incertidumbre sobre el futuro del conglomerado.

De acuerdo con estimaciones del proveedor de información financiera Bloomberg, Evergrande tiene una deuda de hasta 19.200 millones de dólares (casi 17.000 millones de euros) en bonos extranjeros. Los analistas advierten de que la empresa podría encontrarse en una situación de insolvencia cruzada, en la que el incumplimiento con un solo acreedor puede bastar para que otros reclamen la devolución de sus préstamos.

Evergrande dio otro un paso atrás la semana pasada en sus planes para reembolsar a los inversores en sus productos de gestión patrimonial —productos financieros no asegurados que se venden en China y que suelen ofrecer una tasa de interés muy alta y supuesta rentabilidad garantizada—. La empresa notificó el viernes que cada inversor recibiría 8.000 yuanes mensuales (1.100 euros) como pago principal durante tres meses, independientemente de cuándo venza su inversión. Anteriormente, la compañía no había mencionado ninguna cantidad, pero sí se había comprometido a devolver el 10% de la inversión a final de mes, cuando el producto venciese.

En un comunicado publicado en el sitio web de esta unidad de productos financieros, Evergrande expresó que la situación no era la “ideal”, que “recaudaría fondos de manera activa” y actualizaría el plan de pagos para finales de marzo, aunque sin brindar más detalles.

A pesar de que los crecientes problemas de liquidez de la promotora inmobiliaria resultan más que evidentes, en una felicitación por el fin de año para los empleados del grupo, Xu Jiayin, presidente y fundador de Evergrande, intentó llamar a la calma anunciando que se habían reanudado las obras del 91,7% de sus proyectos nacionales (después de tres meses en pausa debido a la incapacidad de pagar a muchos de sus proveedores y contratistas), y prometiendo “un futuro brillante” para el conglomerado. El pasado día 26, la inmobiliaria también anunció que en diciembre se entregarían hasta 39.000 viviendas a sus compradores, una cifra más alta que en los tres meses previos.

La envergadura real de esta profunda crisis de deuda de la que había llegado a ser la principal constructora de China se ha mantenido emergiendo a retazos durante meses, presumiblemente por los infructuosos esfuerzos de los directivos para sacar la nave a flote sin que se filtren interioridades que podrían apresurar el hundimiento. Con el fin de enviar un mensaje de tranquilidad, a principios de diciembre se creó un grupo de control de riesgos que cuenta con la presencia de Xu, así como la de miembros de compañías estatales de la provincia de Cantón —donde Evergrande tiene su sede— e instituciones financieras.

La tormenta sobre el mercado inmobiliario chino se desató en agosto de 2020, cuando la administración de Xi Jinping aprobó una serie de restricciones para controlar el nivel de deuda de la industria y rebajar los desorbitados precios de la vivienda. Algunos observadores opinan que el Gobierno quería enviar un mensaje de que la expansión imprudente del sector no podía continuar, ya que va en contra del nuevo mantra del Partido Comunista, el de la “prosperidad común”, que busca distribuir la riqueza de manera más justa y eliminar las prácticas monopolísticas. En diciembre, el Banco Popular de China (el banco central del gigante asiático) anunció que inyectaría más de 166.000 millones de euros a la economía, lo que se interpretó como un intento para contrarrestar la recesión del sector inmobiliario, a pesar de que Pekín no ha dado indicios de un rescate.

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