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De los mantecados a reyes de las barritas para deportistas

Fernando Moreno, tercera generación al frente de La Aurora, logra diversificar la empresa hacia los alimentos funcionales

Fernando Moreno, en las instalaciones de Aurora Intelligent Nutrition en Estepa (Sevilla).
Fernando Moreno, en las instalaciones de Aurora Intelligent Nutrition en Estepa (Sevilla).FernandoRuso

Fernando Moreno pasó sus primeros meses de vida acunado en la boca de un horno de leña. Allí, calentito y al resguardo del frío invierno, le ponían sus padres mientras que elaboraban los mantecados típicos de la Navidad. El olor a la canela, a la almendra o al ajonjolí tostado es para él, y para todos los que pasaron por aquella cuna, el recuerdo de una niñez en la que jugaban trepando por las cajas o comían a hurtadillas los polvorones recién horneados. “¿Qué niño no es feliz criándose en una fábrica de productos navideños?”, razona medio siglo después.

De aquella fábrica, que ocupaba la parte trasera de la casa de sus abuelos, ya solo queda su recuerdo. La familia Moreno fundó la marca La Aurora en 1939 en Estepa (Sevilla), y desde entonces sirven mantecados y polvorones a toda España. Y mucho más. Porque, aunque Fernando Moreno, hoy al frente del negocio, se defina como mantecadero, su producción ha tomado una deriva distinta y hoy es líder europeo en fabricación llave en mano de alimentos funcionales. Barritas proteicas, geles y gominolas energéticas; y mantecados, claro.

A Fernando, la tercera generación de esta estirpe de mantecaderos, le tocó decidir a sus 18 años entre estudiar Física, su pasión, o prepararse para coger las riendas del negocio familiar. Eligió diplomarse en Empresariales. Al estrenar los 30 ya marcaba el rumbo de La Aurora, una de las 18 empresas que hoy forman parte de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) del mantecado y polvorón de Estepa.

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La empresa que heredó Moreno arrastraba tres problemas, uno propio y dos vinculados al sector. El primero, una falta de inversión en mecanización que, unida a las bajadas del precio del producto, les hacía ser poco competitivos; los otros dos, compartidos con el resto de mantecaderos, eran la estacionalidad del consumo y la nula exportación al extranjero.

Para esquivarlos, la primera idea fue diversificar introduciendo el chocolate en su gama de productos. “Pero la bombonería de alta gama era ya un mercado copado y lo dejamos después de un año y medio”, explica Moreno. Precisamente de ese fracaso, en torno al año 2000, surgió la posibilidad de hacer barritas hiperproteicas para deportistas. “Me preguntaron que si podía hacerlas y empezamos a estudiar ese mercado”, recuerda el estepeño.

Todo aquel dinero que años atrás, primero en la década de los setenta y luego en los noventa, no habían invertido en maquinaria se empleó en innovación y desarrollo. “Una apuesta fuerte en intangibles que resultó ser fundamental”, subraya Moreno, que se ve a sí mismo como un empresario “creativo y disruptivo”. A los dos años empezaron a notarse los primeros resultados y desde entonces no han parado de crecer a un ritmo del 40% al 60% de incremento de facturación anual en los últimos 18 años. En los cálculos de la empresa, que cerró 2020 en 16 millones de euros —1,2 millones de resultado bruto de explotación (ebitda)—, está duplicar los ingresos en los próximos cuatro ejercicios.

Expansión

“Sabemos cómo hacer este guiso, solo es cuestión de echarle más garbanzos. Es relativamente fácil crecer más, lo difícil ya está hecho; ahora hay que expandirse a otros países y seguir desarrollando fórmulas”, resume el empresario, que da trabajo a una plantilla que oscila entre los 180 y 240 empleados, mujeres en su mayoría, herencia del sector del mantecado.

En la empresa no ha habido despidos por la pandemia, pese a la merma comercial. “Se han cerrados gimnasios, actividades deportivas y tiendas de dietética, clínicas… Pero hemos compensado con nuevas líneas de negocio y volcándonos en las grandes superficies. Sin la pandemia habríamos llegado a los 18 millones de euros, que es lo que estaba planificado”, asegura Moreno.

Los productos navideños solo suponen en la actualidad el 5% de la facturación. “Algo anecdótico”, valora el responsable de Aurora Intelligent Nutrition, la nueva denominación de la empresa fundada hace más de ocho décadas. En su lugar no solo se elaboran más de 10.000 fórmulas diferentes, también se ofrece asesoramiento legal y técnico para el etiquetado, o la customización en sabores o texturas o su posterior diseño para el envasado. “Un concepto llave en mano con todos esos servicios añadidos que nos hacen ser únicos en Europa y estar entre los tres primeros fabricantes”, destaca Moreno. “Nuestra misión es situarnos en la vanguardia europea en la fabricación de nutrición funcional”, sigue, “y lo estamos consiguiendo”. Y todo, sin salir de Estepa, en tres plantas repartidas en 11.000 metros cuadrados.

De momento, nadie sigue sus pasos en este municipio situado en la Sierra Sur de Sevilla en el que se roza el pleno empleo en los tres meses previos a la Navidad. La competencia directa, con empresas del mismo sector conviviendo pared con pared, ha espoleado a estos empresarios capaces de sacar una producción anual de 18 toneladas. Hay quienes diversifican con productos sin azúcar o hechos con aceite de oliva siguiendo las tendencias del mercado, pero ninguno ha apostado todavía por los alimentos funcionales.

“Nosotros estamos muy diferenciados y llevamos muchos años de investigación”, argumenta Moreno. “Pero el sector sigue padeciendo el mismo problema que hace 20 años: la estacionalidad y la falta de exportaciones”. Los mantecados son productos indisociables de la Navidad en España, y en otros países no existe este hábito de consumo.

Aurora Intelligent Nutrition tiene presencia en más de 30 países. “Nuestros nuevos productos son mucho más tecnológicos, lo que no quita que sean saludables y con proteínas de mucha calidad. Estamos yendo al minimalismo, a la sencillez, a lo natural y a lo sano a través de mucha investigación y mucho desarrollo. Vegano, bio, ecológico o economía circular son conceptos que debemos incorporar a nuestro día a día. Y esto tiene mucho futuro porque ya tiene mucho presente”, esgrime Moreno.

¿Y los polvorones, los mantecados o los roscos de vino? “Me daría pena dejar de hacer mantecados”, zanja, “y esperemos que eso no ocurra porque soy mantecadero”.


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