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Bruselas se propone impulsar una gran reforma de la OMC tras su cambio de dirección

La Comisión Europea quiere cerrar en junio acuerdos sobre productos sanitarios, subsidios pesqueros y resolución de disputas

El vicepresidente de la Comisión Europea Valdis Dombrovskis, el pasado jueves en Bruselas.
El vicepresidente de la Comisión Europea Valdis Dombrovskis, el pasado jueves en Bruselas.FRANCISCO SECO (AFP)
Lluís Pellicer

Nueva era, nuevas reglas. Bruselas quiere aprovechar los cambios en la cúpula de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para impulsar una ambiciosa reforma de la institución que pretende empezar a concretar el próximo mes de junio. La Comisión Europea se ha fijado tres pactos prioritarios: sobre la mejora de los intercambios de productos sanitarios, los subsidios de pesca y un nuevo sistema de resolución de disputas. El Ejecutivo comunitario ve en la llegada de Joe Biden al frente de la Casa Blanca una oportunidad para desplegar sus planes.

La Comisión Europea escenificó ayer la puesta de largo de su política comercial –cuyo contenido avanzó este diario– con la que busca marcar un perfil más “asertivo” para afrontar el duopolio mundial de Estados Unidos y China y armarse para tomar represalias en caso de una agresión a empresas europeas. Sin embargo, Bruselas quiere no tener que recurrir a ese escudo, por lo que se propone atar una reforma ambiciosa de la OMC. “Para que el comercio global funcione, necesitamos las reglas adecuadas. Y éstas están desfasadas. No garantizan la igualdad de condiciones, no responden a los desafíos en evolución de la sostenibilidad y la digitalización de la economía”, explica el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, en una entrevista con un grupo de medios europeos, entre ellos EL PAÍS.

El organismo con sede en Ginebra quedó inoperativo cuando, en diciembre de 2019, Donald Trump bloqueó por completo la renovación del Órgano de Apelación, que resuelve las disputas de sus 164 socios. Bruselas admite que Estados Unidos tiene razones para recelar de ese mecanismo de arbitraje, pero aboga por reformarlo en lugar de mantener esa parálisis. A la espera de que la próxima secretaria de Comercio de EE UU, Gina Raimondo, tome posesión de su cargo, Bruselas ha lanzado ya su propuesta de reforma con una clara voluntad de “liderar” ese proceso.

Según el documento, Bruselas quiere empezar a cerrar acuerdos –de forma “ambiciosa” pero “realista”, según la comunicación publicada este jueves—en la próxima reunión ministerial de la OMC de junio. Uno de los prioritarios consiste en un nuevo sistema para facilitar los intercambios mundiales de productos sanitarios, después de que la pandemia haya destapado las vulnerabilidades de las cadenas de suministros globales. La UE, no obstante, quiere ver también avances en el terreno de la pesca, la lucha contra el cambio climático, los subsidios industriales o las reglas para el comercio electrónico.

Calendario de negociaciones

“Necesitamos construir una coalición internacional fuerte para que esa reforma salga adelante. Pero con la nueva administración en Washington se nombró la nueva directora general [Ngozi Okonjo-Iweala]. Creemos que es un buen punto de partida para llevar a cabo una reforma de la OMC”, sostiene Dombrovskis. La UE se dispone a intensificar sus relaciones con los países de grupos en los que participa, como el de Ottawa (en los que están 12 bloques de los cinco continentes, como Australia, Canadá, Kenya o México) o los llamados FAST (entre los que están Costa Rica, Suiza o Nueva Zelanda), así como con Estados Unidos y Japón. La UE dará también prioridad a los países africanos para, posteriormente, empezar a discutir con China, que ha alcanzado un acuerdo de inversión recientemente con la UE, y con India, con quien Bruselas prepara una cumbre para mayo.

Aun así, la nueva estrategia comercial de la UE también contempla crear una línea de defensa en caso de haya disputas imposibles de resolver en el seno de la OMC. Bruselas quiere, por ejemplo, que las cadenas de suministro de la UE sean sometidas a una auditoría a fondo para saber si ha habido abusos, como trabajos forzosos. “Va a ser responsabilidad de las empresas garantizar que no están abasteciéndose con bienes o servicios de proveedores que cometen serias infracciones en legislación de derechos humanos o medio ambiente”, sostiene Dombrovskis.

La UE está estudiando, además, la posibilidad de prohibir la entrada en la UE de productos que hayan sido elaborados incumpliendo las convenciones internacionales sobre trabajo después de las denuncias de organizaciones internacionales sobre los tratos dispensados en China a la minoría uigur. Según Dombrovskis, por ahora es solo una posibilidad entre otras dentro del futuro paquete para asegurar que no se vulneran los derechos humanos y laborales de los trabajadores. “Estamos evaluando el impacto de esta opción. No puedo decir cuál será la opción que elijamos al final”, remacha el vicepresidente de la Comisión.

Bruselas quiere más compromisos de Mercosur

El documento sobre la nueva política comercial de la UE sostiene que el bloque comunitario se empleará en crear las condiciones para que los Veinsitiete ratifiquen el acuerdo de Mercosur, el mayor jamás firmado por Bruselas. Varios países, entre ellos Francia y Holanda, expresaron su rechazo al pacto sin más garantías de que Brasil cumpliría sus compromisos contra la deforestación o en materia de lucha contra el cambio climático. “Estamos en contacto con las autoridades de Mercosur para discutir sobre los compromisos adicionales que pueden adoptar para aliviar esas preocupaciones”, afirma el vicepresidente Valdis Dombrovskis. El comisario letón, que considera que no será necesario reabrir el acuerdo, destaca la buena predisposición que ha hallado en esos países.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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