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Las uvas de la discordia

Un grupo de bodegueros alaveses reabre la guerra con una nueva denominación que cuestiona el modelo de negocio de Rioja

Pedro Gorospe
Límite entre Álava y La Rioja, justo a la entrada de Labastida.
Límite entre Álava y La Rioja, justo a la entrada de Labastida.L. RICO

En la Rioja Alavesa está fermentando algo más que el vino. Los azúcares de la uva están elevando poco a poco el alcohol de los caldos, pero sobre todo están subiendo los grados en un debate que se libra viñedo a viñedo. La publicación en el Boletín Oficial del Estado de la nueva denominación de origen Arabako Mahastiak / Viñedos de Álava, que impulsan unas cuarenta bodegas alavesas de las más de 120 asociadas en Asociación de Bodegueros de Rioja Alavesa, ABRA, ha desencadenado un enfrentamiento entre los críticos al modelo de negocio de Rioja, muy poco permeable a la diversificación de los caldos por zona municipio o finca, con quienes creen que salirse de la denominación va a salir a la larga mucho más caro que pelear por cambiar las cosas desde dentro

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El debate llega en un momento difícil. Los 360 millones de litros que comercializó la DOC Rioja en 2018, representan el 7,8% menos que en 2017, y  de los 96,4 millones que la DOC exportó en 2018, el último dato disponible, 30 millones fueron a su primer mercado, el Reino Unido. Las bodegas alavesas que impulsan el cisma -aunque no se han hecho públicos sus nombres- apenas si representan 14 millones de litros, según datos de 2017. Unos y otros comparten el mismo sol, la misma tierra y el mismo mercado de quienes consideran que salir de Rioja no es ni por historia ni por economía, una opción. Y también esas preocupaciones. De los 287 millones de consumidores de vino en los 12 principales mercados, cuatro de cada diez conocen y valoran Rioja, y 38 millones son fieles a la denominación, según varias firmas auditoras.

En ese contexto nadie sabe a ciencia cierta quien iba a asumir los costes de reposicionar la nueva marca Viñedos de Álava en el mercado mundial, ni los de gestión asociados a la necesaria estructura certificadora. El Consejo Regulador gastó en 2019 casi 11 millones de euros a promocionar la marca. Cuando las miradas se vuelven al Gobierno vasco con esas cuestiones, el Ejecutivo de Iñigo Urkullu se desliga de cualquier intento de politizar la batalla. Se limita a decir que solo han tramitado la nueva DOC, y que su posición se mantiene inalterable: pactar con el Consejo Regulador de Rioja, en el que tiene voz , pero no voto, una diversificación mayor para los vinos, pero sin abandonarlo. Ni media palabra del controvertido asunto de apoyar con un elevado presupuesto los costes de posicionar la marca.

Un trabajador en plena vendimia de 2019, en Rioja alavesa.
Un trabajador en plena vendimia de 2019, en Rioja alavesa.L. RICO

El que fuera presidente de la Asociación de Sumilleres de Euskadi y responsable de la comercializadora El Rincón del Vino, Antonio García cree que "el Consejo Regulador tiene que abrirse a una nueva visión. No es lo mismo un crianza de una bodega familiar que hace 5.000 botellas con su uva que el de otra que hace 50.000 con uva de toda la zona geográfica certificada. Ahora todo es crianza y todo es Rioja", critica. Defiende como la mayoría de los comerciales y pequeños bodegueros darle al consumidor toda la información de cómo ha sido la producción, el proceso, la procedencia más precisa de la uva, como el municipio y si es un vino de finca, o el tiempo de crianza entre otras características. "Lo hacen en las grandes denominaciones francesas y es un éxito, ¿por qué aquí no?, cuestiona.

Juan Carlos López de Lacalle, de Bodegas Artadi, fue el primero que abandonó la denominación. La diferencia, apuntan varios bodegueros de Laguardia, es que, para entonces ya tenía vinos internacionalizados con la máxima puntuación Parker. "El Consejo regulador está controlado por empresas que manejan volúmenes de producción elevados y su modelo de negocio, y sus precios de mercado son incompatibles con los de las explotaciones familiares", critica uno de los bodegueros que impulsa la salida de Rioja. Explica desde el anonimato que han agotado todas las vías para flexibilizar la denominación, pero que su lucha es desigual en un Consejo Regulador en el que de los 100 votos del pleno, 78 están en manos del Grupo Rioja, que cobija a algunas de las grandes bodegas alavesas que siguen abrazadas a Rioja. ABRA tiene cuatro.

Los defensores de la nueva denominación buscan un discurso diferenciado en un momento en el que creen que tienen el viento a favor de una demanda del mercado ligada a los vinos de pequeñas producciones que identifiquen a lugares con carácter propio más allá del paraguas genérico de la denominación. Sin embargo, la primera puerta que ha abierto el Consejo regulador a esa diferenciación no ha tenido demasiado éxito. En 2019 aprobó por vez primera la categoría de viñedos singulares siempre que cumplieran una serie de requisitos de edad de las viñas y limitaciones de producción por hectárea. Solo se han inscrito 155 de las cerca de 68.000 hectáreas de viñedo de la DOC Rioja. Se trata de 84 parajes de los que 43, unas 70 hectáreas están en Álava de las 13.000 totales en la provincia.

La DOC ya ha anunciado que va a presentar alegaciones y una batalla legal contra una decisión que consideran equivocada. Tras las alegaciones el expediente viajará a Madrid, al Ministerio para su evaluación y de allí a la UE, que será la que finalmente acepte o no la protección como una nueva denominación a los viñedos de las bodegas que lo han solicitado. La última batalla no ha hecho más que comenzar.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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