Los accionistas aprueban el nacimiento de la nueva CaixaBank, el mayor banco en España
Las juntas de Caixabank y Bankia dan luz verde a la nueva entidad. El banco, que contará con 20 millones de clientes, tiene pendiente recibir el visto bueno del BCE, Banco de España, Comisión de la Competencia y Ministerio de Economía
La junta de accionistas de CaixaBank ha dado hoy el visto bueno a la fusión por absorción de Bankia, con lo que se ha dado un paso definitivo para la creación del mayor banco de España y el primero que surge tras la pandemia y la crisis económica que ha generado. España ha sido pionera en Europa en la fusión de grandes entidades desde la llegada de la covid-19, siguiendo las indicaciones de los supervisores tanto españoles como europeos.
“La junta de hoy es histórica”, ha defendido en ese sentido el presidente de CaixaBank, Jordi Gual, en una intervención en la que ha destacado que, pese a ser la integración número 85 en la historia de la entidad nacida de La Caixa, la actual operación es “uno de los grandes hitos de la historia de la entidad”. El 99,71% de accionistas presentes en la junta de forma directa o telemática (representando el 70,3% del capital) apoyaron la operación y los nombramientos del nuevo consejo de administración. El 99,2% del capital representado en la junta de Bankia validó también su absorción el martes.
En palabras de sus máximos dirigentes, José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia y de la futura entidad (el pasado martes), y hoy de Gonzalo Gortázar, consejero delegado en la vieja y en la nueva CaixaBank, el banco nace con la promesa de ser no solo el mayor, sino también “el mejor”, lo que anticipa una fuerte competencia en el sector en Europa. Tras la aprobación de las juntas, el proyecto de fusión debe ser aprobado por el Banco de España, el Banco Central Europeo, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y finalmente por el Ministerio de Asuntos Económicos. Los gestores calculan que la nueva entidad será una realidad en marzo de 2021, aunque la integración tecnológica de ambas plataformas no llegarán hasta finales del próximo año.
Las dimensiones del nuevo líder son producto de la integración de 18 cajas de ahorros, casi la mitad de las que existían, y reflejan la debacle financiera vivida en España entre 2008 y 2012. La nueva CaixaBank tendrá un volumen de activos totales superior a los 660.000 millones de euros y unas cuotas de mercado alrededor del 25% en España, dando servicio a más de 20 millones de clientes. Con 51.500 empleados, la red física de Bankia y CaixaBank tiene presencia en más de 2.200 municipios de España, en 290 de los cuales será la única entidad bancaria presente. El banco mantendrá la sede social en Valencia, en donde ya estaban las dos entidades, y las sedes operativas en Madrid y Barcelona.
Las juntas de accionistas de los dos bancos han aprobado la ecuación de canje de la transacción en 0,6845 acciones ordinarias nuevas de CaixaBank por cada acción de Bankia, con una prima del 20%. De esta manera, los accionistas de CaixaBank representarán el 74,2% del capital de la nueva entidad y los de Bankia, el 25,8%. El Estado ha avalado la fusión y pasará de tener el 62% de Bankia al 16% del nuevo grupo, en donde estará representado con un consejero.
Los contribuyentes aportaron unos 24.000 millones a Bankia (contando lo inyectado en BMN, que fue absorbido). A los precios actuales, esta participación tiene un valor de mercado de unos 2.240 millones, lo que refleja la gran distancia con el dinero aportado. El primer accionista será la Fundación La Caixa, presidida por Isidro Fainé, que controlará el 30% del banco, tendrá dos consejeros y propondrá a la mayoría de los independientes.
Razones para la fusión
La razón por la que se ha decidido vender Bankia a CaixaBank, según los argumentos de Goirigolzarri el martes y defendidos hoy también por Gual, fue constatar que los tipos de interés negativos seguirían en esta situación hasta 2027, según los expertos, lo que hacía casi imposible obtener la rentabilidad esperada para incrementar el valor de la entidad y devolver parte del dinero de los contribuyentes. Además, la solvencia, que se incrementa con las integraciones por motivos contables, ha pasado a ser un factor decisivo en las entidades. Esta crisis económica ha provocado que el ahorro de costes sea prioritario para compensar la caída de ingresos provocada por los tipos negativos, lo que también estimula las fusiones. Y el factor de aceleración para intentar bajar los gastos ha sido el incremento de la digitalización de los clientes tras el confinamiento, que ha permitido a los bancos automatizar procesos y trabajar con menos oficinas abiertas.
Precisamente la disminución de sucursales y personal será uno de los primeros retos que deberá afrontar CaixaBank en 2021. Los sindicatos han protagonizado las juntas de accionistas reivindicando que los despidos sean pactados, mediante prejubilaciones, y que no sean forzosos. En el mercado se especula con la marcha de unos 8.000 de los 51.500 trabajadores del nuevo grupo, un 15% del total. La entidad ha seguido hoy sin concretar cuál será el impacto definitivo.
“Una nueva CaixaBank debe ser mejor”, ha defendido hoy Ruth Bolaños, quien ha intervenido en nombre de un grupo de empleados y accionistas de la entidad en nombre de CC OO. Ha reclamado que se garanticen “condiciones laborales, de empleo y de responsabilidad social”. En la misma línea se ha referido Catalina Llibre, secretaria general de UGT en CaixaBank, quien ha defendido minimizar el impacto de los recortes y para aquellos despidos que no sean evitables ha reclamado unas condiciones “dignas”. “No hemos recibido información alguna sobre el camino que van a tomar ustedes”, ha sostenido Llibre, en una queja compartida con el resto de representantes sindicales que ha participado en la junta de Caixabank.
Los sindicatos consideran que los despidos masivos y cierres de sucursales, tanto en este banco como en otros, pueden acelerar la exclusión financiera de las personas mayores, por la digitalización impuesta, y la de los habitantes de las zonas rurales, y reducir la calidad del servicio. Gortázar ha defendido durante las réplicas que ganar la fortaleza que supondrá la fusión permitirá tener músculo suficiente para asegurar la presencia bancaria en zonas con escasa densidad de población. También recuerdan las organizaciones sindicales que, ante la llegada de las ayudas europeas, serán los bancos lo que distribuyan parte de ellas y, para esta labor, se necesita el conocimiento que tienen los empleados de sus clientes.
Los máximos responsables de Bankia y CaixaBank han asegurado en las juntas que su voluntad es llegar a acuerdos con los representantes de los trabajadores. Pero, a la vez que deberán buscar una buena salida económica para la plantilla, los dirigentes del nuevo banco han hecho especial hincapié en la rentabilidad, ya que el nuevo grupo espera más de 1.000 millones de euros en sinergias; aspira a generar 290 millones anuales por la vía de mayores ingresos y ahorrar 770 millones a partir del 2023. Esta es una de las disyuntivas que tendrán que resolver, porque los mercados financieros de toda Europa estarán muy atentos a esta operación.
Las promesas a los analistas, que ahora deben cumplir, han sido ambiciosas; en términos de beneficio por acción, la entidad resultante alcanzará en 2022 un nivel de 0,33 céntimos por acción, un 28% más de lo que obtendría CaixaBank de forma independiente y casi un 70% superior al de Bankia. En cuanto a rentabilidad sobre capital tangible o ROTE, el grupo podrá alcanzar un 8,2%, muy superior al que alcanzarían por separado, lo que permitirá distribuir unos mayores dividendos en efectivo.
El proyecto de fusión, apuntan desde Bankia y CaixaBank, supone el nacimiento de una nueva entidad “con un gran tamaño crítico, con una gran calidad de balance, muy solvente, un modelo de distribución único y que, junto a las sinergias que se van a producir tras la integración, va a ser capaz de generar una mayor rentabilidad”. Se acerca el momento de demostrarlo.
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