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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Banco de España ha vuelto

Ante la adversidad, tranquiliza saber que será un guía fiable en la incertidumbre

Fachada del Banco de España.
Fachada del Banco de España. EFE
José Carlos Díez

El Banco de España fue una institución clave desde la Transición para el desarrollo y la modernización de la economía española, liderado por Luis Ángel Rojo, sin duda uno de los mejores economistas de la historia de este país. El profesor Rojo entró en el Banco de España en 1971 como director del servicio de estudios y acabó como gobernador en el año 2000.

Modernizó la política monetaria para contener la alta inflación en los años setenta. Tuvo que gestionar una grave crisis bancaria heredada del modelo intervencionista franquista. Desarrolló el sistema financiero para poder financiar los elevados déficits públicos que provocó la estanflación en los años setenta. Y lo hicieron incorporando talento y creando el mejor think tank nacional en economía.

El profesor y su equipo abandonaron el banco tras la incorporación con éxito de España en el euro. Pero advirtieron de los riesgos que suponía una bajada tan brusca de los tipos de interés sobre la estabilidad macroeconómica y financiera: sobreendeudamiento e inflación de activos, principalmente inmobiliarios. Los tipos de interés bajos para que Alemania digiriera su unificación dificultaron evitar el boom inmobiliario y de crédito. Pero cuando estalló la burbuja el banco negó la realidad de la crisis bancaria, tardó demasiado tiempo en recapitalizar las entidades más afectadas y tuvo una grave crisis de reputación.

En la actual crisis, el gobernador Pablo Hernández de Cos y su equipo, discípulos de Luis Ángel Rojo, han recuperado la esencia del profesor: rigor académico, alto sentido de Estado y compromiso, diagnóstico realista y visión de largo plazo. En marzo, cuando la pandemia llegó al continente europeo, la máxima autoridad del Banco tomó posición activa en los medios europeos apoyando a la presidenta del BCE para ampliar el programa de compra de activos. Sin esa decisión, España estaría hoy negociando un rescate, haciendo recortes de gastos y acometiendo subidas de impuestos en plena recesión, como en 2012.

En abril, el Banco publicó un escenario macro realista de una crisis muy intensa y duradera provocada por la pandemia con fuerte impacto sobre las finanzas públicas. La institución acaba de hacer público su escenario de otoño, que coincide con la obligación legal de presentar los Presupuestos en el Congreso antes de que termine septiembre.

El panorama para 2020 es similar, aunque la realidad ha superado el escenario central de la pasada primavera. Pero han revisado fuertemente a la baja sus previsiones para 2021 y en ninguno de sus escenarios el PIB y el empleo habrían recuperado su nivel anterior a la pandemia al finalizar 2022. La tasa de paro seguiría en 2022 próxima al 20%. El déficit estaría dentro de dos años entre el 6% y el 8% del PIB y la deuda pública, entre el 120% y el 130%.

En los ochenta España tuvo que afrontar grandes adversidades y acertó en las políticas y en las reformas que modernizaron la economía. De nuevo estamos ante grandes adversidades y tranquiliza saber que el Banco será un guía fiable en la niebla de la incertidumbre.

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