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La Unión Europea alienta la creación de gigantes bancarios transnacionales

El BCE pide a los Gobiernos de la zona euro que aceleren la Unión Bancaria

Lluís Pellicer
Los ministros de Finanzas de la UE, entre ellos la española Nadia Calviño, en el Ecofin informal de Berlín.
Los ministros de Finanzas de la UE, entre ellos la española Nadia Calviño, en el Ecofin informal de Berlín.MAJA HITIJ / POOL (EFE)

La fichas vuelven a moverse en el tablero bancario europeo. La unión de CaixaBank y Bankia se perfila como un primer paso en la oleada de fusiones bancarias que tanto ansían Bruselas y Fráncfort. Y, a la vez, es otra oportunidad perdida para la conformación de grupos financieros transnacionales que permitan diversificar riesgos y evitar problemas de competencia. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, urgió a los socios de la moneda única durante la reunión informal del Eurogrupo en Berlín a acelerar los trabajos para construir la Unión Bancaria y propiciar “integraciones transnacionales” en la zona euro.

El mensaje del Banco Central Europeo (BCE) es claro e insistente. Ya en enero, Andrea Enria, el responsable de la supervisión bancaria del organismo, anticipaba que los dirigentes de bancos europeos estaban considerando “estrategias de consolidación”. Y lanzaba un mensaje al sector: “No hay ningún impedimento que queramos poner en ese camino desde el lado del supervisor”. Al contrario. La institución ve en las fusiones una vía para acabar con el exceso de entidades en Europa, aumentar la rentabilidad de la banca y diversificar los riesgos.

El aliento del BCE a esas operaciones se intensificó a raíz de la pandemia. La institución decidió allanarles el camino en verano eliminando trabas, por ejemplo, en los requerimientos de capital. El supervisor lanzó una guía sobre fusiones para fijar un enfoque, que sometió a una consulta pública que terminará el próximo 1 de octubre. El sector considera que con ese movimiento el BCE quería trasladar de forma inequívoca que, lejos de penalizarlas, la institución alentaba las concentraciones.

Fuentes consultadas señalan que en el BCE cundía la opinión de que la UE desaprovechó la crisis financiera de 2008 para lograr una mayor integración de sus entidades y cierto desasosiego tras ver cómo se frustraban grandes operaciones como la de Commerzbank y Deutsche Bank.

Commerzbank, de hecho, estuvo bajo la lupa del holandés ING y el italiano Unicredit. Pero las trabas regulatorias hicieron que esas opciones tampoco prosperaran. “Las autoridades nacionales competentes, sin una Unión Bancaria, protegerán mucho el capital y la liquidez en ese país”, salió al paso el consejero delegado de ING, Ralph Hamers. De hecho, el año pasado se registró el nivel más bajo de operaciones dentro del Espacio Económico Europeo desde 2009. Según S&P, hubo solo 40. Y de las 16 mayores transacciones, diez se produjeron entre entidades del mismo país.

El BCE aguarda una nueva oleada de fusiones que permita reducir el exceso de capacidad en la zona euro y mejorar los resultados de la banca europea. Esta, según The Banker, es la menos rentable del mundo, con un retorno del 6,71%. Los responsables económicos de la Comisión Europea preguntaron por la fusión entre CaixaBank y Bankia a la vicepresidenta Nadia Calviño, que estuvo en Bruselas el lunes. Calviño sostuvo que las instituciones comunitarias ven esa operación como el primer paso de “un proceso de consolidación” a nivel europeo que llevan tiempo pidiendo.

El BCE no quiso pronunciarse el pasado jueves sobre la operación. Su vicepresidente, Luis de Guindos, insistió, no obstante, en que la pandemia ha acentuado las “principales vulnerabilidades” de la banca europea: su baja rentabilidad y valoración. “La consolidación es uno de los instrumentos”, dijo. A su lado, Lagarde insistió en que querría ver una “Unión Bancaria plenamente desarrollada”, con mecanismos transfronterizos y de resolución.

Los eurobonos

Los ministros de Finanzas de la zona euro abordaron el viernes y ayer la urgencia de dar un nuevo impulso a la Unión Bancaria. El francés Bruno Le Maire pidió dar un empuje al proyecto. “No habrá soberanía europea sin un sistema financiero potente”, dijo. El presidente del Eurogrupo, Pascal Donohoe, recordó que se trata de una “cuestión prioritaria”.

Fuentes financieras sostienen que la pelota sigue estando en el tejado de las capitales. El fondo de rescate (Mede) preparó una propuesta de hoja de ruta para crear un mercado financiero europeo transfronterizo entre 2020 y 2027 con tres claves: la creación de un fondo de garantías de depósitos comunitario, la limitación de la deuda soberana en los balances de la banca y la supresión de barreras a la liquidez y al movimiento de capital entre países dentro de los grupos bancarios. El objetivo, según ese documento, era una “necesaria” consolidación del sistema financiero.

La directora general de la Asociación para los Mercados Financieros de Europa (AFME), Jacqueline Mills, considera que “uno de los principales obstáculos para la consolidación transfronteriza en la UE sigue siendo la falta de exenciones de liquidez transfronterizas”, así como la “ausencia de exenciones de este tipo” para los requisitos de capital y regulatorios. “Estos obstáculos restringen el flujo eficiente de capital y liquidez dentro de las instituciones transfronterizas”, añade

Alemania trató de desencallar el pasado mes de diciembre la Unión Bancaria mediante una propuesta que contemplaba por fin la creación de un fondo comunitario para asegurar los depósitos de los contribuyentes europeos. A cambio, Berlín pedía limitar la exposición bancaria a la deuda soberana de cada país, lo cual era visto con muchos recelos por Italia y España. Estos países dijeron que llegarían a ese extremo solo si había eurobonos. Al final, el extenso listado de líneas rojas hizo naufragar el proyecto.

El investigador del Peterson Institute for International Economics y Bruegel, Nicolas Véron, apunta un nuevo elemento que podría dar una nueva oportunidad a la Unión Bancaria. El lanzamiento del fondo de recuperación —el paquete EU Next Generation— implicará la emisión de 750.000 millones de euros. “Eso va a tener un impacto en la composición del balance de los bancos y supone un cambio en la conversación”, asegura. En otras palabras, introduce los eurobonos que reclamaban Madrid y Roma para seguir adelante. Otra cosa es hasta dónde ese nuevo elemento logra propulsar ahora el debate.

Un plan de acción para una tributación "más justa"

Los titulares de Finanzas de la UE discutieron en el Consejo de Ministros de Economía (Ecofin) informal de ayer sobre los impuestos que deberán implantarse a nivel comunitario para poder devolver la deuda que será necesaria para financiar los planes de recuperación. El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, abogó por avanzar en una imposición mínima para las empresas y una tasa a las grandes corporaciones digitales, que consideró que han sido las “ganadoras reales” de la pasada crisis.

“Es el momento de progresar hacia una tributación más justa y efectiva en la UE”, afirmó Gentiloni, quien añadió: “Es ahora o nunca”. El comisario dijo que la UE tenía detrás el apoyo de la opinión pública y del Parlamento Europeo para avanzar hacia una tributación empresarial más equitativa. “La Comisión Europea presentará en otoño un plan de acción”, anunció.

Por lo pronto, la UE deberá decidir los pasos que dará si la OCDE fracasa en su intento de acordar la llamada tasa GAFA, por las iniciales de las compañías Google, Amazon, Facebook y Apple. La Comisión está decidida a seguir adelante. “No está claro que haya un acuerdo en la OCDE. Tendremos que ver cuál es la respuesta adecuada en el ámbito comunitario”, dijo la vicepresidenta española Nadia Calviño, quien recordó que también se está trabajando ese tributo a nivel nacional.

El ministro alemán, Olaf Scholz, afirmó que la tributación de las empresas digitales es “urgente”, mientras que el francés Bruno Le Maire añadió que si un acuerdo en la OCDE es “imposible”, París abogará el año que viene por alcanzar una “solución europea”.

 

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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