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El teletrabajo se muda a la playa

Las empresas están llamadas a facilitar que sus empleados continúen sus tareas desde la segunda residencia mientras duren las restricciones laborales por el virus

Javier Fraile (Axicom) teletrabaja desde su segunda residencia en Liáns (A Coruña).
Javier Fraile (Axicom) teletrabaja desde su segunda residencia en Liáns (A Coruña).Dani Fraile

Avanza sigiloso el mes de julio mientras los trabajadores planean dónde refugiarse del calor sin interrumpir su jornada laboral ni su rendimiento. Prácticamente todos, sin importar el sector, se han acostumbrado a las reuniones virtuales, a organizar su vida laboral y personal en el mismo espacio y a rendir cuentas a través del teléfono. Cuando directivos y empleados se habían hecho ya al teletrabajo, empieza la operación salida y la puesta en marcha de una oficina con vistas a la playa o la montaña.

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As the weather gets hotter, Spain’s remote workers move to the beach

“Estamos viendo una gran demanda del wifi portátil estas semanas; coincidiendo con el desplazamiento a la segunda residencia”, asegura Miguel Moral, director general y cofundador de Wifiaway, dedicada desde 2016 a ofrecer servicios de Internet portátil itinerantes. Telefónica confirma esta tendencia, a juzgar por el aumento de número de altas en las últimas semanas. “El crecimiento de las solicitudes de alta es similar en poblaciones de menos de menos de 1.000 habitantes que en las de más de 50.000, algo que no es lo habitual”, afirman.

Esta urgencia respondería a la transformación y esfuerzos que muchas compañías se han visto obligadas a hacer; ya que en mayo, según un estudio de tendencias laborales publicado por la consultora Genetikomm, sólo un 41% de las compañías tenía implementada una cultura del trabajo en remoto.

Elena Mendoza Lora, vicepresidenta de ventas en Avanade, tiene claro que “a partir de ahora habrá clientes que esperen que se les ayude a poner en marcha cambios en esta dirección y a entender nuevas formas de concebir el trabajo”. El rumbo que tomen ahora, en su opinión, “cambiará la trayectoria de sus negocios”, por lo que les invita a “huir de modas y emprender el camino más adecuado para cada compañía, porque hay tantas formas de teletrabajo como empresas”.

Que lo de deslocalizar la oficina podía funcionar lo tenía claro hace años Eva Snijders, que cambió Madrid por Benalmádena para montar Genetikomm. Desde su jardín atiende videoconferencias y propuestas. “Cuando nos mudamos a la Costa del Sol temíamos quedarnos desconectados, que los clientes nos olvidasen. Al llegar la pandemia celebramos tener las herramientas y hábitos para trabajar en remoto”.

Flexibilidad

La flexibilidad parece que se quedará, aunque sea parcialmente; según las conclusiones de un estudio sobre Pymes y Digitalización de la plataforma de trabajo autónomo Fiverr, que asegura que el 76% de las compañías pequeñas y medianas mantendrán el teletrabajo tras la crisis. Lilly hace tiempo que ofreció a sus trabajadores conectarse “sin límite de días desde una segunda residencia”, apunta Sandra Rebollo, del departamento de comunicación externa en la farmacéutica. Atiende al periódico desde su oficina con vistas a la montaña leonesa en Caboalles de Abajo, entre animales, piedra y verde. “Que la empresa se adapte a nosotros me genera mucha confianza. Nos han facilitado recursos como sillas, pantallas y demás y la comunicación interna ha sido muy eficaz”. La compañía, que nunca paró la planta de producción de medicamentos, está empezando a incorporar por turnos a algunos trabajadores, entre ellos científicos y personal de I+D. Pero la mayoría seguirá entrando en remoto desde casa.

Sandra Rebollo (Lilly) desde  Caboalles de Abajo, en León.
Sandra Rebollo (Lilly) desde Caboalles de Abajo, en León.

No hay área de especialización que no pueda implementar esta fórmula de trabajo, aunque sea parcialmente. Ni siquiera las agencias de publicidad, tradicionalmente rendidas a las necesidades y condicionantes de sus clientes. “La opción ya se había puesto en marcha en la agencia para facilitar la conciliación y aumentar la productividad hace tiempo”, asegura el director adjunto de Axicom, Javier Fraile. Por eso para ellos el traslado del trabajo a casa y ahora a la segunda residencia no les ha retrasado en nada. Fraile se conecta cada día desde Liáns (Oleiros), en la costa de A Coruña. Hasta septiembre podrá trabajar desde cualquier lugar y a partir de ahí, se ofrecerán fórmulas para combinar el trabajo presencial con el remoto.

Hace unos meses pocos hubieran apostado porque una televisión pudiera, en menos de dos semanas emitir e inventarse programas de calidad desde casa. Movistar+ facilitó equipo y materiales a todos los empleados, ya fueran periodistas, realizadores, montadores o cualquier otra función. Incluso se han renovado contratos en remoto, “algo insólito”, resume Alex Martínez Roig, director de contenidos de Movistar+. “Se ha perdido el miedo al teletrabajo. Si nos organizamos bien, que el trabajador esté en el espacio de trabajo físicamente es irrelevante”. Esta crisis, en su opinión, ha ayudado a acelerar cambios necesarios. “Sin el virus hubiéramos tardado cinco años en estar donde estamos; habríamos ido poco a poco, debatiéndolo todo mucho más”.

Además de la agilidad y el músculo financiero (y en el caso de Telefónica, ser una firma de telecomunicaciones ) también ha definido el éxito del trabajo en remoto de las compañías la comunicación interna, que brinda cercanía y da seguridad a los empleados y que es algo que, sin embargo, según el informe de Genetikomm, se ha revelado mejorable para el 41% de las empresas. “Si una empresa se comunica de forma adecuada, te da confianza y te demuestra que le importas, te tranquilizas y respondes”, asegura Francisco Javier Riloba, jefe de medios de producción en la plataforma televisiva.

Al igual que él, el resto de entrevistados coinciden en que la empatía de sus superiores ha repercutido positivamente sobre su rendimiento. Y que estos tiempos han fortalecido la convivencia entre compañeros, a pesar de la distancia. “Desde el punto de vista humano, los equipos se han hecho más sólidos, solidarios y cómplices; había más sensación de control del trabajo”, asegura Martínez Roig. Asimismo, muchas compañías han demostrado a sus trabajadores el interés por su bienestar; en Lilly, por ejemplo, han facilitado formación continua y programas de salud como yoga, pilates y mindfulness.

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