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China pisa el acelerador para tener su moneda digital

El gigante asiático se convertirá en el primer país en alcanzar este hito, un paso adelante en su carrera por la primacía tecnológica

Una pantalla muestra al presidente chino, Xi Jinping, en una calle de Pekín.
Una pantalla muestra al presidente chino, Xi Jinping, en una calle de Pekín.Kevin Frayer (Getty Images)

Recién estrenado el nuevo milenio, la cúpula del Partido Comunista Chino (PCCh) llegó a la conclusión de que los primeros 20 años del siglo XXI representaban un “periodo de oportunidad estratégica” para China. La teoría se hizo explícita en noviembre de 2003, cuando el por entonces líder Hu Jintao se dirigió a los 24 miembros del Politburó para proclamar que una extraordinaria convergencia de tendencias nacionales e internacionales colocaban al país ante la posibilidad de avanzar en su desarrollo “a grandes saltos”.

La tesis expuesta por el autor israelí Yuval Noah Harari en su ensayo Homo Deus apunta en la misma dirección: en los albores de la cuarta revolución industrial, aquellos países que tengan la capacidad de mirar a largo plazo y apuesten por dominar las tecnologías del futuro abrirán una brecha inalcanzable con respecto a sus contrincantes. Una de ellas es el blockchain o cadena de bloques, una estructura de datos empleada, por ejemplo, en la creación de monedas digitales. En este ámbito, el gran salto del gigante asiático ya es inminente.

China está a punto de convertirse en el primer país del mundo en lanzar su propia divisa digital, un logro que podría conquistar en los próximos meses. El banco central, de hecho, anunció a finales de abril haber comenzado sus pruebas, empleándola en transacciones reales en cuatro ciudades: Shenzhen, Chengdu, Suzhou y Xiong’an. Esta moneda no tiene nombre oficial todavía. De momento, las autoridades se refieren a ella por el acrónimo inglés DC/EP, “divisa digital/pagos electrónicos”. Tampoco tiene calendario de entrada en vigor, aunque el objetivo declarado es que estos primeros ensayos sirvan como “preparación para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Pekín”.

Todo comenzó con unas palabras de Xi Jinping a finales de octubre de 2019, pronunciadas durante una reunión de trabajo con altos cargos del Partido. En su intervención manifestó el deseo de que China se convirtiera en un “hacedor de reglas” y urgió a fomentar el desarrollo de la tecnología blockchain. “Los países más poderosos están acelerando sus iniciativas. Mayores esfuerzos deben realizarse para fortalecer la investigación básica y potenciar la capacidad de innovación para adquirir ventaja en los aspectos teóricos, innovativos e industriales de este campo emergente”, afirmó, en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias Xinhua.

No pasó mucho tiempo hasta que la Asamblea Popular Nacional, obediente, aprobó una nueva legislación criptográfica, la cual entró en vigor en enero de 2020. “El mercado de criptomonedas ha explotado en los últimos años y hasta ahora había sido regulado por medio de parches”, afirma Matthew Graham, director general de Sino Global Capital, consultora especializada en el sector. “Esta nueva ley establece líneas de acción para la industria y las agencias gubernamentales con el objetivo de impulsar y estandarizar el desarrollo y la adopción de tecnologías criptográficas y su marco legal”.

Un editorial del periódico oficial Diario del Pueblo, publicado unos pocos días después del discurso de Xi, aseguraba que “los cuadros del Partido deben entender que el liderazgo otorga una gran importancia a la tecnología blockchain, dadas sus perspectivas de aplicación en la economía real, estilo de vida popular y gobernanza”. Los altos cargos del Partido llevan, en efecto, varios años intentando “entenderlo” con la ayuda de expertos. A pesar de que comprender los detalles técnicos sea complicado dada su avanzada edad —64 años de media en el caso del Politburó—, todos captan los atractivos de un sistema monetario descentralizado pero inmutable y transparente. Al contrario que otras monedas desarrolladas por medio de la tecnología, como bitcoin —prohibida en el país—, la nueva DC/EP no será anónima. La posibilidad de disponer de todos los datos derivados de cada transacción económica, lo que facilitará en gran medida el rastreo del movimiento de capitales, es una de las principales motivaciones que explican por qué el Gobierno se ha embarcado en esta empresa.

Ventaja estratégica

La importancia del blockchain ya había sido puesta por escrito en el 13ª Plan de Desarrollo Quinquenal para los años 2016 a 2020, que subrayaba la repercusión de ciertas tecnologías como fuente de ventajas estratégicas. La aparición en cualquier documento oficial de estas características suele traducirse en una generosa financiación pública, por lo que la industria suele estar a la altura. China es ya el primer país del mundo en patentes relacionadas con blockchain, del mismo modo que antes lo fue en 5G, otra tecnología señalada como crítica y que ahora exporta al resto del planeta. Sin embargo, “las patentes no cuentan toda la historia”, señala Graham. “En China, el volumen de patentes tiene más que ver con la cantidad que con la calidad. Subsidios y otros incentivos están diseñados para estimar el registro de patentes más que para asegurarse de que son avances reales”.

Paul Triolo, jefe de Geotecnología de Eurasia Group, apunta a otra motivación. “Intuyo que están preocupados por proyectos como Libra”. Así se llama la moneda digital en la que Facebook anunció estar trabajando en junio del año pasado. El plan de la red social, no obstante, ha tenido que soportar la retirada de algunos de sus socios como Mastercard, Visa, PayPal o eBay. También ha sido objeto de muchas críticas por parte de reguladores y bancos centrales de todo el mundo. Algunas de las más punzantes, por supuesto, se oyeron en China —donde Facebook está censurado—. “Libra no será sostenible sin el apoyo y la supervisión de un banco central”, declaró en su día Mu Changchun, director de la división de pagos del Banco Popular de China. En su opinión, el uso de ese tipo de divisas digitales podría “perturbar la política monetaria y provocar riesgos de intercambio en economías con monedas volátiles”. Para China, combatir la implantación de proyectos como Libra es una cuestión de soberanía y es muy posible que haya llevado al banco central a acelerar su proyecto nacional.

Pero no todas las amenazas vienen de fuera. “También están preocupados por el enorme impacto que empresas como Tencent y Alibaba tienen en materia de pagos electrónicos”, añade Triolo. Este sector ha crecido a un ritmo explosivo en el último lustro. El volumen de transacciones alcanzó en 2018 los 227.400 billones de yuanes (29.542 billones de euros) según datos del Banco Popular de China, una cifra 28 veces superior a la de cinco años atrás. O lo que es lo mismo: de cada cinco operaciones, una se llevó a cabo recurriendo a pagos electrónicos. Su implantación además cruza todas las capas sociales: más de la mitad de la población del país posee un monedero digital.

En una entrevista publicada por EL PAÍS con motivo del Día de los Solteros en noviembre de 2019, Michael Evans, presidente de Alibaba, aseguró que su empresa estaba colaborando con el banco central en este proyecto. “Nosotros aportaremos nuestras opiniones. Esto no se ha hecho antes y será un reto”, remarcó el directivo. Con las dos primeras décadas del siglo XXI ya a sus espaldas, China se prepara para que, en lugar de recortar terreno, sus “grandes saltos” sirvan para abrir nuevos horizontes.


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