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El País Vasco bordea el coma industrial con un hilo de actividad

Algunas pymes y grandes firmas reabren parcialmente para afrontar compromisos con sus clientes extranjeros

Pedro Gorospe
Un trabajador de Tubacex toma la temperatura a otro antes de entrar en la planta de Llodio, Álava.
Un trabajador de Tubacex toma la temperatura a otro antes de entrar en la planta de Llodio, Álava.L. Rico

En el polígono industrial de Júndiz, en Vitoria, el ruido de las máquinas, coches y personas ha dado paso al silencio más absoluto. La paralización de la actividad es casi total en el polígono más grande de Euskadi, salvo en la zona del transporte por carretera. Además de la planta de Mercedes Benz, que envió a casa a 4.900 de sus 5.000 trabajadores con un ERTE hasta al menos mediados de abril, el resto del medio millar de empresas de Júndiz han bajado la persiana. Álava es la provincia española en la que la industria tiene más peso en el PIB, más del 33%. En el País Vasco hay ya 148.295 trabajadores afectados en unos 21.000 ERTES, según la patronal (7.303 expedientes en Gipúzkoa, 11.341 en Bizcaia y 3.090 en Álava).

Tras el decreto del domingo que paralizaba toda actividad no esencial y la flexibilización autorizada dos días después, algunas empresas, como Michelin, en el poligono de Gamarra, estudian reabrir. La industria vasca, netamente exportadora, contiene la respiración para que el 14 de abril se acaben las restricciones y puedan volver a la normalidad.

La siderurgia y otras empresas con compromisos exportadores, que pudieron retomar el miércoles la producción entre el 10% y el 30%, han sacado a la economía vasca de un coma anunciado, según las patronales vascas.

Es el caso de la alavesa Tubacex. En la planta que tienen el Llodio, un empleado apunta los nombres y toma la temperatura de los pocos que trabajan antes de abrir la barrera. A su alrededor todo está cerrado. El director de las unidades de negocio de acero y extrusión, Celestino Danis, explica que han retomado la actividad, aunque bajo mínimos, con un relevo en lugar de los tres habituales. “No vamos a poder cumplir con todos los clientes, pero al menos sí con los de mayor impacto”, asegura. Tubacex exporta más del 90% de su producción de tubos de acero sin soldadura y suministra materia prima y componentes a otros sectores esenciales. Danis confía en volver al 100% como muy tarde el 14 de abril. “Pero con todas las prevenciones, ahora mismo el futuro no va más allá de una semana”.

Planta de Sidenor en basauri, Bizkaia

En Vitoria tan solo se escucha el choque de metales en el interior de Sidenor. El ruido lo provocan dos empleados de mantenimiento que controlan hornos y bombas de agua. “Estamos solos, y hacemos cuatro horas semanales”, dicen, “hay determinados sistemas que no se pueden apagar”, cuentan desde el coche cuando se van, pasado el mediodía.

En Idiazabal y Beasain (Gipuzkoa), donde las empresas serpentean rio Orio abajo, hay algo más de movimiento, pero es un espejismo. La fundición AMPO de Ner Group apenas atiende a las exportaciones y lo mismo hace la de Arcelor Mittal. La ferroviaria CAF, una de las tractoras de la zona, no ha recurrido a un ERTE sino a un acuerdo para recuperar los días de paralización, hasta el 20 de abril, a lo largo de este año. La dirección se ha bajado un 5% el salario. Los empleados mantendrán los suyos. En torno a 1.500 teletrabajan ya, pero los talleres están cerrados, salvo 70 trabajadores (45 en Beasain e Irún y 25 en Zaragoza) que volvieron a trabajar este miércoles. Jokin I. Z. es uno de ellos. Abandona uno de los pabellones de la ferroviaria a las 13 horas del viernes. “Estoy prácticamente solo en esta zona, los talleres están sin casi nada de movimiento”, asegura.

Pese a tener una cartera de pedidos récord, CAF, que emplea a 4.000 personas en las plantas de Beasain, Irún y Zaragoza, decidió parar los talleres antes del decreto del domingo 29, para reabrir con 70 empleados el pasado miércoles. “Este desahogo nos va a permitir adelantar trabajos que nos pueden ayudar en la vuelta a la normalidad”, asegura el director de comunicación de la firma, Iñaki Escrig. Tienen tres contratos que cumplir de forma inminente con entregas de unidades para la red de cercanías de Oakland, California, para el metro de Napoles, Italia, y para Lieja, en Bélgica.

Planta de CAF en Beasain, Gipuzkoa.
EL PAÍS

En la densa zona industrial de Basauri, en Bizkaia, el único bullicio llega de Mercabilbao. El director gerente de la Federación Vasca de Empresas del Metal (FVEM), Adolfo Rey, explica que las firmas estaban ya por debajo del 50% de actividad en Bizkaia, y las pymes, las más ágiles a la hora de revertir un cierre, lo están haciendo, pero con muchos problemas por falta de suministros. De las 860 agrupadas en la FVEM, que dan empleo a 35.000 personas de las 52.000 que tiene el sector en Bizkaia, el 52% son exportadoras. “Una empresa de Ortuella me decía que tiene tres contratos con empresas de automoción en mayo, junio y julio y que moría. El martes vieron la luz cuando el Gobierno central abrió la mano y el Gobierno vasco les autorizó a volver a la actividad. Y como esta muchas”, asegura Rey.

Más del 60% de las empresas del metal confirmó el martes en una encuesta que, o estaban paralizadas o mantenían un hilo de producción de entre el 10%y el 25%. “La noticia del martes de que se podía mantener algo más de actividad ha dado a muchas empresas algo de esperanza para no verse abocadas al cierre, y a la economía vasca un poco de pulso para superar la paralización de la economía”, explica.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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