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La contribución de Italia a que Europa siga siendo Europa

El nuevo gobierno del país transalpino es fruto de la necesidad de evitar una crisis política y de la capacidad de reflexión y toma de decisiones de sus dirigentes ante situaciones cruciales

El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. / ANTONELLO NUSCA
El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. / ANTONELLO NUSCA

Que Italia tenga un nuevo gobierno, formado por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD), no es cuestión del azar ni, como se comenta con cierta frivolidad en España, gracias a la ‘pillería’ de sus políticos. Por el contrario, es fruto de la necesidad de evitar que el país caiga en una crisis política de dimensiones abrumadoras y de la capacidad de reflexión y toma de decisiones de sus responsables políticos ante situaciones críticas.

El primer factor se explica por sí mismo: en caso de haberse convocado elecciones anticipadas, la extrema derecha de la Liga acariciaba la posibilidad de hacerse con la victoria y aspirar a la Presidencia del Consejo de Ministros. Hubiera sido extraordinariamente irresponsable por parte de M5S y PD caer en la trampa tendida por Matteo Salvini, porque el precio que hubieran pagado Italia y la Unión Europea (UE) habría sido altísimo. Suele decirse que el líder populista se equivocó en su maniobra veraniega, pero la verdad es más bien que fue la inteligencia de los dirigentes de su ex socio de gobierno y de la izquierda lo que le hizo ‘equivocarse’.

El segundo factor es el que ha permitido no solo sortear el iceberg lanzado a la deriva por la extrema derecha, sino establecer un rumbo político distinto en torno a una nueva mayoría de centroizquierda, que quizás podría haberse conformado hace varios años si la cerrazón entonces de los fundadores de M5S no lo hubiera impedido. Basta recordar la dureza de la ya famosa reunión entre Renzi y Grillo retransmitida en directo por los medios de comunicación para ejemplificar lo ocurrido.

En la positiva solución encontrada al desafío de Salvini ha sido esencial la gran experiencia histórica, ideológica y política del PD, al que muchos daban por muerto demasiado alegremente, olvidando que, más allá de los resultados electorales concretos, encarna una tradición enraizada en el país, en sus instituciones y su sociedad, y una experiencia en el análisis de la realidad que, sin obviar el regate corto, tiene en cuenta las grandes tendencias de fondo y las oportunidades que la coyuntura ofrece en cada momento, sobre la base de un gran sentido de la responsabilidad.

En esta ocasión se trataba de frenar a la extrema derecha y, al tiempo, resituar al M5S en una senda que le aleje del populismo y de aliados tan poco recomendables como Salvini. Algunos consideran que eso pudo evitarse ya en 2018, con una posición más abierta del PD que no hubiera dejado a Di Maio ante al único camino de pactar con la Liga, con todas las nefastas consecuencias que ha acarreado durante un largo año.

Si se consigue esa reorientación, Italia, de la mano del PD, habrá encontrado -con los lógicos vaivenes de tener que lidiar diariamente con un partido tan particular como el M5S- una mayoría llamada a durar en el tiempo y a menguar la capacidad de la extrema derecha de fijar la agenda política. No es cuestión de voluntad, sino de datos: algunos estudios calculan que la mitad de los afiliados sindicales les han votado. Afiliados que en buena lógica se sitúan en ese ‘pueblo de centroizquierda’ que se alejó del PD en los últimos tiempos por diversas razones. No es casualidad que las encuestas de los últimos días premien la decisión del PD con un sensible aumento en su intención de voto, incluyendo a los electores más jóvenes.

El nuevo Ejecutivo está llamado a durar en el tiempo y a menguar la capacidad de la extrema derecha de fijar la agenda política

Afirmaba recientemente Piero Fassino -antiguo ministro, diputado, alcalde de Turín con el PD- que a su partido le correspondía transmitir una cultura de gobierno al M5S. Difícil que este lo acepte dicho así, pero qué duda cabe que, si el nuevo Gobierno Conte tiene éxito, Italia entraría en un duradero período de estabilidad. ¿Estaríamos ante el sueño de una confluencia entre el mundo católico y el mundo de izquierdas, que dejara fuera de juego a la Liga de Salvini (que además empezaría a sentir la dificultad de hacer oposición sin propuestas alternativas creíbles más allá de los exabruptos y la demagogia)?

Muy probablemente sí. Y ello sería una excelente contribución a frenar primero y derrotar después al populismo de extrema derecha. Italia, la movilización parlamentaria y social británica frente al Brexit salvaje de Johnson, o el triunfo de los grandes partidos alemanes en las últimas elecciones regionales son signos muy recientes de que Europa está en condiciones de seguir siendo Europa.

* Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas y antiguo eurodiputado

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