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Brexit
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El día después del Brexit duro

Una libra debilitada provocará un rápido encarecimiento del nivel de vida en el Reino Unido

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.WPA Pool (Getty Images)

El nuevo Gobierno británico ha apostado claramente por demostrar que un Brexit duro es una opción viable, o al menos más viable y beneficiosa para el país que la de un Brexit ordenado, con backstop irlandés y sentadas las bases de una unión aduanera futura entre el Reino Unido y la UE. Resulta difícil imaginar cómo un Brexit salvaje es más ventajoso para el país que uno ordenado, pero forma parte de una nueva estrategia negociadora a cargo de un Gobierno (más euroescéptico que el anterior) que pretende arrancarle a Europa más concesiones.

Sin embargo, este planteamiento podría acabar teniendo un resultado inesperado. De la misma manera que la victoria de la campaña del Leave en 2016 fue una sorpresa incluso para sus promotores, un Brexit duro por accidente, fruto de una mal calculada estrategia negociadora británica, podría acabar siendo otra sorpresa del destino.

Por mucho que la UE y los Estados miembros, España incluida, hayan hecho sus deberes y hayan aprobado medidas de contingencia para mitigar los principales efectos de un Brexit duro, las consecuencias de una ruptura radical con Europa serán dolorosas para ambas partes.

Pero por muy dura que pueda ser la salida para la UE, los efectos sobre el Reino Unido, su economía y sus ciudadanos, serán aún más devastadores. El Reino Unido perderá acceso al que es actualmente su principal mercado, tanto en servicios como en bienes. En algunos casos los servicios simplemente no se podrán prestar, salvo que las empresas británicas establezcan centros de operaciones permanentes en la UE (cosa que algunas ya han hecho, pero otras muchas no). La entrada de mercancías británicas en el mercado europeo quedará sujeta a un régimen aduanero que incluirá aranceles que restarán competitividad a estos bienes. Por no hablar de la dificultad de entrada y salida de las mercancías en los puertos europeos, que hasta la fecha no sometían los productos británicos a ningún control aduanero.

Pero el impacto más severo se lo llevará la economía británica, con una moneda en caída libre en los mercados de divisas, con el consiguiente encarecimiento del nivel de vida en el Reino Unido y el empobrecimiento de amplias capas de la sociedad, muchas de las cuales votaron a favor de salir de la UE con el mensaje de que sus vidas solo podrían mejorar. Las mentiras que intoxicaron el debate sobre el Brexit quedarán desveladas con toda su crudeza. Sus promotores intentarán achacar estos efectos a la mala fe de la UE, pero la cruda realidad es que el Brexit duro y sus devastadoras consecuencias serán responsabilidad del Reino Unido y de quienes creyeron en un cuento imaginario que combinaba nacionalismo, arrogancia, intereses ocultos, manipulación en redes y un buen puñado de políticos irresponsables.

Daniel Sarmiento es abogado y profesor de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense de Madrid. Este artículo ha sido elaborado por Agenda Pública para EL PAÍS.

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