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Reid Marsh (Barclays): “Las empresas prefieren el capital privado antes que salir a Bolsa”

Reid Marsh, responsable de banca de inversión de Barclays, durante una reciente visita a Madrid
Reid Marsh, responsable de banca de inversión de Barclays, durante una reciente visita a MadridINMA FLORES

Dos años lleva Reid Marsh al frente del negocio de banca de inversión de Barclays en Europa, Oriente Próximo y Asia. Buena parte de las actividades bajo su mando —incluyendo fusiones y adquisiciones y salidas a Bolsa— proceden de la compra, por parte Barclays, de los restos del naufragio de Lehman Brothers en 2008. Nacido en Kansas City hace 59 años, tiene su base en Londres, pero se pasa media vida en el avión. Sus contactos con clientes de todo el mundo le proporcionan un privilegiado punto de observación de los mercados y la economía global.

Pregunta. ¿Cuánto daño puede hacer la guerra comercial entre EE UU y China?

Respuesta. Estamos ante un problema a largo plazo. Puede que haya alguna solución milagrosa o algún tipo de acuerdo, pero la disputa va a ser larga. Algunas de las condiciones que se exigen a China son muy difíciles de cumplir, pues son fundamentales para su economía, su política internacional y su estrategia. La situación está generando mucha incertidumbre entre nuestros clientes a la hora de decidir aspectos como dónde fabrican sus productos, dónde instalan a sus empleados o dónde deben invertir.

P. ¿Qué impacto está teniendo en los mercados la escalada de tensión?

R. Está causando mucha volatilidad. Da la impresión de que los mercados saltan hacia arriba o hacia abajo con el último tuit procedente de Washington. A la hora de captar capital para una compañía, cualquier noticia negativa puede tener un impacto importante. Exacerba la volatilidad, porque hace muy difícil predecir cómo van a evolucionar a largo plazo cuestiones fundamentales.

P. ¿Está frenando esa volatilidad las salidas a Bolsa en Europa?

“Hay mucha volatilidad. El mercado salta arriba o abajo con el último tuit de Washington”

R. Se está consolidando una tendencia a largo plazo: las empresas optan cada vez más por recabar capital privado en lugar de salir a Bolsa. Muchas prefieren no cotizar o retrasar su Oferta Pública de Venta (OPV) durante más tiempo. En términos de OPV, el mercado europeo es el que atraviesa el peor momento de todos. Para salir a Bolsa con éxito tienen que darse determinadas condiciones, por lo que cualquier asunto que genere volatilidad e incertidumbre es muy perjudicial. Está siendo un año flojo para las OPV, sin duda.

P. ¿Cuáles son las mayores preocupaciones de sus clientes?

R. La que más aparece en nuestras conversaciones es la disrupción: qué cambios drásticos pueden ocurrir en su sector, normalmente relacionados con la tecnología. Quieren estar alerta ante lo que puedan hacer sus competidores, quieren saber en qué cosas tienen que centrar su atención, comprender cómo están cambiando los mercados… En estos momentos casi todas las empresas, salvo aquellas muy centradas en sus mercados nacionales, pueden ser objeto de disrupción: los bancos preocupados por la fintech, las empresas de servicios públicos preocupadas por la smart grid [red inteligente], las compañías de comercio minorista preocupadas por Internet… La segunda gran preocupación son las tendencias nacionalistas. Vivimos en un mundo globalizado, y a muchas empresas les preocupa que la inversión extranjera no sea bienvenida en determinadas jurisdicciones.

P. ¿Hasta qué punto nos debe preocupar el auge de los movimientos nacionalistas y de extrema derecha?

R. El fenómeno es distinto en cada país y afecta de manera distinta a cada sector. Hablamos mucho con nuestros clientes de la situación política en los países en los que están pensando invertir. Quieren saber con quién es necesario conectar y qué tipo de relato debe acompañar a su inversión. Aún no he detectado una inquietud generalizada, pero existe. China, por ejemplo, es casi persona non grata en EE UU en lo que se refiere a inversión extranjera. Por eso los chinos se están desplazando hacia Europa y otras partes de Asia. Pero la mayor preocupación, para mí, es que los reguladores y los políticos creen un ambiente desfavorable a la inversión extranjera y a la propiedad internacional de los negocios.

“Si los bancos europeos comienzan a pasar apuros se plantearán la opción de las fusiones”

P. ¿Se están animando las fusiones y adquisiciones?

R. Sorprendentemente, este año nuestro negocio de fusiones y adquisiciones está superando al que tuvimos el año pasado en Europa, y hay que recordar que 2018 fue de récord para Barclays. A pesar de los vientos de cara, las empresas están dispuestas a explorar oportunidades estratégicas. El motivo puede ser la disrupción, el deseo de buscar nuevas áreas de crecimiento o la voluntad de seguir siendo competitivas globalmente. Hay menos confianza entre los directivos que el año pasado, pero tenemos unos mercados de financiación de deuda muy sólidos. Hay mucho capital privado, así que la financiación no es un problema; el problema es encontrar la oportunidad adecuada a un precio que los accionistas consideren interesante.

P. ¿Veremos pronto alguna fusión entre bancos de distintos países europeos, como pide el BCE?

R. Es muy necesario, pero es una cuestión en la que hay mucho orgullo nacional implicado y muchas conexiones políticas con los bancos sistémicos de cada país que son difíciles de desentrañar. Creo que ocurrirá si los bancos comienzan a pasar apuros. Este tipo de transacciones siempre ocurren en momentos difíciles. Pasa igual en otros sectores. Mire la industria automovilística, por ejemplo. Es muy nacionalista en toda Europa.

P. ¿Hay nubarrones a la vista en el sector bancario?

R. Estamos bien. De hecho, creo que estamos mucho mejor de lo que estábamos.

P. ¿Qué va a pasar con el Brexit?

R. No sé de qué me habla (risas). En Barclays llevamos dos años haciendo planes para un Brexit duro. Hemos creado el mayor banco de Irlanda a principios de este año para establecer allí nuestro cuartel general para Europa. Estamos preparando a la gente y afinando nuestros sistemas para lidiar con esa eventualidad. Pero lo fundamental no es la fontanería ni la mecánica; es el impacto que un Brexit duro puede tener en la economía británica. Muchas empresas japonesas, chinas o indias invirtieron en Reino Unido como puerta de entrada a Europa. Ahora hay compañías que están retrasando sus decisiones de inversión a la espera de ver qué pasa. El gran problema es la incertidumbre: cuanto más dure, más difícil será para las empresas decidir qué van a hacer y en qué van a invertir.

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