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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Europa tan solo se beneficiará moderadamente de la reactivación económica de China

El presidente chino Xi Jingpin
El presidente chino Xi Jingpin MARK SCHIEFELBEIN (GETTY)

La frustración de los inversores que no aciertan en sus previsiones sobre la evolución de la economía europea proviene de una doble dificultad. La primera es que la economía europea está muy orientada al exterior. Excluyendo el comercio intracomunitario, el intercambio de bienes entre la Unión Europea y el resto del mundo representa en torno al 15 % del comercio mundial de bienes, lo que convierte a la UE en la primera potencia comercial a escala internacional, pero también en una economía cuya salud guarda una estrecha correlación con la del resto del mundo. Aproximadamente el 20 % del PIB de la UE depende de sus exportaciones. Por tanto, resulta imposible prever adecuadamente la trayectoria futura del crecimiento europeo si solo se tiene en cuenta a Europa.

La segunda dificultad responde a que China es el primer socio comercial de la UE después de Estados Unidos, y pocas cosas son más difíciles de descifrar que la realidad de la dinámica económica china. Así, si nos atuviéramos a los datos oficiales, llegaríamos a la conclusión de que la tasa de crecimiento de la economía del gigante asiático registra una trayectoria estable desde hace cuatro años, en torno al 6,4 %. La situación real es totalmente diferente, y el cotejo de estos datos con los de sus socios comerciales —que hacen gala de una mayor transparencia— evidencian que China acusó una marcada ralentización en 2015, seguida de una sólida recuperación en 2016 para finalmente experimentar una drástica recaída en 2018.

Así, cabría preguntarse qué puede esperar Europa de la dinámica china en 2019 y, partiendo de esa base, cuáles son las implicaciones para los mercados bursátiles.

El comportamiento del mercado de renta variable chino arroja un primer indicio, a menudo útil, dado que refleja principalmente la percepción de los inversores locales, propensos a asumir riesgos y que muestran una gran sensibilidad a la coyuntura local. No obstante, el mercado interno chino se ha revalorizado un 28 % en lo que llevamos de año. Este considerable repunte compensa, en parte, la marcada caída que experimentó en 2018 y refleja una evolución desde una situación de importante ralentización económica —probablemente similar a la de 2015, acentuada por la amenaza estadounidense de imponer sanciones comerciales— a una coyuntura de impulso presupuestario y monetario mitigado ante la perspectiva de que las negociaciones comerciales entre China y Estados Unidos se salden de manera «constructiva». Por tanto, la situación de China ha mejorado. Resulta probable que, en el peor de los casos, el país esté en fase de estabilizar su ritmo de actividad, lo que constituye una noticia positiva para nuestras exportaciones. Así, resulta lógico que los sectores cíclicos del mercado bursátil registren un excelente comportamiento desde principios de año.

 ¿Implica esta coyuntura que estamos cerca de experimentar una réplica del movimiento que apuntaló la recuperación europea en el periodo 2016-2017? Seguramente no. Cierto es que los datos oficiales chinos del primer trimestre podrían hacernos pensar que así es. El crecimiento del crédito se aceleró, al igual que el ritmo de las inversiones, e incluso las ventas de automóviles presentan indicios alentadores. Y así, ¡oh sorpresa! El ritmo del crecimiento del PIB chino se situó en el primer trimestre en un... 6,4 %. No obstante, si analizamos este dato en mayor detalle, veremos al menos dos elementos que nos invitan a moderar el optimismo: por un lado, la aceleración del crédito se vio apuntalada por un marcado uso de las cuotas asignadas por el Gobierno en base anual. Por tanto, el arsenal de estímulos económicos ha quedado en gran medida desabastecido: queda poco margen de maniobra para el resto del año. Por otro lado, los propios datos oficiales indican que el crecimiento del primer trimestre esconde una continuación de la ralentización de la actividad nacional. El crecimiento se ha visto impulsado por las exportaciones. Por consiguiente, la actividad económica china «saca partido» del crecimiento mundial en mayor medida de lo que contribuye a él, al menos por el momento. La locomotora es más lenta de lo que parece.

Como suele ser habitual, los mercados de renta variable no se han detenido por el momento a analizar los matices: tras haber entrado en pánico a finales del año pasado ante la perspectiva de una recesión generalizada, muestran hoy su entusiasmo ante la posibilidad de un repunte contagioso. Sin embargo, el quid de la cuestión seguramente resida en los matices: la fuerza impulsora de China tendrá efectos positivos, aunque claramente modestos, por lo que solo beneficiará de forma moderada a los exportadores europeos, máxime si un acuerdo comercial entre China y Estados Unidos favorece a las importaciones provenientes del país norteamericano, como cabría esperar. Así, los valores cíclicos europeos no se revalorizarán hasta cotas astronómicas en 2019.

Didier Saint-Georges, es miembro del Comité de Inversión de Carmignac

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