FEMSA, la embotelladora de América
La compañía mexicana se expande en la región y quiere aprovechar la reforma energética al interesarse por el pujante negocio de las estaciones de servicio
Desde el desierto de Chihuahua hasta en la selva de Chiapas, Coca-Cola es omnipresente en México, y la responsable es Fomento Económico Mexicano (FEMSA). La embotelladora, que comenzó en 1909 en Monterrey (norte del país) como una fábrica de cerveza, se ha expandido en nueve países de América Latina y en los negocios lácteos, farmacias, tiendas de alimentación, restaurantes y cervecerías.
La cerveza fue el pilar sobre el que se edificó el imperio de FEMSA. Cinco empresarios del norte de México —entre ellos, Isaac Garza— fundaron la Fábrica de Hielo y Cerveza Cuauhtémoc con apenas 70 trabajadores. En 1979, el grupo salió a Bolsa y Coca-Cola se integró en su accionariado; sin embargo, este sigue estando en su mayor parte (un 74,9%) en manos de la hoy poderosa familia Garza. A partir de la década de los noventa desembarcaron en el resto de Latinoamérica y Filipinas.
A pesar de que la mayoría de los países en los que FEMSA ha invertido tienen un tímido crecimiento económico, la mexicana ha registrado ingresos totales, durante 2014, de 17.861 millones de dólares, un 2,1% más que el año anterior. Con Coca-Cola como producto estrella, la compañía posee un mercado de 351 millones de consumidores en 10 países y emplea a 216.000 trabajadores en toda la región. El grupo ha aprovechado el crecimiento de la cadena de tiendas de alimentación Oxxo, así como el de las Farmacias YZA, FM y Farmacon para conseguir números positivos. Se han sumado también Panamco, Jugos del Valle, Grupo Industrias Lácteas, Santa Clara y Coca-Cola Bottlers Philippines.
Las tiendas Oxxo son otro ejemplo del aumento de la penetración de FEMSA en las calles de México. En todas las ciudades del país, sin importar el tamaño de su población, es posible encontrar uno de estos establecimientos, donde se venden alimentos y, por supuesto, todos los productos de Coca-Cola. La cadena tiene 12.853 tiendas en México y solo en el último año se han abierto 1.132, señala el informe anual de la firma. En 2014 se ha sumado al grupo Doña Tota, una cadena de restaurantes especializada en gorditas, un plato típico mexicano.
La expansión de FEMSA y la integración de diversas marcas al grupo en los últimos años han sido obra de su consejero presidente, José Antonio Fernández Carbajal, conocido como El Diablo desde su niñez. Durante su administración ocurrió la venta de la división cervecera, Cuauhtémoc Moctezuma, a la holandesa Heineken. La transacción se hizo por 7.347 millones de dólares y FEMSA conservó una participación del 20% de las acciones de la nueva empresa. La decisión fue duramente criticada por poner un precio a la herencia de cuatro generaciones mexicanas de cerveceros. “Es una muestra de que hay que atreverse a hacer cosas. El grupo de control de la compañía no antepuso sus intereses personales por generar valor para la empresa”, se justificó en una entrevista a la revista mexicana Expansión.
FEMSA ha ejecutado 14 adquisiciones más y se ha expandido rápidamente en las economías más prósperas de América Latina. En 2013, Fernández Carbajal fue nombrado el mejor consejero delegado de México por la Universidad de Harvard.
En el último año la compañía se ha enfrentado a problemas en las tres economías que más ganancias le generan: Venezuela, Brasil y México. En Venezuela, la falta de suministros para la producción ha golpeado a todas las empresas de bebidas. La mexicana ha aprovechado la situación para ampliar su mercado, gracias a lo cual ha logrado un crecimiento del 12,5%. Sin embargo, la firma batalla con la conversión del tipo de cambio de un volátil bolívar. “Al ser de los pocos productores que han podido seguir haciendo sus bebidas y productos, han visto beneficios en los volúmenes”, señala Vanessa Uribe, analista de Monex.
En Brasil, la caída del PIB ha generado un descenso en las ventas de refrescos: además, el Mundial de Fútbol de 2014 no impulsó a sus productos como se esperaba. La empresa señala en su informe que Brasil posee “un entorno de consumo complejo”. No obstante, abrió una planta embotelladora en Itibarito (Minas Gerais) para impulsar la producción.
En México, su mayor mercado, el problema es otro. El Gobierno de Enrique Peña Nieto está preocupado por dos cifras: México es el segundo país con más personas obesas —después de Estados Unidos— y es el mayor consumidor de refrescos del mundo: 163 litros por persona y año, según la Organización Mundial de la Salud. “En México hay pueblos donde la Coca-Cola llega pero no la leche”, reconoció en 2014 la ministra de Desarrollo Social, Rosario Robles, a este diario.
Para atajar la epidemia de obesidad, el Gobierno autorizó en 2013 un impuesto de un peso mexicano (0,07 dólares) a las bebidas saborizadas, que se suma al 16% de IVA que ya tributaban. Sin embargo, el golpe para FEMSA no fue tan grande como había previsto. En vez del descenso del 7% en las ventas que había calculado, la embotelladora vio cómo la caída quedaba en un 2,5%.
Ante el futuro, FEMSA ha tomado la delantera al anunciar su interés por hacer una incursión en el sector energético vendiendo gasolina. La reforma aprobada en 2013 ha abierto el amplio mercado de la energía a la inversión privada. No es un movimiento inesperado. La firma lleva 20 años preparándose al instalar tiendas Oxxo al lado de estaciones de gasolina concesionadas por Petróleos Mexicanos (Pemex) —hasta ahora el único proveedor de combustibles en el país— a empresarios. Ahora FEMSA se dispone a comprar todas esas estaciones: 227 en total. “Las gasolineras le generan tráfico a las tiendas de alimentación, y en estas tiendas se venden los productos de Coca-Cola, entonces es un negocio totalmente redondo”, apunta Uribe, de Monex.
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