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Un bus turístico de exportación

El Grupo Julià, el tercer operador mundial del sector, crece en EE UU

Un autobús turístico recorre Madrid.
Un autobús turístico recorre Madrid.Samuel Sánchez

Muchos han visto sus autocares blancos con letras verdes recorrer las principales ciudades de España. Pero pocos saben que, además de transportar viajeros, el Grupo Julià se ha convertido en los últimos años en el tercer operador de buses turísticos del mundo, después de la europea Big Bus y la estadounidense City Sights. Se estrenó en el sector en Madrid hace más de 15 años y, el verano pasado, sus vehículos de dos plantas y techos descubiertos comenzaron a circular por Washington, su tercera ciudad en Estados Unidos. Un país donde tiene enfocados sus esfuerzos de expansión y donde ha invertido 20 millones de euros.

“Tenemos alrededor de 35 empresas que trabajan en tres divisiones, y de éstas, la que más crece es la del bus turístico”, asegura el presidente del grupo, José Adell. La compañía ofrece este servicio en cinco ciudades españolas —Madrid, Barcelona, Toledo, San Sebastián y Murcia— y seis del extranjero —México DF, Marraquech, Andorra la Vella, Miami, San Francisco y Washington DC—. “Nuestra apuesta importante está ahora en Estados Unidos, donde nuestra plantilla ya asciende a 200 personas y en los próximos meses incorporaremos entre 70 y 80 más”, explica el empresario.

La división de buses y trenes turísticos creció un 30% en 2014

La compañía aún no ha acabado de cerrar las cuentas de 2014, pero estima que solo el negocio de buses y trenes turísticos aumentó su facturación en más del 30% durante el año pasado, lo que la situaría en torno a los 45 millones de euros. Para este ejercicio, las previsiones de inversión del Grupo Julià rondan los 15 millones. De estos, la mayor parte se destinará a su consolidación en el mercado norteamericano, donde se ha asociado a firmas locales e incluso ha introducido vehículos de fabricantes españoles —la gallega Umbi y la catalana Ayats—. La siguiente ciudad en el punto de mira es Chicago.

El Grupo Julià, fundado en Barcelona en 1933, tiene una facturación global que supera los 270 millones y es una de las principales operadoras españolas que combinan turismo y movilidad. Su división de turismo —agencias de viajes y receptivo— le brinda todavía la mayor parte de los ingresos (el 78% en 2013). Pero la de buses turísticos tiene el mayor ritmo de crecimiento y juega un papel clave en el desarrollo de la anterior.

“Al ser una de las mayores empresas dedicadas a esta actividad, las Administraciones nos conocen, y cuando queremos entrar en una ciudad somos bien recibidos. Nuestra estrategia de expansión es aprovechar esto e ingresar en mercados nuevos con el bus turístico. Luego, adquirimos un operador turístico y comenzamos a ofrecer otro tipo de servicios en el destino. Porque con el bus, los visitantes ven la ciudad durante tres o cuatro horas y luego, ¿qué? Quieren hacer más cosas, así que nuestro siguiente paso siempre es crear o comprar una compañía de turismo receptivo local”, explica el directivo.

Para Eliseo Llamazares, de la consultora KPMG, se trata de un proceso natural: “El sector del transporte turístico ha evolucionado porque el propio turismo lo ha hecho. Cada vez son menos los viajeros que llegan con paquetes vacacionales o transporte ya encargados”. A esto se suma la popularidad del turismo individual.

La empresa ofrece el servicio en 11 ciudades, seis de ellas en el extranjero

La necesidad de reinventarse ha hecho que el negocio derive en la modalidad hop-on hop-off (subirse y bajarse), indispensable desde hace poco más de una década en las urbes más atractivas. Adell coincide: “En los años sesenta, cuando empezamos a hacer turismo, recorríamos la ciudad en un bus de Julià con un guía que llevaba a un grupo cerrado. Hacíamos unas cuatro paradas en sitios clave donde bajaban todos y luego los llevábamos a comer. Ahora, la gente viaja más sola, con servicios low cost y se quiere mover por su cuenta. Nuestro proceso de adaptación ha sido el bus turístico”. Un servicio con el cual el Grupo Julià movió en 2014 a más de 3,5 millones de personas.

Pero no cualquier ciudad sirve, según apunta Llamazares: “Ha de ser un lugar con encanto, en uno con un perfil más financiero no funcionaría tanto”. La seguridad también es un elemento a valorar: “Por ejemplo, Centroamérica es una zona pendiente de explotar, pero existe el riesgo de si los puntos donde dejarás al turista son seguros, y esto hace difícil la implementación del servicio”, opina.

El sector es de interés para las empresas españolas porque se encuentra dentro de una de las áreas en las que más experiencia acumulan: el turismo. “Pero hay que tener en cuenta que requiere de inversiones importantes en equipos, que en las localizaciones premium suele haber más de un operador  y que no deja de ser una actividad estacional”, advierte el analista.

Más negocio fuera de España

José Adell enseña con orgullo el Gourmet Bus, el autobús de dos plantas con cocina y restaurante que ha ofrecido comidas y cenas a los visitantes de Barcelona durante los últimos dos años y que ahora pasa sus últimos días en la ciudad. “El ministro de Turismo de Dubai lo vio en Fitur el año pasado, se enamoró de él y ahora se va para allí, donde lo pondremos en marcha en cooperación con una empresa local”, explica el consejero delegado del Grupo Julià.

Según el directivo, es justamente esta filosofía de asociación y diversificación —tanto geográfica como de ramas— la que ha permitido al conglomerado no tener ni un ejercicio de pérdidas a nivel de grupo durante la crisis. La firma se organiza en tres divisiones: turismo, transporte y buses y trenes turísticos. “La mala situación económica del país afectó al área de transporte, pero nuestra firma estaba reestructurada y no había hecho ninguna barbaridad durante los años anteriores. Además, el consumidor español representa solo el 8% de la facturación, así que el impacto no fue tan grande”, explica Adell.

El 43% de los ingresos del grupo tienen origen en España y el 57%, en el extranjero, con filiales en México, Argentina y Puerto Rico. Con una plantilla de 1.300 empleados en todo el mundo, la empresa facturó 274 millones en 2013 y aunque no ha terminado de cerrar sus cuentas de 2014, admite que estas reflejarán una “ligera” caída debido a la devaluación del peso argentino, un mercado con una repercusión “relevante” en los resultados del grupo.

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