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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

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La consolidación fiscal tendrá que intensificarse en el año 2015 con malos efectos sobre el consumo

José Carlos Díez

Ya conocemos la contabilidad nacional de 2013. El año se cerró con una caída del PIB del 1,2% y medio millón de trabajadores perdieron su empleo. Emocionados en la venta de la reforma laboral algunos ya no respetan ni a los economistas difuntos. La manida Ley de Okun estudiaba la relación empírica entre la variación del PIB y del empleo. En 2013 España destruyó el triple de empleo que la caída de la actividad. Si el gran Arthur Okun resucitase no usaría el PIB, utilizaría la demanda interna que cayó próxima al 3% y ayuda a explicar la sangría de empleo en nuestra querida España. Y sería implacable que los errores de política económica que se han cometido en España y con nuestro Gobierno y el BCE que son los máximos responsables de este desastre.

Los datos del cuarto trimestre no son mucho más alentadores. Tras el desplome, la economía ha encontrado un suelo, pero se está arrastrando por el fondo. El INE se ha visto obligado a revisar a la baja el dato de PIB real hasta 0,17% tras el desproporcionado desplome del consumo público que le ha facilitado la Intervención General del Estado (IGAE). La IGAE debería explicar urgentemente como es posible justificar un desplome del 22% anualizado, la mayor caída de la serie histórica, del consumo público en un solo trimestre y al mismo tiempo aumentar el empleo público en 33.000 personas en el mismo trimestre. Y el INE debería explicar con la misma urgencia como con una contribución negativa del consumo público próxima al 4% anualizado el PIB no ha vuelto a entrar en recesión en el cuarto trimestre. Estos datos no ponen solo en cuestión toda la teoría económica desde Jenofonte, sino también la ley de la gravitación universal.

El único dato positivo a resaltar del cuarto trimestre es que la inversión en equipo de las empresas mantiene su vigor. Este dato si está justificado por los indicadores conocidos. El problema es que las exportaciones nominales se han frenado en seco y la función de consumo en España sigue sin dar crecimiento. Por lo tanto, con este nivel de ventas finales de las empresas el ciclo de inversión está amenazado. Lo más preocupante es que el PIB nominal lleva dos trimestres estancado al 0,0%. La causa es la deflación salarial que volvió a activarse en el cuarto trimestre. El problema de España es de sobreendeudamiento y es imposible resolver una crisis de deuda con deflación y el PIB nominal estancado. Japón es el espejo en el que España debe mirarse.

El euro está sobrevalorado, el crédito sigue muy restringido, los tipos de interés reales de nuestras pymes desincentivan la inversión y España tendrá en 2014 el mayor déficit de la UE 28 según la Comisión. Y en 2015 será aún mayor. Por lo tanto, la consolidación fiscal tendrá que intensificarse en 2015 con efectos negativos sobre el empleo y el consumo.

Deberíamos estar pidiendo: una política cambiaria que deprecie el euro, políticas monetarias que bajen nuestra prima de riesgo que sigue en 200 puntos básicos, planes de estímulo fiscal con eurobonos que permitan al BCE monetizarlos y lucha contra la deflación. Deberíamos sanear definitivamente el sistema bancario, desatascar el crédito y bajar los tipos de interés efectivos a los que se financian nuestras pymes. Y hacer una reforma fiscal creíble que aumenta la recaudación y cierre la sangría del déficit. Pero nuestro presidente está en el cabo de Hornos. Conviene no olvidar que la expedición de Magallanes partió con 270 tripulantes y sólo consiguieron regresar 17.

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