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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Eliminar como amigo a Hacienda

La caza de brujas fiscal contra Facebook parece fuera de lugar

En el Capitolio hay indignación por un aspecto secundario de la oferta pública de acciones de Facebook. Los senadores estadounidenses Chuck Schumer y Bob Casey se oponen a la “evasión” fiscal del cofundador Eduardo Saverin con sus participaciones en la red social ahora que ha renunciado a su nacionalidad estadounidense. Pero dejar de ser estadounidense es caro y complicado. En vez de ello los legisladores podrían preguntarse qué están haciendo mal para que los expatriados estadounidenses se lo planteen siquiera.

Saverin, que es brasileño de nacimiento, no está evadiendo nada. Cualquiera que devuelva un pasaporte estadounidense paga un impuesto de salida sobre las plusvalías, incluidas las que todavía no se han materializado por la venta de inversiones. La participación que mantiene en Facebook, que posiblemente esté valorada en varios miles de millones de dólares, podría haber sido valorada en mucho menos. Pero el IRS [la Hacienda pública estadounidense] está recaudando cientos de millones de dólares en impuestos que Saverin podría no haber pagado nunca si hubiese seguido siendo un ciudadano estadounidense y se hubiese quedado con las acciones.

Por eso, la renuncia a su ciudadanía no resultó barata. También es un proceso largo y burocrático. Ahora los senadores también quieren que el IRS dé por sentado que cualquiera que tenga medios importantes y que ya no preste lealtad a las barras y a las estrellas está evadiendo impuestos, por ello le grave con el doble del tipo impositivo actual del 15% sobre las plusvalías y que también grave las plusvalías futuras. Y quieren asegurarse de que esa persona no pueda volver a poner el pie nunca más en EE UU.

Dejar de ser estadounidense, como el cofundador de Facebook Eduardo Saverin, es caro y complejo

En su celo, Schumer y Casey no están viendo la situación en su conjunto. En primer lugar, Saverin es un privilegiado por tener la posibilidad de renunciar a su nacionalidad estadounidense, y sus motivos se derivan en parte de las frustraciones que sienten la mayoría de los expatriados. De forma excepcional, EE UU grava las rentas de sus ciudadanos en todo el mundo aunque vivan en el extranjero. La carga del cumplimiento hace que a menudo sea difícil incluso abrir una cuenta bancaria. Y el IRS convierte en una pesadilla declarar los bienes y los ingresos que no sean estadounidenses.

Luego está el efecto que tiene a la hora de atraer ciudadanos de otros lugares. Algunos casos anecdóticos parecen indicar que la complejidad y las tendencias imperialistas del sistema fiscal del Tío Sam —incluso más que sus tipos impositivos— desaniman a los posibles inmigrantes. Por cada Saverin que se deshace de un pasaporte estadounidense (y el total del pasado año, aunque fue un récord, solo ascendió a 1.780) podría haber miles de personas más que no quieren verse atrapadas en la burocracia del IRS y optan por llevarse a otro lugar su talento, su futuro poder adquisitivo y sus contribuciones fiscales. Eso es algo por lo que vale realmente la pena escandalizarse.

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