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Astérix y el sector financiero

Banco Etcheverría capea la crisis pese a ser 530 veces menor que La Caixa

María Fernández

El sector financiero atraviesa una profunda reestructuración. En este contexto, el Banco Etcheverría, uno de los más pequeños del país, se parece cada vez más a la aldea de Astérix y Obélix. La familia del mismo apellido lo dirige desde su sede en Betanzos (A Coruña) con el ritmo propio de una villa rural de 13.500 habitantes. Para bien (y para mal), el banco se ha visto encerrado en sus pequeñas dimensiones, sin la necesidad de colocar productos tóxicos a través de sus oficinas ni coquetear con el ladrillo excesivamente.

Con un activo total que no llega a 700 millones, 150 empleados y 40 oficinas, es 527 veces más pequeño que La Caixa. Los miembros de su Consejo de Administración no reciben remuneración alguna, ni tienen planes de pensiones (salvo el presidente), y los escasos créditos que ofrece a entidades vinculadas con sus administradores se suscriben según las condiciones del mercado, sin privilegios. Lejos de los estratosféricos emolumentos en la banca, sus nueve mayores ejecutivos reciben una retribución fija media de 113.000 euros (otro tanto puede ser variable) y la entidad no aporta ni un euro a sus planes de pensiones. “Lo nuestro es el negocio netamente bancario, en la cercanía con el cliente”, aseguran en el banco más antiguo de España, fundado en 1717.

La entidad gallega ya ha cumplido con los nuevos requisitos de solvencia

La primera reforma legal del sistema financiero apadrinada por el Gobierno del PP, que ha dejado en la cuneta a grandes grupos como Banca Cívica, no ha dañado el balance del Etcheverría. Fue, de hecho, el primero en comunicar al regulador que ha realizado los nuevos saneamientos sin necesidad de operaciones extraordinarias, para lo que necesitó apenas cinco millones de euros. “Los pequeños hemos crecido menos, pero también hemos variado menos nuestra estructura, seguimos en la banca tradicional”, explica su director, Francisco Botas. “Menos del 10% de los créditos que concedemos están en el sector inmobiliario”. Conclusión: la morosidad solo es del 4,5% (en el conjunto del sistema financiero español alcanza el 7,9%) y el nivel de cobertura de dudosos alcanza el 100%. Botas aporta datos que rompen el mito de que un banco pequeño tiene problemas para financiarse: de cada 100 euros que captan como depósitos, prestan 80. La liquidez que les ofrece ese margen del 20%, dice, los hace más independientes. “Y en etapas flojas, como esta, eso nos permite seguir dando cada año un 8% más de créditos”, analiza el director.

Durante los años de fiesta en la economía española no crecieron al ritmo que querían porque ninguno de sus productos ofrece rentabilidades muy altas. Quizá por eso ahora pueden darse el gusto de no cobrar comisiones y gastos a los clientes que se quedan en paro. Sus raíces están en el rural, donde financian a un buen puñado de empresarios dedicados a la agricultura.

No hace tanto, en 1991, solo tenía 10 oficinas y 50 empleados. Ahora ha alcanzado los 100.000 clientes pescando en el río revuelto de los descontentos que han dejado Novagalicia Banco (NGB) y Banco Pastor, los dos puntales del sistema financiero gallego que han dejado de serlo. El primero es, además de competidor, accionista (con el 45%) del banco de Betanzos. Tras su nacionalización, NGB ha puesto a la venta su paquete. Los dueños (la familia Etcheverría de la Muela) no están preocupados porque ninguna operación les haría perder el control.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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