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Crítica:PURO TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ni contigo ni sin ti

Marcos Ordóñez

Estoy de suerte: he visto dos comedias estupendas estos días en Barcelona. Les hablaré pronto de Nada volverá a ser como antes, en la Villarroel, una función escrita y montada con férrea ligereza, con unos efervescentes Andrés Herrera y Dolo Beltrán, y un feliz retorno de Carol López a la buena forma tras el artificio de Boulevard. Estará en cartel hasta el 11 de marzo, pero vayan sacando entradas porque se perfila como uno de los éxitos de la temporada. Sé de un lugar, de Iván Morales, ya lo es: un éxito sorpresa y una revelación. Puntos en común: son historias de amor y desamor, de ahora mismísimo, que conectan fabulosamente con un público de todas las edades porque rebosan verdad y gracia. Iván Morales dialoga y dirige de maravilla. Debuta como autor y director, aunque lleva muchos años ganándose la vida como actor en cine, teatro y televisión. Ha escrito los guiones de Mi dulce y El truco del manco, ha dirigido varios cortos, y le honra reconocer su deuda con maestros tan diversos como Darío Argento, Ulises Dumont, Manuel Morón, Roger Gual, Daniel Monzón y los hermanos Calatrava. He de preguntarle en qué trabajó con los Calatrava.

Ustedes están pensando: "Oh, no, otra obra sobre una pareja en crisis". ¡Destierren sus temores! 'Sé de un lugar' esquiva todos los tópicos del género
Su estrategia es un devenir imprevisible, pero sin el menor efectismo; tiene humor, poesía, complejidad y pegada

Sé de un lugar se presentó hará unos meses en La Caldera, uno de los bastiones off del barrio de Gràcia, y ahora ha llegado a La Seca, la nueva y flamante sede del Espai Brossa, en el Borne. Las funciones se dan en un salón del primer piso: asistimos, a escasos centímetros de distancia, a los encuentros y desencuentros de Simó y Béré, una pareja que se quiere y se necesita, pero no puede vivir bajo el mismo techo; un poco en la línea de aquel Confort doméstico que presentó Roger Bernat en un palacio modernista de Sitges a finales de los noventa. Sensación inmediata de estar en un teatro porteño, en Timbre 4 o El Camarín de las Musas: por el espacio reinventado con cuatro trastos, por la proximidad, por la fuerza de Xavi Sàez y Anna Alarcón, los magníficos actores, para mí desconocidos.

Voy a leerles el pensamiento. Ustedes están pensando: "Oh, no, otra obra sobre una pareja en crisis". ¡Destierren sus temores! Sé de un lugar esquiva todos los tópicos del género. Su estrategia es un devenir imprevisible, pero sin el menor efectismo; tiene humor, poesía, complejidad y pegada. A su manera es una relectura de El trío en mi bemol, de Rohmer, del que toma la partitura de encuentros espaciados en el tiempo, la pasión por la palabra y la anécdota central: en ambas, el protagonista afirma no poder querer plenamente a quien no ame la música que a él le emociona. En Rohmer era Mozart; aquí es el inmortal tema de Triana que da título a la obra. También comparte con Rohmer la mirada, aguda y perceptiva: ironiza, pero nunca caricaturiza, aunque a ratos parezca deslizarse hacia la sátira de diversas panaceas modernas. Relativamente modernas: antes he dicho que es una comedia "de ahorísima mismo", pero le quitas los móviles y podría pasar perfectamente a finales de los sesenta, lo que nos lleva a la obvia conclusión de que cambiamos más bien poco. Morales deja que lleguemos a nuestras propias conclusiones pintando a sus personajes con capas sucesivas. No es complaciente, pero tampoco los denigra, nunca. Estás y no estás con ellos, como debe ser. Los muestra en todas sus torpezas, obsesiones y mentiras, y también con todo su ingenio y toda su honestidad. Simó y Béré son un poco como el Narciso y el Goldmundo de Hesse: una da la vuelta al mundo, el otro viaja alrededor de su habitación. Hablan un lenguaje mestizo, una gloriosa mezcla de catalán y castellano (la adaptación al catalán corre a cargo de Joan Roselló), que parece naturalista y resulta mucho más estilizada de lo que parece: diálogos y monólogos vivos, arborescentes, aparentemente despeinados pero pautados con metrónomo, que recuerdan (con mucha más luminosidad) a los ritmos de Wallace Shawn en Marie & Bruce. Iván Morales sabe lo que se hace. Se toma su tiempo sin perder nunca el compás ni el hilo de la puntada. En Sé de un lugar no hay una sola escena que circule por caminos trillados. Véase el arranque, en el que Simó comienza hablando de su racismo, gira hacia la historia de su padre, los gitanos y el casete de Triana (esencial, como se verá), y se corta muy hábilmente para presentar a Béré in media res, en plena discusión sobre los programas basura, a gran velocidad. Es un comienzo perfecto, definitorio. Todo parece casual, pero todo es estructura, todo es acción y es personaje, y las transiciones que marcan el paso del tiempo van a entrar, igual que esta, como cuchillos en manteca.

Simó es guionista y dibujante de cómics. Un buen (o mal) día decide no salir de casa ni para ir a comprar: de esa cuestión va a ocuparse Sharukh, un viejo hindú bastante invisible. Simó es ciclotímico, verborreico, intolerante, apasionado: podría ser un cruce entre el Alexandre de La maman et la putain y el Matías de Ópera prima. Por cierto, esta función les gustaría mucho a los tres Trueba: Fernando, David y Jonás. Béré es una montaña rusa, dura y frágil, acelerada por las pastillas o extasiada por sucesivas epifanías espirituales. Viaja a países lejanos, tiene amantes de ambos sexos, pero regresa siempre para contarle sus aventuras a Simó y echarle un ojo. Parece insegura y es extraordinariamente firme: firme en su voluntad de cambio y firme en su amor. Por eso mi escena favorita es la escena de los chupitos, tan bien graduada y tan bien interpretada, porque ahí ella es el motor absoluto, ella que se niega a irse de nuevo, que quiere rescatar a Simó en la doble acepción del término: para no perderle y no permitir que se pierda. Precioso personaje: tiene mucha razón su excompañero cuando sentencia que "Berenice is very nice". Xavi Sàez, Anna Alarcón. Retengan esos nombres. Grandes interpretaciones, un doble tour de force. Qué regalo, descubrir de repente dos actores como ellos, completos, rotundos, desnudándose emocionalmente con el público a dos pasos y sin caer jamás en grandilocuencias ni chantajes. Como esta función, tan viva, tan intensa, tan divertida, que, o mucho me equivoco, o va a hincharse a girar.

Sé de un lugar. Texto y dirección de Iván Morales. Reparto: Anna Alarcón y Xavi Sàez. La Seca. Espai Brossa. Barcelona. Hasta el 24 de febrero. www.sedeunlugar.com. Sala Trono. Tarragona. 25 de febrero. www.salatrono.com. www.laseca.cat.

Xavi Sàez y Anna Alarcón, intérpretes de <i>Sé de un lugar,</i> de Iván Morales.
Xavi Sàez y Anna Alarcón, intérpretes de Sé de un lugar, de Iván Morales.

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