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Alonso Montero: "Despedimos al patrón, quedamos solo los marineros"

Isaac Díaz Pardo descansa desde ayer en el cementerio de Boisaca, en Santiago, la ciudad en la que nació en 1920 y a la que, según su hijo Camilo, le parecía "lógico" volver tras su muerte. La despedida fue un acto civil, sencillo, de apenas media hora, en el que se sucedieron palabras de gratitud hacia el intelectual galleguista, sepultado entre Antón Fraguas y Aurelio Aguirre y muy cerca de Valle-Inclán, cuyo entierro coincidió también con un día de Reyes, pero de 1936. "Despedimos al patrón, quedamos solo los marineros", se lamentó Xesús Alonso Montero, que reivindicó al Díaz Pardo "hijo de un vencido" -Camilo Díaz Baliño, asesinado en los primeros días de la Guerra- que fue capaz de resucitar la cerámica de Sargadelos y de crear una empresa cultural incomparable.

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Al último adiós acudieron Jesús Vázquez, responsable de Educación y Cultura; el exconselleiro Roberto Varela; Xosé Manuel Beiras, Bieito Lobeira, los escritores Manuel Rivas, Suso de Toro, Miguel Anxo Fernán-Vello y Víctor Freixanes; el presidente del Consello da Cultura Galega, Ramón Villares, el de la Real Academia, Xosé Luís Méndez Ferrín, o la académica Margarita Ledo. El Museo do Pobo Galego acogió por la mañana el homenaje institucional, pero a las cinco de la tarde en Boisaca hablaron los amigos. Xosé Neira Vilas, el primero en tomar la palabra frente a la tumba abierta de Díaz Pardo, recordó la tarde en la que ambos se conocieron en Buenos Aires, en 1955, y el centenar de cartas fruto de 48 años de relación epistolar. "Tienes más seguidores de los que nunca pensaste", manifestó el autor de Memorias dun neno labrego, ante el féretro de Díaz Pardo, cubierto por una bandera de Galicia y un puñado de rosas rojas. Neira Vilas alabó el "escepticismo esperanzado, la sabiduría y la humildad franciscana" del fundador del Laboratorio de Formas y su fuerza para sobreponerse a los "reveses, traiciones, palos y piedras".

El discurso del catedrático de Literatura Xesús Alonso Montero destacó la precocidad del compromiso de Díaz Pardo con la Autonomía de Galicia. "Desde los 15 años fue un activista de la cultura en Galicia, y por entonces aquel activismo era la defensa del plebiscito de 1936". Alonso Montero hizo también una clara referencia a las desavenencias dentro del Grupo Sargadelos, que acabaron apartando a su fundador de la gestión de la empresa. "Un grupo de compañeros pensó que la plusvalía era mejor para caballos y viajes al Caribe", criticó. A Díaz Pardo lo mataron los disgustos de los últimos años, esos "que no detectan los aparatos de los médicos", dijo.

Después de la lectura de un poema de Lorenzo Varela y del agradecimiento de Camilo, hijo del fallecido, se hizo el silencio, solo roto por el "adiós, abuelo, que tengas buen viaje", de una nieta y, al final, las notas del himno gallego.

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