_
_
_
_
_

Los "secretos" de la operación policial que verán la luz

Ricardo Portabales ha regresado estos días de Montevideo para firmar el contrato con la editorial que le publicará el libro donde ha prometido contar "las mentiras de la operación Nécora". Indignado con el trato que recibió del Estado, el arrepentido de Marín ya había amenazado desde su escondite uruguayo que haría temblar los ministerios de Justicia e Interior cuando desvelase cómo se montó el macroproceso y demostrar con pruebas que todas sus confesiones fueron una falacia.

Su hijo Ricardo piensa que su padre "vivió en medio de una porquería tan grande que es mejor no tocarla". "Y si lo que contó es verdad o mentira lo tendrá que demostrar él y asumir las consecuencias de lo que diga, lo que está claro es que está muy arrepentido de confiar en quien no debía de hacerlo", asegura. Pero el primogénito de Portabales también prepara su propia obra literaria, una especie de biografía de sus últimos 20 años. "He oído muchas conversaciones y sé muchas cosas de todos aquellos años rodeado de policías y periodistas. Ahora quiero contar cómo viví todo aquello y que la gente se entere de lo que en realidad fue, sin fabulaciones, desde la perspectiva de un niño abrumado por unos acontecimientos que probablemente no vuelvan a repetirse jamás", añade.

Manuel Fernández Padín también comenzó a enhebrar su propia crónica, contada desde su infancia en Vilanova de Arousa y espera publicarla pronto. Pero ahora también está decidido a narrar su experiencia personal como arrepentido. "Lo que dije lo mantengo pero hoy no volvería a hacer las cosas de aquella manera, fiándome de todo bicho viviente. He guardado para mí muchos secretos y ahora creo que sería un buen momento para contarlos con tranquilidad y en buen tono", afirma.

Cambio de vida

Hace un año recibió un trasplante de hígado y su vida cambió por completo. "Puedo pensar, estoy lúcido y sé lo que quiero, me siento como otra persona, con ganas de vivir y de hacer las cosas que nunca pude después de pasar por el infierno de las drogas", explica Padín.

Recuperado, Padín ha conseguido una pensión no contributiva, tiene dos hijos, uno adoptado, y vive con su mujer en Madrid. "No tengo miedo a represalias al fin y al cabo el traficante gallego no es como el colombiano o el mexicano, aunque hago una vida discreta". "Pero quiero que se sepa todo, el daño está hecho pero la venganza se sirve fría", concluye.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_