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Columna
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Esperando una carta

Mientras espero una carta, pienso que es curioso que en Correos te cobren un plus por garantizarte que harán bien su trabajo. Al fin y al cabo, los envíos certificados se distinguen de los ordinarios en eso, en que te aseguran que tu carta llegará a su destino.

Me he parado a pensar qué pasaría si en mi próximo trabajo exigiera cobrar una cantidad extra por garantizar que llegaré al plató sabiéndome mis frases al dedillo todos los días. Los jefes me mirarían como si hubiera perdido la razón, pero yo abriría mucho los ojos y les respondería con naturalidad: "Mire usted; sin ese plus yo no puedo garantizarle al 100% que me sabré el guión. Lo mismo sí, lo mismo no, ¿me entiende?"

También me pregunto qué pasaría si al montar en el autobús de línea el conductor nos quisiera cobrar un extra por garantizarnos que abrirá las puertas al llegar a nuestra parada. "Es que son muchas paradas", diría el conductor; "sin ese plus no sé si me voy a acordar de la suya. Lo mismo sí, lo mismo no, ¿me entiende?" Algo así nos parecería completamente inadmisible. Pero, será por costumbre, será por resignación, con Correos no nos pasa igual. Asumimos sus deficiencias como inherentes e inevitables. Tienen fama, justificada o no, de ser tardones y de extraviar con relativa frecuencia los envíos. Se oyen historias de todo tipo sobre paquetes que aparecen abiertos, en los que faltan cosas, aunque es verdad que muchas de estas historias huelen a leyenda. Lo que es verdaderamente extraño es que las cartas sigan llegando tarde en la era del correo electrónico y las redes sociales. Una se imaginaría que, al haber menos correo postal, las cartas tendrían que llegar a su destino con una puntualidad británica. Pues no. La carta que estoy esperando fue enviada urgente y certificada hace cuatro días. Pero claro, es que esta es semana de elecciones.

Por lo visto, la reforma de la ley Electoral y todas sus complicaciones posteriores han producido retrasos tremendos en toda la red de votos a distancia. Correos se ha quedado con el culo al aire. Los que viven fuera no han recibido la documentación necesaria para votar, a pesar de haberla solicitado con mucho tiempo de antelación.

Han llovido quejas para aburrir en todas las Embajadas españolas en el extranjero. Parece que tampoco en España se ha hecho un buen reparto. Vamos, que esta semana, a Correos le han salido las papeletas por las orejas. Ellos se han justificado diciendo que se les envió muy tarde el material y seguramente será verdad. Pero, claro, con la fama que les precede no sorprende que nadie les conceda el beneficio de la duda. Así que con este panorama, de lo mío mejor no hablamos. Me voy a seguir esperando.

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