_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Del arte, que se encargue el profesional

El cartel de toros de la Feria de Bilbao de este año es uno de los peores -sino el peor- de cuantos se han editado en las Corridas Generales de Vista Alegre en los últimos años. Veamos:

Siendo el torero elegido como modelo Enrique Ponce, el autor lo representa mofletudo y chatillo, con una frente amplísima y abundante pelambrera, que para sí quisiera el diestro de Chivas.

Entre la cadera y el fémur derechos del torero salen de la taleguilla unos sorprendentes flecos llameantes (sic). Inhábil y escamoteador en el dibujo de las manos. Imprecisa y desbarajustada la fusión de la casaquilla, la taleguilla y el brazo-mano izquierda del toreo. La figura del toro es confusa, tanto por los fallos de luz y de sombra, como por la forma anatómica (al estar humillando, el cuello debe mostrarse alargado y no como una masa ciclópea). El único pitón visible lo representa excesivamente vuelto (tal un desecho de tienta). En el ángulo inferior izquierdo hay unos trazos inconcretos e informes que son burdas o absurdas relaciones con el vestido del torero. Significa como tema de fondo la cúpula de La Alhóndiga, obviando dar algún detalle de la transformación hecha por Philippe Starck y sus 43 espectaculares columnas en el Atrio de las culturas.

Se ha roto la espléndida trayectoria iniciada años atrás para realizar el cartel de la Feria de Bilbao

El autor dice haberse inspirado para ejecutar el cartel en los grabados de Goya y Picasso. La torpe, basta y apelmazada grafía de la ejecución es la antítesis de la de esos dos grandes creadores de la plástica universal, para quienes el arte no era otra cosa que la moral construida.

Mas no debe culparse al autor de haber realizado un paupérrimo cartel (ha hecho lo que ha podido, aunque sea bien poco). Los culpables son aquellos miembros de la Junta Administrativa que se lo encargaron. Su culpabilidad viene porque se fiaron del saber de su propia ignorancia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Y por si no lo saben, o no quieren saberlo, rompieron la espléndida trayectoria que iniciara años atrás el desaparecido y entrañable amigo Luis Díaz de Lezana, al encargar a artistas profesionales la confección de carteles para la feria bilbaína. De haber vivido Lezana hubiera seguido encargándoles la realización de carteles de ferias venideras a artistas, que él conocía, como Ignacio Goitia, Daniel Tamayo, Ramón Pérez, Kepa Garraza, Txupi Sanz, Juana Cima, Alfonso Gortázar (cuatro de ellos profesores de Bellas Artes), entre otros.

La proyección de futuro ha sido cortada de raíz por la ignorancia activa de ciertos miembros de la Junta Administrativa de Bilbao. Lamentable, muy lamentable.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_