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"No me iré aunque me multen"

Puig prepara sanciones para acabar con la prostitución en las carreteras - La medida, que ya aplican varios municipios, no disuade a chicas y clientes

Rebeca Carranco

Con el sol cayendo a plomo, un mínimo biquini negro, tacones de infarto y el maquillaje desdibujado en el rostro por el sudor, la mujer, prostituta de carretera, es rotunda. "No me iré aunque me multen", sostiene apostada en una rotonda en una carretera secundaria en Gavà (Baix Llobregat). Jamás lo han hecho, añade, y asegura no temer a los agentes ni sus sanciones.

Con la reforma legal que prepara el consejero de Interior, Felip Puig, para poner coto a este tipo de actividad se pretende multar a prostitutas y clientes que vendan y compren servicios sexuales en cualquier carretera catalana. El argumento legal se apoya en la seguridad del tráfico: las prostitutas en la carretera y los conductores cuando paran para negociar servicios sexuales constituyen un peligro para el resto de los conductores. No es la primera vez que se intenta luchar contra la prostitución en la vía pública, una problema social de gran alcance que, por ahora, ninguna Administración se ha decidido a abordar directamente.

"¿Me van a quitar mi 'conejito'?", pregunta con sorna una profesional

La Jonquera (Alt Empordà) fue el primer municipio que cambió su ordenanza de civismo para multar a las meretrices. De las casi 536 sanciones que la policía local ha puesto desde 2009 a chicas y clientes, ha cobrado 31. "Solo las pocas que se han puesto a los hombres", admite la alcaldesa, Sònia Martínez (CiU). Las mujeres no tienen domicilio conocido ni nada a su nombre. Luego, a La Jonquera le siguieron Castelldefels, Vila-sacra, Vidreres, Sils, Figueres y Gavà.

Sobre una piedra, en una esquina de una carretera de Gavà, Dolores (nombre ficticio) hojea una revista del corazón a la espera de que algún cliente pare su coche. Acumula una veintena de multas del Ayuntamiento, de 1.500 euros cada una. No ha pagado ninguna. "Ahora los clientes se esconden un poco, te hacen señales desde lo lejos", explica con media sonrisa.

A sus 64 años, con 14 en la carretera, pide a políticos y policía que la dejen en paz. "Si quieren que nos vayamos, que nos pongan un lugar donde estar", reclama. "O que arreglen la situación del país, porque esto no lo van a lograr", añade. Esta catalana de media melena rubia, recogida con una pinza, y ojos turquesa cuenta que ya no la quieren en los clubes. Antes, limpiaba. "Pero se acabó. No me queda otra que estar aquí", explica.

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Según el último recuento de los Mossos d'Esquadra, unas 300 chicas trabajan en las carreteras. Pero la fotografía no es fija, cambia constantemente. Muchas eligen las zonas más concurridas, como la autovía de Castelldefels. El Ayuntamiento de esta ciudad ha impuesto 467 multas desde 2009. La mayoría (342) a chicas, de las que no ha cobrado ninguna.

"¿Qué me van a quitar? ¿Mi conejito?", pregunta con sorna una mujer sentada en una silla de plástico sujeta con una cadena a una farola en la B-210. Enfundada en su camiseta de leopardo y con el cabello oxigenado recogido con un coletero fucsia, recuerda aquella vez que la multaron en Castelldefels: 150 euros. "No los he pagado, claro. No hay dinero en mi cuenta bancaria". Tiene 28 años y hace cuatro que llegó desde Albania para apostarse en esa esquina de la carretera. "Mi sitio no es muy bueno", se queja. Ha hecho dos clientes en un día.

"No sirve absolutamente de nada multar a las chicas. Es inviable", lamenta la concejal de Seguridad de Tordera (Maresme), Sílvia Català (CiU). El municipio tiene unas siete prostitutas resistentes, que no se van a pesar de la presión policial, que ha impuesto 644 multas entre 2010 y lo que va de 2011. De ellas, el Consistorio ha cobrado 154, las que corresponden a los clientes, que tampoco cejan en su empeño.

"No resuelve el problema. Hay chicas que acumulan 60 o 70 multas", dice Català. Pero a pesar de eso, confía en que la reforma impulsada por Puig sirva de algo. "Podrán hacer más cosas, la policía podrá perseguirlas también por otras cuestiones, como la inmigración ilegal", sostiene.

La alcaldesa de La Jonquera, Sònia Martínez, también alberga esperanzas: "Nos sentimos acompañados. La simple presencia diaria de los Mossos d'Esquadra puede resultar disuasoria". Aunque pide una medida a nivel estatal: "Que se prohíba la prostitución en la vía pública".

Tres prostitutas esperan a sus clientes en las inmediaciones de la autovía de Castelldefels, el viernes por la tarde.
Tres prostitutas esperan a sus clientes en las inmediaciones de la autovía de Castelldefels, el viernes por la tarde.MARCEL.LÍ SÀENZ

"Esconder el problema"

La Asociación para la Reinserción de las Mujeres Prostituidas (Apramp) está en contra de la reforma del consejero Felip Puig. "El problema no se soluciona, se traslada", asegura su presidenta, Rocío Nieto. Defiende que las mujeres seguirán en la calle si no hay otra alternativa. Por eso pide planes integrales, como el del desaparecido Ministerio de Igualdad, que informen y orienten a las víctimas de trata de blancas. "Además, es una forma de esconder el problema", añade.

A Marta (nombre ficticio), albanesa de 26 años, la atemoriza un poco que la multen. "Que me den una solución", pide. Pero asegura que aguantará aunque la presione la policía. "Tampoco estoy tan mal", defiende, mientras bebe de una botella de agua, semidesnuda, apoyada en una silla de plástico, en una rotonda en una carretera secundaria, a la espera de que un desconocido se pare y pague por su sexo.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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