_
_
_
_
_
Reportaje:TOUR 2011 | 17ª etapa

Este es el día anunciado

Riis confía en que Contador haga doblar hoy la rodilla a Evans en el Galibier centenario

Carlos Arribas

Todos los himnos lo proclaman, sean religiosos, laicos, revolucionarios. Habrá un día anunciado. Habrá un día de alegría y gloria nuestra, llegará el día de gloria, el fin de la opresión también.

Todos hablan del Galibier, por supuesto, donde el Tour se decidirá hoy.

"Tengo fe, tengo fe", repite, para convencer, para convencerse de paso, Bjarne Riis, el director de Contador. "Tengo fe en Alberto, tengo fe en el Galibier".

No se puede hablar de otra forma más que desde la congoja y la esperanza del puerto con el que el Tour descubrió el valor del marketing: tan bien lo publicitó Henri Desgrange, propietario del diario L'Auto y del Tour, que el Galibier, una carretera militar que terminaba en un túnel excavado por los soldados acuartelados en el fuerte del Télégraphe a 2.640 metros de altitud, fue leyenda antes incluso de subirse por primera vez, antes de que Émile Georget, hace justo 100 años, lo coronara el primero en bicicleta.

Más información
Los hermanos equivocados

De Desgrange, que tan bien conocía el valor de la palabra para convertir la piedra en oro, queda un monumento en la cima del Galibier y un premio, el Souvenir Henri Desgrange, que se otorga cada año al ciclista que pasa el primero por la cima. A José Luis Arrieta, el último español que consiguió el souvenir, en 1999, le queda de su paso en cabeza el recuerdo de un premio de 500 francos y el galardón Corazón de León, el nombre de la marca de quesos que patrocinaba el premio de la combatividad.

Arrieta es ahora director del Movistar, donde no reniega de su pasado de ciclista trabajador, de equipier un poco de Indurain, y también de Abraham Olano, Zülle, el Chava Jiménez y Mancebo. Por eso, sanguíneo como es, se le llevan los demonios con las poses de figura de algunos corredores del equipo, por eso intenta aprender a cargarse de paciencia, que hay que saber tener mano para todo tipo de corredores. Aunque también sabe, claro, que cuando se cuenta la historia del Galibier se habla de escaladores, de figuras, de otros españoles, que allí se hicieron grandes antes que él, de Ezquerra, Trueba, Federico, Julito, Ocaña, López Carril o hasta de Pedro Muñoz. A Arrieta, el Galibier es un puerto que le ha marcado dos veces. En él vivió las dos caras del ciclismo de gregario, el abandono víctima de una hipotermia que le dejó tiritando al pie del descenso, envuelto en mantas y bebiendo colacao caliente del termo de un aficionado; el éxito pequeño, el triunfo personal, menor que una etapa, pero casi tan grande, que justifica casi una carrera. En ambos años, en 1998 y 1999, respectivamente, cosas muy grandes pasaron a su alrededor.

En 1998, el Galibier, un misterio envuelto en niebla y lluvia fría, fue el momento elegido por Marco Pantani para ascender a la gloria. Nunca ha cumplido mejor su destino, aquel para el que le designó Desgrange, que en ese momento. Entonces, Arrieta trabajó para el Chava, que se fugó antes que el Pirata, que adelantó a Ullrich aterido, que se quedó clavado cerca de la cima. Pantani voló en aquel tiempo para ganar su Tour. El destino negro volvió a unir a ambos, a Pantani, al Chava, para siempre un año después. En 1999, cuando, cumpliendo órdenes de equipo, Arrieta se infiltró en una fuga como cabeza de puente y logró pasar en solitario por arriba, después, en el descenso por el Lautaret, el lado largo por el que se ascenderá hoy, se dejó coger para trabajar para Zülle, a quien acompañaba Armstrong, quien aquel día sellaría el primero de sus siete Tours y en Sestriere, poco después, lograría su primera victoria de etapa en montaña. "Fue como para un montañero coronar un ochomil, un desafío cumplido", recordó entonces el navarro, quien subiendo no dio mayor valor a su soledad, al peso del gigante, que el valor práctico de quien cree que subiendo importa poco ir solo, pues en subida yendo a rueda hay que dar las mismas pedaladas que yendo por delante.

Desde entonces, el Galibier no ha vuelto a ser tan decisivo como se espera hoy, el día anunciado para el mano a mano Evans-Contador y que Arrieta, descansado, verá desde el coche.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_