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Reportaje:PERSONAJE

Las mil y una noches de Antonio Carmona

Quino Petit

Al final de un sinuoso carril de tierra con trazado irregular, flanqueado por acebuches y espesa vegetación, se alza una acogedora vivienda de dos plantas construida con recias maderas brasileñas. A través de los ventanales de la estancia superior se divisa en todo su esplendor la imponente línea de costa gaditana, a medio camino entre el faro de Trafalgar y la torre de El Palmar. El propietario de la morada, un flamenco guapo de estatura media y nariz imponente, acostumbra a salir por una pertinente puerta trasera hacia ese paraíso de mar y arena.

Sus largos paseos por la playa a media mañana (o a mediodía, según tenga a bien levantarse) nunca duran menos de dos horas. A veces llega hasta el pueblo de Conil. Si las fuerzas o las ganas flaquean, hace un alto en un bar de las inmediaciones de El Palmar para tomar una cerveza y unas patas de cangrejo. Así son las mañanitas de Antonio Carmona cuando se refugia en este escondite sureño. Si anda por Madrid, su rutina tampoco varía demasiado. Se levanta tarde, llama a sus padres para comprobar que todo está en orden y acude a visitarles al barrio de Campamento, donde también juega sus partiditas de mus. Últimamente practica boxeo en un local lleno de makis. Son mañanas sencillas, de costumbres fijas. Pero las noches... ¡Ay, la noche! Ese es otro cantar.

"Huí del sonido de Ketama, que era supervirtuoso. Mis temas no son fáciles, pero buscan la sencillez"

Si tuviera que elegir la más flamenca de las incontables veladas que han jalonado sus 46 años de vida, Carmona no dudaría un instante. Fue en diciembre del año pasado. Tras presentar sus respetos a los familiares del fallecido cantaor Enrique Morente, llevó a algunos de los asistentes al velatorio hasta el sótano-estudio de su casa en las inmediaciones del madrileño parque del Conde de Orgaz. Allí se dieron cita, entre otras leyendas de la guitarra, Paco de Lucía, Tomatito y el padre de Carmona, Juan Habichuela. Entre todos rindieron homenaje "al maestro Morente como se merecía". Con pocas palabras y mucha música. Despacito y a compás. Hasta bien avanzada la madrugada.

-Agarré mi cajón y me puse a tocar junto a Paco de Lucía. Todos queríamos que él se sintiera a gusto. También estaban Alejandro Sanz, Javier Limón... En el pensamiento siempre tuvimos a Morente. Recordábamos sus canciones, sus anécdotas. Había momentos de silencio y momentos de escuchar. Con mucha naturalidad. Nos pasábamos la guitarra unos a otros, parábamos un ratito, comíamos jamón...

Aunque vislumbra con claridad aquella noche, su memoria revela fragilidad. "En parte por la vejez... ¡Y por to lo que me he fumao con los Ketama!". Con ellos, con los Ketama, vendió más de un millón de discos durante dos decenios plagados de éxitos como destacados exponentes de la nueva onda del flamenco, al que insuflaron con astucia ritmos latinos y africanos. Tras la separación artística de su hermano Juan y su primo Josemi, Antonio Carmona lanzó hace cinco años Vengo venenoso, su primer álbum en solitario. Cual Ferdinand Bardamu de Céline, arrancó así su particular Viaje al fin de la noche. La búsqueda de su lugar en el mundo. Un peregrinaje a la conquista de su propio son.

-De eso estoy orgulloso, de una manera de componer, de tocar la guitarra o el cajón con la que intento mantener una línea personal. Después de dejar a Juan y a Josemi me sentí muy solo. Siempre iba a todos lados arropado por ellos. Me costó, pero me he acostumbrado. Huí del sonido de Ketama, que era supervirtuoso. Mis temas no son fáciles de armonía, pero sí buscan la sencillez. Te podrá gustar más o menos mi música, pero la verdad es que tiene un sello. Soy como los indios. Me fui de la tribu a buscar otros paisajes.

Se ve a sí mismo como un Marco Polo del flamenco. De un tiempo a esta parte ha dado un paseíto por el mundo y acaba de volver a la carga melódica con un nuevo disco gestado entre Egipto, India, Cuba, el estudio de su casa en Madrid y este escondite gaditano, testigo de recientes reencuentros personales, al que hemos venido a finales de mayo para que nos hable de sus días, pero sobre todo de sus noches. Porque este nuevo trabajo lleva por título De noche, el momento en que los teléfonos se apagan y todos en su casa se van a dormir... menos él, que baja al estudio del sótano a componer, a tocar el cajón o la guitarra, a escucharse a sí mismo. A ser más Antonio Carmona que en cualquier otro momento del día.

"Bajo este rayo de luna, bajo esta lluvia de estrellas / los mortales se despiden y los espíritus llegan", canta en Ari Ari-O, una de las 12 pistas de este álbum del sello Universal. Mezclado en Los Ángeles (EE UU), ha supuesto el segundo mano a mano de Carmona con el productor Gustavo Santaolalla, ganador de dos premios Oscar a la mejor banda sonora por Brokeback mountain y Babel. El resultado es una amalgama de canciones que van desde los ritmos suaves del single que da nombre al disco hasta temas cargados de vasilón al más puro estilo Antonio Carmona como Pa' qué, Bum Bum, Ari Ari-O, Madrid o la balada El túnel de tu piel, sin olvidar un par de colaboraciones con Nelly Furtado y Concha Buika.

Con el viento de Levante soplando con furia sobre el Atlántico a media tarde como telón de fondo, Carmona desgrana las claves de su nuevo disco recostado sobre una tumbona balinesa. Antes hemos compartido unos formidables huevos fritos con papas y una ensalada rematada con pétalos de rosa elaborada por su cuñada Ana. Su esposa, Mariola, conocida mánager de artistas como Rosario, bendijo la mesa antes del almuerzo. Antonio nació en Granada, y Mariola, en Sevilla. Él es gitano y moreno; ella, paya y rubia. Forman una de las parejas más atractivas del bisnes y son padres de dos hijas adolescentes que han cursado estudios en el Liceo Francés. Por la noche cenamos con ellos pescaíto de la zona regado con vino blanco y algún que otro gin-tonic. Y ellos, Antonio y Mariola, conversaron sobre lo interesante que les parece el movimiento de los indignados del 15-M, los vaivenes de la música en España, sus preocupaciones por la piratería y "la necesidad de fomentar el flamenco en los medios de comunicación".

Carmona pertenece a una legendaria saga del género. Fue percusionista antes que cantante. Pionero del toque del cajón peruano junto a Rubén Dantas. Hasta que su hermano Juan decidió lanzarle como voz de Ketama tras la muerte de Ray Heredia. Allí nació el showman, el carismático, el comunicador de buen rollo musical que sigue siendo. Mantiene su delgadez y una fantástica cabellera oscura. Ha cambiado las veladas salvajes de los ochenta y los noventa por los trasnoches en su estudio de grabación casero. "El programa de mezclas Pro Tools me ha quitado de salir por la noche, tío".

Pasó su particular travesía del desierto durante tres años antes de lanzar su primer disco en solitario. Ya va por el segundo. Para bien o para mal, ha encontrado una impronta. Un sonido propio. Reconocido internacionalmente. Acaba de compartir escenario con Youssou N'Dour en el Festival Afroflamenco de Dakar y hará lo mismo el próximo 20 de julio en Perelada con un titán de la talla de Quincy Jones. Le gustaría seguir así para siempre.

"Sé lo que soy, soy lo que quiero ser", proclama en este nuevo disco. "Quisiera acabar como mi padre: tiene 78 años y lo primero que hace al levantarse es tocar la guitarra. Me veo como él, cogiendo la guitarrilla y diciendo a mis nietos: '¿Os acordáis del Vente pa' Madrid y del No estamos lokos?". Quizá entonces les susurre canciones en esta playa gaditana, con el mismo ritmazo acompasao con el que a media mañana (o a mediodía, según cuando le da por levantarse) abre una pertinente puerta trasera que conduce directamente a un paraíso de mar y arena.

JAVIER SALAS
Lunas de mayo. Antonio Carmona, en pleno devenir noctámbulo durante un paseo por Conil (Cádiz).
Lunas de mayo. Antonio Carmona, en pleno devenir noctámbulo durante un paseo por Conil (Cádiz).JAVIER SALAS

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Sobre la firma

Quino Petit
Es redactor jefe de Comunicación y Medios en EL PAÍS. Antes fue redactor jefe de España y de 'El País Semanal', donde ejerció como reportero y publicó crónicas y reportajes sobre realidades de distintas partes del planeta, así como perfiles y entrevistas a grandes personajes de la política, las finanzas, las artes y el deporte

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