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Columna
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Campañas sexuales

Estamos, dicen, en plena campaña electoral, aunque aquí la campaña electoral es siempre un contrabajo continuo en nuestra vida pública. Que se lo pregunten, si no, a la batuta que dirige la política informativa en los medios de comunicación autonómicos. Ahora, quizás, se acentúa el tono. Y a una no desdeñable parte del vecindario, votantes, le da por la indiferencia, o quisiera ser como la cabra "endilga y endroga, tuerta y muda, ciega y sorda", del trabalenguas infantil, que en nuestra niñez nos inducían a repetir los adultos, por ver si nos equivocábamos, claro. La convicción cívica empuja a las urnas, en todo caso, mucho más que la campaña. Porque ésta, más que electoral, parece serlo, y desde hace largos años, sexual. No es que nuestros políticos valencianos nos hablen de los pecados y placeres del bajo vientre, o nos hablen en un tono lascivo por tal de que acudamos a votar a los de su parroquia. Es que nos hastían discutiendo sobre el sexo de los ángeles: si esos seres alados eran masculinos, femeninos o hermafroditas. Ese es el tema banal con el que nos referimos a discusiones absurdas, y faltas de interés social. Cuentan las malas lenguas que las mentes preclaras de la antigua Constantinopla polemizaban sobre el sexo de los ángeles, mientras los turcos asediaban la ciudad. Los turcos la conquistaron en 1453, aunque esa ya es otra historia. El sexo de los ángeles, como expresión, sentó sus reales entre el pueblo. Y las expresiones populares, escribió el humanista Tierno Galván, "describen lo que parece indudable en la común opinión". No extraña, pues, el desinterés de la calle en una campaña más sexual que electoral.

Y ya dirán ustedes, vecinos, si hablar del cariño senil que profesaban los abuelos de Zapatero a su nieto tiene carácter electoral o tiene carácter sexual angélico. Y ustedes dirán, antes de acudir a la urna, el interés social y político que pueden despertar las palabras de nuestro Presidente autonómico hablando de los ancestros de Zapatero. O cuando sobre él mismo, habla de la ternura que le brindaron los padres de sus padres, o del afecto que pudieron traer a la tierra los ángeles bíblicos. Banalidad y medias verdades, frases huecas y no pocas falacias. A guisa de ejemplo, ahí tienen las respuestas, publicadas en estas páginas, dadas por los cuatro candidatos principales a una pregunta sobre la prohibición del velo musulmán en los espacios públicos. El cartaginés Camps contesta que el PSOE careció de una política ordenada en materia de inmigración, como si la del PP hubiese sido diferente años antes. El romano Alarte indica que los suyos hicieron mucho por entendernos y respetarnos. El troyano Morera hace alusión a la genealogía de la sharia. Y la griega Sanz indica que el burka es tema de la derecha xenófoba. Sobre el laicismo en nuestra sociedad occidental, ni una palabra electoral. Todo sexo angelical. Y a lo mejor la calle no se desespera por el sexo y desearía encontrarse con verdaderas campañas electorales.

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