_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los hermanos del PSOE

La Vall d'Uixó fue durante muchas décadas un referente del calzado barato, incómodo y duradero de posguerra. En la transición y durante los primeros años constitucionales se convirtió en la referencia de la izquierda con alcaldes comunistas o socialdemócratas que hicieron cuanto pudieron en esa población laboriosa de La Plana, conocida en el mundo del cuerno por la enorme cantidad de toros que pisan su asfalto durante todo el año. Luego llegó la ventolera de la derecha y tuvo alcalde del PP a quien en la Diputación responsabilizaron de las basuras, aunque en su propia localidad no dejó de tener graves problemas medioambientales. Y después llegó más derecha al consistorio y una alcaldesa de rostro presentable en un mar electoral del PP donde, sin generalizar, nadan rostros bastante impresentables. En La Vall, como denominan a la ciudad los habitantes de las comarcas valencianas norteñas, están esperando desde hace varios años un centro hospitalario, diseñado y prometido por el gobierno de la Generalitat, que no acaba de cuajar porque la crisis es mucha y el endeudamiento autonómico más. Desde La Vall d'Uixó se divisa el Mediterráneo y no el mar Báltico. La población se asentó en las laderas de las colinas que protegen La Plana del frío, no en las laderas montañosas de un fiordo noruego. Aunque en el ámbito de la política no hay que hurgar demasiado para entrever similitudes. En Noruega, dos que duermen en un colchón no son de la misma opinión, al menos política. Y no hace demasiado tiempo tuvimos noticia de que la jefe del gobierno del país escandinavo era de un partido y su leal esposo presidía a la vez la oposición parlamentaria. En La Vall, Antonia García Valls y José Manuel García Valls, como sus apellidos denuncian, son hermanos e hijos de unos mismos padres. Una y otro aspiraban, desde el PSPV donde militan, a ser alcaldesa o alcalde de su pueblo. Y como en una población como La Vall no hay sitio para dos candidatos ni hay dos ediles principales que elegir, tuvieron lugar en la agrupación de su partido unas elecciones primarias para determinar cuál de los dos hermanos debía encabezar la candidatura. A la muchacha la votaron 95 militantes y 71 votos se inclinaron por el rapaz. Antonia peleará noblemente por la alcaldía que un día fue de izquierdas, y José Manuel, que abrazó ilusionado a su hermana tras la votación, trabajará con tesón por conseguir ese objetivo. Y colorín colorado, porque la democracia puede y debe tener altura de miras en el ámbito del colchón o entre dos hermanos: uno un tanto renovador y la otra un tanto oficialista, aunque eso, por lo general y en nuestros pueblos, carece de importancia.

Lo importante en estos casos son las primarias y la voz y el voto de los militantes. Y en ese ámbito, la derecha del PP está a años luz, por estos pagos, de los socialdemócratas del PSOE. Por mucho que se obstine la derecha, la divisiones debe buscarlas en Asturias no en La Vall d'Uixó.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_