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Columna
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Otro año sin rumbo

El Gobierno gallego acaba de presentar el proyecto de orzamentos para 2011. Un documento sin más estrategia que externalizar responsabilidades y practicar el marketing ideológico de las rebajas de impuestos. Un presupuesto que empeora el presente e hipoteca el futuro, mientras hace recaer el peso de los ajustes derivados de la crisis sobre las familias y las empresas.

Es bien cierto que vivimos una crisis durísima, consecuencia de la cual se prevé una reducción de ingresos de 1.113 millones de euros. De este recorte, el 21% es consecuencia de la menor actividad económica, de la aplicación de normas generales y de la política impositiva de la Xunta, mientras que el 79% restante se deriva del acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera de reducción del déficit. Tras haber alcanzado en 2010 nuestro máximo histórico de endeudamiento, Galicia mantendrá este ejercicio el segundo mayor volumen de deuda de nuestra historia, a pesar de reducirse en más de 800 millones de euros.

La Xunta renuncia a plantar cara al paro y deja a trabajadores y empresas al albur del mercado

Ante este panorama de caída de ingresos, el Gobierno debería priorizar las medidas de recuperación económica y el mantenimiento del estado del bienestar y, para ello, analizar las oportunidades de incrementar los recursos públicos. Por el contrario, fiel seguidor de la doctrina neoliberal de bajar impuestos y confiar en el mercado, el PP plantea rebajas selectivas de impuestos insolidarias e injustas, mientras diseña recortes sociales. Adicionalmente, el Gobierno que rechaza las iniciativas parlamentarias de lucha contra el fraude fiscal, acompaña esta decisión con la creación de la Axencia Tributaria de Galicia, pero infravalora la capacidad recaudatoria de la misma, menos del 0,2% de los ingresos no financieros, lo que manifiesta su intención de presentar un cambio para que todo siga igual.

Una segunda vía de actuación es la optimización de los recursos públicos, reduciendo gastos innecesarios y mejorando su eficiencia. El contexto de escasez de recursos se ve contablemente favorecido por las consecuencias derivadas de la aplicación del real decreto ley de control del déficit promovido por el Estado, que da como resultado un ahorro de gasto corriente autonómico de más de tres cuartas partes del recorte total de los ingresos no financieros. A excepción de este ajuste sobrevenido del gasto corriente, no existen, por parte de la Xunta, otras medidas de control del gasto y reducción de duplicidades e ineficacias. Más bien al contrario, el ajuste recae directamente sobre las familias gallegas mostrando el fracaso del marketing de la austeridad. El 2011 traerá una disminución del 50% de las becas universitarias, una reducción del 21% de los programas de lucha contra el fracaso escolar, la eliminación del Noitebús o una caída de más del 60% de las políticas de transporte.

Carente de estrategia para luchar contra el paro y consolidar un modelo productivo basado en la innovación, la educación pública de calidad, la protección del territorio y la mejora de productividad, el Gobierno gallego renuncia a plantar cara al paro y deja a trabajadores y empresas al albur del mercado. Sin proyecto de país y de futuro, renuncia a las reformas e impulsos que el país necesita para ganar en competitividad, llegando incluso a reducir un 25% el Plan Galego de I+D+i o un 58,8% la mejora de la competitividad de nuestras empresas.

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Adicionalmente, la Xunta intenta maquillar la caída del 32,5% de la inversión pública incorporando 504 millones extrapresupuestarios, a financiar con fórmulas de colaboración público privadas que, a tenor del grado de ejecución en 2010, está claramente sobredimensionado. En estas decisiones que comprometen más de cinco legislaturas, el Gobierno debería seleccionar proyectos que garanticen el carácter público de los servicios, la rentabilidad social y la solvencia financiera, al mismo tiempo que desarrolla su estrategia económica para reactivar la economía y el empleo. Lejos de este planteamiento y carente de rumbo para impulsar la competitividad, presenta actuaciones aisladas, mientras pone en riesgo de privatización la sanidad pública.

Sin más estrategia de actuación que la oposición a Zapatero, el Gobierno gallego renuncia a responsabilizarse de la crisis, olvidando que las familias gallegas no buscan culpables sino soluciones a una crisis que no generaron. Mientras son los ciudadanos los que deben apretarse el cinturón, el Gobierno de Feijóo sigue el manual ideológico liberal bajando impuestos y vendiendo falsa austeridad. Así las cosas, el Gobierno que recuperó la Xunta a lomos de la crisis comprometiendo recuperar el empleo en plazo récord, diseña hoy el presupuesto que dará cobertura a dos tercios de la legislatura, sin rumbo, sin proyecto, sin responsabilidad y con más paro.

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