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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Edoardo Sanguineti, poeta y agitador de izquierdas

Su sátira estaba influida por el marxismo y el psicoanálisis

El poeta, escritor y pensador genovés Edoardo Sanguineti falleció ayer a los 79 años en el hospital Villa Scassi de la capital de Liguria. Sanguineti cubrió todos los campos de la literatura, el pensamiento, la acción cultural y la política: fue sobre todo poeta, pero también agitador, profesor de Literatura en las universidades de Turín, Génova y Salerno, además de autor de teatro, crítico, novelista, ensayista y diputado independiente en las listas del PCI entre 1978 y 1983.

Su activismo comenzó con la formación de las vanguardias literarias de los primeros años sesenta, de la que fue el mayor teórico junto a Angelo Guglielmi. Como jefe de filas de la neovanguardia poética, participó en la antología I novissimi, de 1961, y luego se constituyó en alma del Grupo 63, reunido en Palermo y que suscitó entusiasmos y larga controversia.

Sanguineti trató de romper el lenguaje cotidiano para denunciar el caos y el "pútrido pantano" de la sociedad de consumo. Como poeta, ensayó el lenguaje automático, los juegos de palabras (su poema más famoso se tituló Laborintus), la bulimia de conceptos e imágenes, y con el tiempo elaboró un sistema satírico influido por el pensamiento marxista y el psicoanálisis.

Como narrador, dramaturgo y ensayista, se ocupó de muchas cosas. Escribió libretos para el músico Luciano Berio; releyó a Dante desde el marxismo (Realismo sobre Dante, Dante reaccionario), fue antólogo de la poesía italiana del siglo XX, visitó el mito de Fausto y buceó en su propia perturbación psíquica en la novela Capricho italiano (1963) para explicar el agotamiento del capitalismo.

Formado en la Turín de la Fiat y de Italo Calvino, se autodefinía como "el poeta más patético del siglo XX". Escribió poemas hasta 2004, y aunque dejó la universidad en 2000, siguió escribiendo y militando en la izquierda radical.

Quienes le conocieron lo definieron ayer como un histrión agudo, muy docto y muy capaz de pellizcar al lector-espectador. "Tranquilo, cómico, burlón, provocador, ecléctico, irónico, pirotécnico y elegante", escribía La Repubblica, recordando el comentario de Inge Feltrinelli sobre el contraste vivido en una fiesta nocturna en su villa, cuando el poeta genovés, bien vestido y con corbata, paseaba con su mujer y sus hijos, mientras el poeta beat Allen Ginsberg salía desnudo de la piscina.

Fue célebre un intercambio de golpes verbales entre Sanguineti y Silvio Berlusconi en 2003, y quizá por eso su último artículo, titulado Homo ridens, publicado ayer en Il Corriere della Sera, terminaba así: "Todo seductor sabe que para conquistar al objeto viviente del deseo se trata, dosificando bien los movimientos, las situaciones, las dosis, de llevarlo a la risa o al llanto. Quien se guarda del político que, como una hiena temible, va por ahí bromeando, se acerca, por eso mismo, al largo camino de la libertad".

Edoardo Sanguineti, el 17 de abril en Córdoba.
Edoardo Sanguineti, el 17 de abril en Córdoba.EFE

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