La OTAN ofrece a Moscú participar en un escudo antimisiles euroatlántico
EE UU recuerda a los aliados que deben aceptar armas nucleares en su territorio
La OTAN tendió ayer la mano a Rusia y le ofreció cooperar en la creación de un escudo antimisiles que cubra todo el espacio euroatlántico, desde Vancouver (Canadá) a Vladivostok (Siberia), según el secretario general aliado, Anders Fogh Rasmussen. El escudo es una pieza complementaria a la disuasión nuclear, a la que la Alianza no renunciará mientras haya otros actores equipados con armamento nuclear, incluida la propia Rusia. Los aliados que ansían ver una Europa libre de armas nucleares estadounidenses deberán esperar. En Tallin todos acordaron compartir la carga que supone la política nuclear aliada.
Rusia lleva tiempo hablando de una nueva arquitectura de seguridad europea en la que querría ver subsumida a la OTAN. La Alianza se resiste a entrar en discusiones sobre ese concepto por intuir que Moscú busca dividirla -al hablar sólo de seguridad en Europa, dejando fuera a los aliados de América- y vaciarla de sentido, pero también encuentra resquicios útiles. "Queremos una cooperación con Rusia sobre defensa contra misiles, con un espíritu de apertura mutua y transparencia, por el bien de todos nuestros ciudadanos", explicó Rasmussen al concluir el Consejo de Ministro de Exteriores celebrado el jueves y el viernes en Tallin.
Rasmussen: "Habrá retirada gradual de Afganistán. No saldremos corriendo"
Lo dijo en la capital de Estonia, país con una dramática relación con Moscú, que apenas hace tres años estalló virulentamente a propósito del desplazamiento de un monumento al soldado soviético vencedor del nazismo. El apaciguamiento es señal de un deshielo de las relaciones con el Kremlin que ayer era necesario explicar a los estonios. "Es positivo unir esfuerzos para construir una defensa común, con un escudo que vaya desde Vancouver a Vladivostok", dijo Rasmussen. "Trabajar juntos hará que la defensa sea más efectiva. En lo político, Rusia verá que el sistema es para proteger a la población, incluida la rusa, y que no va dirigido contra Rusia". En resumen: "Esos esfuerzos crearán una arquitectura de seguridad atlántica que contribuirá a la seguridad de Europa y América del Norte".
La Alianza contempla esa defensa antimisiles como un complemento a la irrenunciable disuasión nuclear, contra otros Estados nuclearizados y contra quienes desean hacerse con tal armamento, incluidos "actores irracionales", palabras con las que Rasmussen define a grupos terroristas. El escudo debe servir para disuadir ataques de quienes no teman la disuasión nuclear pura y dura. Además, Hillary Clinton, la secretaria de Estado norteamericana, mantiene que "mientras existan armas nucleares, EE UU tendrá un arsenal nuclear para garantizar la seguridad de los aliados".
Algunos de esos aliados -expresamente Alemania, Noruega y los países del Benelux- han pedido la apertura de discusiones sobre la conveniencia de tener almacenadas en Europa entre 200 y 240 bombas atómicas de EE UU. En Tallin ha sido la primera vez que el asunto se ha puesto sobre la mesa y sobre ello se seguirá hablando a lo largo del año con vistas a incluir la cuestión en el nuevo concepto estratégico que prepara la alianza para adaptar su doctrina a los desafíos del siglo XXI. El nuevo concepto será aprobado en la cumbre aliada de noviembre en Lisboa.
En la cita de Estonia se impuso la visión de Clinton de que "en una alianza nuclear es fundamental compartir riesgos y responsabilidades". Quien quiera defensa y seguridad tendrá que soportar la parte de la carga común que le toque, incluido el depósito de armas nucleares en su territorio. En conferencia de prensa, Rasmussen repitió una y otra vez, como si hubiese sido necesario insistir en ello también a puerta cerrada, que "nadie tomará medidas unilaterales" para deshacerse de tales arsenales.
Los ministros acordaron en Tallin entreabrir la puerta a la adhesión de Bosnia-Herzegovina, aunque tardará años en convertirse en socio de la Alianza. Como en cada reunión ministerial, se reiteró la voluntad de entregar la responsabilidad de la seguridad a las autoridades afganas cuando estén capacitadas para asumirla. Los aliados están de acuerdo en que una vez iniciado el proceso de transición deberá ser sostenible e irreversible. "Será una transición gradual", insiste Rasmussen. "No habrá retirada. No vamos a salir corriendo".
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