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Hacia un nuevo modelo productivo para Valencia

El actual modelo económico ha generado en las últimas décadas un notable incremento de bienestar para la sociedad española. Entre los logros alcanzados destacan la fuerte creación de empleo, que llevó la tasa de paro a mínimos históricos (7,95% a nivel nacional en el segundo trimestre de 2007, y un 7,81% en la Comunidad Valenciana en el segundo trimestre de 2006, según EPA); un notable incremento de la renta per cápita, que nos ha llevado ya prácticamente a la plena convergencia con los países europeos (en 2009 el PIB de España si situó en 22.886 euros per cápita, y el de la Comunidad Valenciana en 20.259 euros per cápita, ambos por debajo pero muy cerca de la media UE-27, que fue de 23.600 euros per cápita, según datos de Eurostat); y la modernización de las infraestructuras de transporte (este mismo verano comenzarán las pruebas del AVE a Valencia capital, el cual estará en servicio antes de que concluya 2010).

El nuevo modelo debe apoyarse en una estrategia de especialización productiva

No obstante, y a pesar de que podemos hacer un balance globalmente positivo de la economía española y valenciana, la crisis económica global que atravesamos, cuyo origen está en la desregulación con que han operado los mercados financieros avalados por el modelo neoliberal, ha revelado con claridad los corsés de nuestro paradigma de crecimiento. A mayores, en el caso de España, y más aún si cabe en el de la Comunidad Valenciana, el sobredimensionamiento del sector de la construcción, la excesiva temporalidad en el mercado de trabajo y la baja productividad de sectores como el turismo son el resultado de problemas domésticos acumulados durante los últimos 15 años.

Ahora, y a pesar de que en el momento actual, comienzos de 2010, la situación económica comienza a dar signos incipientes de recuperación, no debemos caer en el error de considerar esta crisis como otra más dentro de los periodos cíclicos de recesión de la economía española y mundial. Estamos ante un antes y un después. No encaramos una crisis puntual, sectorial o nacional.

Asistimos, por el contrario, al agotamiento del modelo de crecimiento de los últimos años y, por ello, se hace más necesario que nunca aportar ideas al debate sobre la necesidad de un profundo cambio estructural, implicando en el mismo al conjunto de la sociedad.

El informe Ideas para una nueva economía. Hacia una España más sostenible en 2025, elaborado por el departamento de Economía de la Fundación Ideas, traza la hoja de ruta que debe seguir España para, en una primera fase, recuperar la senda del crecimiento, generar empleo y restablecer el equilibrio de las cuentas públicas, y, ya a medio y largo plazo, establecer un modelo productivo que garantice la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Para alcanzar la primera es necesario mejorar la productividad, aumentar la calidad de la educación y el sistema de formación profesional, y generar un elevado volumen de empleo para niveles de cualificación medios y altos. La sostenibilidad social implica mejorar la distribución de la renta, lograr una plena cobertura del sistema de dependencia y ahondar en la conciliación de la vida familiar y laboral. Finalmente, la sostenibilidad ambiental precisa reducir las emisiones contaminantes y conseguir una mayor eficiencia en la utilización del agua, el suelo y los recursos naturales.

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El nuevo modelo productivo debe apoyarse en una estrategia de especialización productiva en aquellos sectores que ofrezcan mayores oportunidades de crecimiento sostenido. En nuestro informe detectamos diez.

Siete de ellos podríamos considerarlos nuevos, con alto potencial innovador y de desarrollo tecnológico. La Fundación Ideas señala, en una lista no cerrada, los siguientes: energías renovables, ecoindustrias, tecnologías de la información y la comunicación, biotecnología, industria aeroespacial, industrias culturales y servicios sociales.

Junto a estos siete, hay otros tres sectores clave que precisan una reorientación. Son construcción, turismo y transporte, los cuales deben afrontar una transición. Me referiré a ellos, pues, según datos del INE, recogidos por la Cámara de Comercio de Valencia en su estudio sobre la Economía de la Comunidad Valenciana (julio 2009), entre la construcción (12,3%) y los servicios (68,2%) está el 80,5% del PIB de la Comunidad Valenciana.

Con respecto a la construcción, este sector tendrá un eje fundamental en los próximos años, la rehabilitación. Esta actividad consistirá en llevar a cabo intervenciones que logren un mejor comportamiento energético, modificando las instalaciones eléctricas y de climatización, así como el abastecimiento y evacuación del agua. Nuestras previsiones menos optimistas son que en 2025, el 15% del parque actual español puede estar rehabilitado. En términos de empleo, la renovación del sector de la construcción puede crear entre 100.000 y 450.000 nuevos empleos.

En cuanto al turismo (sector que en Valencia ocupa a 142.000 personas y representa el 13,2% del PIB, según datos de la contabilidad regional 2008), entendemos que el modelo basado exclusivamente en sol y playa, fruto del crecimiento desordenado nacido en los años setenta y enfocado a segmentos de demanda masiva y precios bajos, es insostenible y no puede competir por calidad con nuevos destinos internacionales. Proponemos, por tanto, una reconversión que aporte mayor valor añadido a la actividad, haciendo posible un aumento de las pernoctaciones (la estancia media en Valencia es de 4,6 noches), una diversificación de los alojamientos (el 54% se produce en hoteles y en la costa, dejando gran potencial de crecimiento a casas rurales, albergues y comarcas interiores), reduzca la estacionalidad y aumente el gasto medio por visitante.

En cuanto al sector del transporte, para el turismo nacional (el 66% del total que recibe la Comunidad Valenciana), la llegada del AVE a Valencia capital a finales de 2010 va a suponer un antes y un después, y va a favorecer un mayor equilibrio modal, con más presencia del tren. Por mar, el camino está trazado, pues el puerto de Valencia ha experimentado en los últimos años un crecimiento espectacular, convirtiéndose en el segundo puerto de España en tráfico de mercancías (59 millones de toneladas en 2008, según Ministerio de Fomento) después de Algeciras y el primero de la costa mediterránea española, superando claramente al de Barcelona. Valencia es, sin duda, el puerto de Castilla-La Mancha, Madrid e incluso Aragón. Por último, proponemos incentivar la introducción del coche eléctrico para facilitar el movimiento interno de los millones de ciudadanos que llegan anualmente a los aeropuertos de Manises y L'Altet.

La salida de la crisis está próxima, pero ello no debe ser excusa para no acometer los cambios que demanda la economía española y valenciana. Hay que evitar que se reproduzcan los mismos problemas estructurales, frenando el agresivo consumo de los recursos naturales y, en el caso de la Comunidad Valenciana, el deterioro y la degradación de sus 518 kilómetros de litoral.

Jesús Caldera es vicepresidente de la Fundación Ideas.

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