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Entrevista:AHMAD MASADEH | Primer secretario de la Unión por el Mediterráneo

"Barcelona puede contribuir al proceso de paz en Oriente Próximo"

"El Secretariado de la Unión por el Mediterráneo es una realidad. Barcelona es otra realidad y ahora ha quedado establecida como la capital del emergente espacio euromediterráneo". Así opina Ahmad Masadeh (Amman, 1969), el hombre en cuyas manos está buena parte del futuro de la Unión por el Mediterráneo (UpM), el organismo creado en París en julio de 2008 que reúne a 43 países, los miembros de la Unión Europea y el resto de los Estados ribereños.

Como su primer secretario general, a Masadeh le corresponde poner en marcha la secretaría y crear las sinergias que den contenido a este proyecto. Barcelona obtuvo la sede de la secretaría y, desde el pasado jueves, el secretario general está instalado en la flamante sede del Palau de Pedralbes de Barcelona, que ha sido objeto de una renovación en profundidad, una parte para restaurarlo y otra para adaptarlo a sus nuevas funciones, incluido un muro de acero perimetral que garantizará la seguridad. Está encantado de haber recalado en la capital catalana. "Me considero ciudadano de Barcelona", proclama.

Masadeh aguarda ahora la llegada de seis secretarios adjuntos, nombrados por Israel, la Autoridad Palestina, Malta, Turquía, Grecia e Italia

De momento espera la llegada de los seis secretarios adjuntos, nombrados por Israel, la Autoridad Palestina, Malta, Turquía, Grecia e Italia. Se sabe ya el nombre de los dos últimos, falta que los demás países nombren a su representante, lo que deberán hacer antes del día 24 de este mes. Entonces habrá que repartirse las carteras en función de los seis grandes ámbitos estratégicos establecidos en el acta fundacional de la UpM: descontaminación del Mediterráneo; autopistas terrestres y marítimas, protección civil, energías alternativas y elaboración de un plan solar mediterráneo, creación de una red universitaria y de investigación, y desarrollo empresarial.

Como corresponde a todo lo que afecta al área mediterránea, el parto de esta secretaría ha sido arduo. Los estatutos sólo se aprobaron la tarde del pasado miércoles, justo para permitir la inauguración de la sede. Ahora falta aprobar el presupuesto. "Trabajamos en ello", asegura Masadeh, que está convencido de que la secretaría puede empezar a funcionar a mediados de abril. "Ahora necesitamos que se firme el convenio entre el secretariado y el Gobierno español por el que se reconozca la personalidad legal de la organización y se le otorguen las credenciales y las correspondientes inmunidades diplomáticas", añade.

Masadeh considera que un proyecto que arranca de cero, aunque con la experiencia previa del llamado Proceso de Barcelona, del que es continuador, tiene que plantearse distintas estrategias, a largo, medio y corto plazo. "Lo más importante es identificar los procesos, escoger los proyectos y crear los procedimientos para poder dirigirnos al sector privado y financiero, y ofrecérselos", explica. "Queremos clarificar malentendidos y ponernos a trabajar. Cada proyecto tiene su propia especificidad. Algunos necesitarán más tiempo que otros, y todos son importantes, pero ahora, al comienzo, deberemos escoger proyectos que tengan visibilidad y sean realizables a corto plazo, de modo que la UpM y el secretariado se ganen la credibilidad".

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Sobre el papel, la secretaría de la UpM es un organismo técnico, pero a nadie se le escapa su potente contenido político, empezando por el hecho de que en la sede de Pedralbes trabajarán juntos israelíes y palestinos. "Es tremendamente simbólico y muy importante ver a palestinos e israelíes trabajando bajo el mismo techo. Necesitamos empezar creando diálogo. Personalmente, como jordano tengo una visión muy directa del asunto. El conflicto ha desempeñado siempre un papel, e incluso ha provocado retrasos en la puesta en marcha del secretariado, pero ahora que ya existe creo hay que aprovechar la oportunidad y contribuir al proceso de paz".

Cree Masadeh que la UpM contribuirá también a establecer lazos multilaterales, no sólo entre el norte y el sur del Mediterráneo, sino también entre los propios países del sur, a menudo demasiado enfrascados en sus rivalidades vecinales, lo que les impide negociar como bloque. "Ésta es una de las tareas que se propone la UpM, buscar intereses comunes en la ribera sur del Mediterráneo, que vayan estableciendo lazos". De momento, sin embargo, los países del Magreb miran la UpM con una cierta distancia y Libia ni siquiera ha querido formar parte de ella. Pero el secretario general confía en que el régimen del coronel Gaddafi cambie de opinión y se puedan intensificar los contactos.

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