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Reportaje:

Vuelta a las andadas

Iván Raña abandona con pena el ciclismo y regresa al triatlón

Hace un año Iván Raña anunció, como quien cumple el sueño de su infancia, su incorporación al pelotón ciclista para correr con el Xacobeo Galicia. Hoy confirmará su regreso al triatlón, disciplina en la que se ha proclamado campeón mundial, europeo y obtuvo dos diplomas olímpicos, el último en Pekín, el primero en Sydney, cuando abrió a los ojos de los españoles a una modalidad deportiva que exije tres esfuerzos continuados en el agua, a pie y en bicicleta y que hasta entonces se movía en el anonimato.

Raña da marcha atrás sin arrepentimientos ni malas caras, pero con cierta pena. Perdía dinero, pero competir en un equipo ciclista era su sueño y le hubiera gustado darle continuidad. "Estaba dispuesto a renunciar a los Juegos Olímpicos de Londres por seguir en el ciclismo", asegura. Pero los proyectos que le plantearon no le sedujeron. "Hubiese apostado por seguir, pero dudaba del entorno del ciclismo, veo que muchos equipos aparecen y desaparecen, que tienes que caerle en gracia a un director. En algunos sentidos el ciclismo es un deporte muy cerrado y obsoleto", reflexiona. Su temporada no fue buena, pero como era previsible fue de menos a más. Siempre será una incógnita saber hasta dónde hubiera llegado. "Al principio me sentía casi como un seto, no tenía ni la velocidad ni el ritmo de los demás, además me caí en la primera carrera, estuve parado unos días y quise coger la forma muy rápido. Estaba un poco perdido, veía a los demás y pensaba que iban en moto, pero al final notas que ya te acercas a su nivel". Seguir en la búsqueda de ese límite es lo que atraía a Raña del ciclismo, también su dureza, esa épica que ahora se ha visto opacada por la sordidez del dopaje. "Me gustó sentir la tensión de ir en carrera, el estrés, la agresividad, en muchos detalles el ciclismo es como un deporte de contacto", apostilla.

Nacido en Ordes (A Coruña) hace poco más de treinta años, Raña se fue del triatlón tras ganar la última prueba de Copa del Mundo en la que participó. Fue en Kitzbühel (Austria), luego llegó a los Juegos Olímpicos de Pekín y escaló hasta la quinta plaza. Era un referencia, pero no le dolió arriesgar su carrera y comenzar como un meritorio en el ciclismo. Cree que ahora será mejor triatleta. "No sé cuales serán los resultados, pero a nivel físico he mejorado, seguro. En el pelotón miraba el pulsómetro y pensaba: voy a reventar. Pero seguía". Ahora tiene una estrategia para un ciclo olímpico que comienza con un año de retraso. Ayer rodó durante tres horas con Ezequiel Mosquera, su ex compañero en el Xacobeo, y por la tarde tenía previsto salir a correr a pie. Tiene una fisura en una costilla que aconseja esperar un poco para reforzar el entrenamiento en la pileta, pero no se frena. En enero se irá a Lanzarote para trabajar tres semanas y luego saltará entre Santiago y Madrid para preparar las primeras pruebas de la Copa del Mundo. Sabe que el aterrizaje no será sencillo. "No puedo pretender regresar y volver a hacer buenos puestos de inmediato, pero sé que puedo volver a tener el más alto nivel. A Londres llegaré en mi mejor momento", garantiza.

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