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Reportaje:

Empleados como otros cualquiera

Un tercio de los discapacitados psíquicos en edad laboral trabajan - La mayoría lo hacen en centros especiales - El reto es integrarlos en empresas ordinarias

Garbiñe, de 46 años, se separó hace dos y decidió dejar su pueblo y empezar una nueva vida en Bilbao, por lo que pidió a su empresa el traslado. "Llevo 25 años trabajando aquí y me apoyaron en todo". Aunque no es una historia habitual, tampoco parece excepcional. Lo que la convierte en el comienzo de este reportaje es que tanto Garbiñe como la empresa donde trabaja sí son especiales. Ella tiene reconocida la discapacidad intelectual y vive en un piso tutelado. La empresa es Lantegi Batuak y da empleo a 2.500 personas, en su mayoría, discapacitados psíquicos.

Como Garbiñe -que se explica sin parar de enrollar bobinas para transformadores-, unos 6.000 de los 19.000 discapacitados intelectuales vascos en edad laboral se emplean en Centros Especiales de Empleo (CEE) como el suyo, el de La Ola, en Sondika. Varios cientos más lo hacen en empresas convencionales. Aunque en los últimos años se ha avanzado en la integración laboral de este colectivo, aún queda trabajo por hacer. Los minusválidos psíquicos registran la tasa de paro más alta de entre los discapacitados, un 34%, frente a un 26,8% de las personas con discapacidad física y un 25% de las personas con discapacidad sensorial.

Gureak se ha diversificado y ofrece múltiples servicios cara al público

Son datos del último estudio elaborado por Ehlabe (la Asociación de Entidades de trabajo protegido de Euskadi) y BBVA, que destaca que de los primeros, sólo un 7% de los discapacitados trabaja en un centro ordinario, mientras el resto lo hacen en CEE.

No obstante, a primera vista, muy pocas cosas diferencian La Ola de una moderna fábrica. Este centro tiene unos 100 trabajadores y se dedica a actividades industriales. Sus empleados tienen comité de empresa con presencia de los cuatro sindicatos, trabajan 1.700 horas al año y ganan entre 9.600 y 14.500 euros.

Más allá del dinero, Txema Franco, director de Lantegi Batuak, destaca lo importante que es para la integración y la autoestima de estas personas tener un trabajo. "Realmente te parecen mucho más discapacitados cuando están fuera de la fábrica que aquí", explica ante un grupo de operarios que se afanan en el montaje de porteros automáticos para la marca Tegui. Pero el dinero también es una ayuda: FEAPS, la federación nacional de familias al cargo de discapacitados psíquicos, calcula en 33.500 euros el sobreesfuerzo económico anual de cada una de ellas.

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Como muchos otros trabajadores, un discapacitado intelectual suele comenzar su búsqueda de trabajo a través del Inem, de Lanbide o de los servicios sociales municipales. Desde aquí, le dirigen usualmente a las entidades de referencia de cada territorio en cuanto a gestión de CEE: Lantegi Batuak, en Vizcaya, Grupo Gureak, en Guipúzcoa, e Indesa, en Álava.

La primera funciona como una fundación, Gureak es una sociedad anónima sin ánimo de lucro e Indesa es pública; por lo demás, su funcionamiento es similar: cada empleado tiene un elevado grado de especialización en una tarea concreta. Se realiza un gran esfuerzo tanto en la adaptación del puesto de trabajo como en la formación. "Todas las personas con discapacidad pueden hacer una labor, si cuentan con los apoyos necesarios", asegura Franco, pero esos apoyos, reconoce, son caros. "El modelo es sostenible gracias al millar de clientes que confían en nosotros como proveedor, pero también por el apoyo público y por la aportación de las cajas de ahorros a través de su obra social", añade.

El Gobierno central, a través del Inem, subvenciona la mitad del salario mínimo interprofesional de los trabajadores con discapacidad. En el caso de Lantegi Batuak, esto supone unos 4 millones de euros al año. La Diputación de Vizcaya aporta otros 5,6 millones y el Gobierno vasco, 200.000 euros, en su programa para la inserción de estos trabajadores en entornos ordinarios. La facturación de la compañía fue de 54 millones en 2008, aunque este año se espera un 40% menos. La crisis se nota también aquí.

Mariano Cortés, director de Empleo y formación, destaca que Euskadi, junto con Cataluña, Navarra y Andalucía, tiene uno de los mayores porcentajes de discapacitados psíquicos empleados en CEE, y sitúa el reto en conseguir que éstos lleguen a las empresas ordinarias. El Gobierno ha presupuestado para este año 336.757 euros para el citado programa de inserción. Paga el periodo de formación y subvenciona el contrato inicial de 18 meses en la empresa. Durante los cinco años que lleva en marcha se han acogido a él 308 trabajadores. "La mayoría han terminado quedándose", destaca Cortés.

Para Iñaki Alkorta, presidente de Gureak, un gran paso adelante para la normalización de este colectivo es trabajar cara al público y no sólo en el interior de una fábrica. El Grupo Gureak, que tiene unos 4.000 trabajadores -"incluyendo los 649 que no tenemos reconocida la discapacidad intelectual", como le gusta decir a Alkorta-, surgió en 1975 del impulso de varias entidades de padres que después recabaron el apoyo de Diputación y ONCE. En un principio su base era también la subcontratación industrial pero, en los últimos años, se ha ido orientando a servicios de cara al público.

La mitad de los trabajadores de Gureak siguen en actividades industriales, como por ejemplo el montaje de faros de automóvil para Valeo. La otra mitad se emplean en la constelación de empresas de servicio que ha ido creando Gureak, como las siete estaciones de servicio GureGas -un proyecto en colaboración con Repsol que emplea a 104 personas-, EgunOn entrega a domicilio, Gureak Ostalaritza, dedicada a la restauración y otras divisiones de jardinería o limpieza...

El programa Lan que desarrolla la Fundación Síndrome de Down de Euskadi tiene una filosofía parecida. Promueve la inserción laboral en empresas ordinarias. Unos 25 jóvenes trabajan en una decena de empresas, donde, según coinciden sus responsables, son uno más: "Unos empleados como otros cualquiera".

Los discapacitados también esperan la transferencia

En Euskadi hay más de 59.000 discapacitados en edad de trabajar, según consta en el último informe de Ehlabe y BBVA. Casi la mitad de ellos son activos laboralmente, pero sólo 20.000 trabajan, es decir: el paro supera el 30%. Muy pocas empresas y organismos públicos cumplen con la tasa mínima de un 2% de personas con discapacidad entre su plantilla que marca la Ley de Integración Social de Minusválidos. Elhabe, que habla de "laxitud" por parte de los poderes públicos, destaca que en el caso de administración vasca, sólo Osakidetza cumple con esa tasa, siendo el promedio un 1,25%.

El director de Empleo y Formación, Mariano Cortés, anuncia que uno de los objetivos del Gobierno vasco cuando se reciba la transferencia de las políticas activas de empleo será redoblar la vigilancia, que ahora compete a la Inspección de Trabajo, para hacer que este mínimo legal se cumpla. "También se reservará un porcentaje en todas las contrataciones de la Administración pública para los discapacitados", añade.

Centros de empleo especial (CEE)

VIZCAYA

- Lantegi Batuak

- Número de centros: 21

- Trabajadores: 2.500, (1.750 discapacitados psíquicos).

- Clientes: 1.000

- Facturación: 54 millones.

- Programa de inserción de trabajadores en empleo ordinario en colaboración con el Gobierno vasco: 115 trabajadores vinculados a esta fundación trabajan en empresas como Eroski, Carrefour, bollos Bilbao, conservas Salika (Bermeo) o en la jardinería del BEC.

- Taller Usoa

- Ranzari

GUIPÚZCOA

- - Número de centros: 15- Trabajadores: 4.000 (2.160 discapacitados psíquicos)Facturación: 73 millones. - Katea-Legaia

ÁLAVA

- Indesa- Número de centros: 9- Trabajadores: 570- Clientes: 145- Facturación: 6 millones

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