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Paco Ibáñez celebra con nostalgia los 40 años de su debut en París

Antonio Jiménez Barca

Terminó el concierto y unos cuantos invitados elegidos se reunieron en una sala para celebrar que Paco Ibáñez acababa de llenar, en París, el teatro del Châtelet, en un concierto especial en el que la nostalgia jugó a ponerle la zancadilla: hacía 40 años, en 1969, también en París, el cantante, entonces con 35 años, actuó en La Sorbona y meses después en el Olympia, en dos recitales convertidos después en símbolos puros de resistencia contra el franquismo.

El jueves, el cantante, con la camisa y el pantalón negro de siempre, ofreció entre muchas otras las canciones de toda la vida (A galopar, Palabras para Julia...). También comentó que está en contra de la colonización de la lengua inglesa y terminó, emocionado, alterando el final del famoso poema de Gabriel Celaya La poesía es un arma cargada de futuro: "Seguimos tocando fondo".

El cantautor recordó sus recitales de 1969 en la Sorbona y en la sala Olympia

Después de varios bises y de recibir un interminable aplauso, acudió a la fiesta que le habían preparado los amigos: se refirió a algún fallo de sonido y continuó riendo de su vieja manía al inglés. También allí la nostalgia seguía haciendo trampas: en una esquina esperaba a Paco Ibáñez una mujer de unos 60 años llamada Catherine Godon. En 1969, esa misma mujer, entonces una estudiante de primero de universidad, organizó el mítico concierto de La Sorbona. "Yo había estado en España hacía meses y había ido a un concierto clandestino de Paco. Luego, ya en París, un día que fui a comprar queso para mi madre me lo encontré en la calle. ¡Yo no sabía que vivía en París¡ Tomamos un café de más de cuatro horas, nos hicimos amigos, y le dije que si le apetecía tocar en la universidad. Ya ve: locuras de juventud. Me dijo que sí, y una amiga y yo organizamos todo: salió tan bien que no había sitio en la sala que preparamos, y al final tocó en la calle. Fue algo único, verdaderamente emocionante. Desde entonces se convirtió en la voz libre de España. Después, pues ya se sabe, la vida... No le había visto desde entonces, hace más de 40 años. Yo sabía quién era él, pero él no me ha reconocido. Ya ve: la juventud...".

Mientras esta mujer hablaba, Paco Ibáñez saludaba de uno en uno a los amigos que le felicitaban por el concierto: en un rincón le aguardaba un anciano de más de 80 años vestido con una chaqueta de punto: era Pierre Onteniente, el secretario personal y amigo de toda la vida de George Brassens. Ambos se conocieron en un campo de trabajos forzados alemán, durante la guerra. Después, el no tan agotado Paco Ibáñez se arrancó con un aire flamenco. Los asistentes a la fiesta le rodearon y le jalearon. La señora Godon (la Catherine de hacía 40 años) miraba y se reía desde una esquina: "¿Qué cual es la diferencia entre un concierto y otro? Pues mire: que entonces cantó menos canciones de amor. Éramos más jóvenes...".

Paco Ibáñez en el Châtelet de París.
Paco Ibáñez en el Châtelet de París.EFE

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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