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Botella justifica en una directiva la supresión de medidores de polución

El cambio de ubicación de las estaciones hace perder las series históricas

Jesús Sérvulo González

Ana Botella, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, considera que "hay que ser felices y optimistas". No hay que ser "catastrofistas" cuando se habla de contaminación, pues la polución en Madrid "no es un problema", repite una y otra vez en las comisiones municipales del área que dirige cuando se le cuestiona sobre el asunto. Su entusiasmo responde al profundo maquillaje al que va a someter los registros de la red de medición de la calidad del aire.

Botella pretende eliminar 19 de las 27 estaciones que en la actualidad miden en la capital la polución del tráfico, la más perjudicial para la salud y que representa más del 76% de la contaminación que tiñe el cielo de la ciudad de un color parduzco. La edil popular pretende sustituirlas por otras que midan otros contaminantes como el ozono, o las micropartículas en suspensión (de menos de 2,5 microgramos por centímetro cúbico) y las colocará en lugares diferentes a los actuales.

"Buscan 'maquillar' y rebajar los niveles de contaminación", lamenta el PSOE

Entre las estaciones que pretende fulminar están las que registran más contaminación, como las ubicadas en Luca de Tena o Recoletos. La justificación que aporta: la ley obliga. "Se hace para adaptarse a la directiva europea", aseguraba Botella el pasado miércoles en su despacho del paseo de Recoletos, rodeada de papeles. Tan sólo a unos metros de la zona más contaminada de la ciudad, según datos municipales.

La reforma de la red de medición supone retirar las estaciones del paseo de Recoletos, glorieta de Carlos V, Luca de Tena, paseo de Extremadura, plaza del Doctor Marañón, Marqués de Salamanca, Manuel Becerra, General Ricardos, Isaac Peral, Alcalá, paseo de los Pontones, plaza de Castilla, Villaverde, Santa Eugenia y la situada en la urbanización Embajada, en Barajas.

Se sustituirán por otras situadas en la periferia, en zonas poco urbanizadas y arboladas como el barrio de Tres Olivos, la plaza del Amanecer en Méndez Álvaro, El Pardo, Faunia, parque de Juan Carlos I, PAU de Vallecas, Retiro, PAU de Sanchinarro, Villaverde, cerca de la Junta Municipal de Moratalaz y en el centro cultural Alfredo Krauss en Fuencarral.

El problema de eliminar y reordenar puntos de medición es que se pierden datos históricos. No se podrán hacer comparaciones con registros de otros años y, por tanto, no se podrá valorar la evolución de la contaminación. "La red actual es obsoleta con las normas actuales y con la configuración de la ciudad", reconoce la concejal. "¿Qué sentido tiene recoger datos en Recoletos cuanto esté terminada la reforma del eje del Prado, que reduce el tráfico drásticamente?", cuestiona Botella.

La oposición no la ve con tan buenos ojos. "Con la excusa de adaptarse a la directiva intenta 'maquillar' y rebajar los niveles de contaminación atmosférica", critica el edil socialista Pedro Santín. "La receta es simple: no medirlos, manipularlos o situar las estaciones de medición de gases en lugares arbolados".

El proyecto está expuesto a información pública para que los ciudadanos presenten alegaciones. Previsiblemente las nuevas estaciones estarán listas después de verano. Ecologistas en Acción considera que el sistema cambia la situación radicalmente. "Se rompen las series históricas", explica Juan García, de la asociación ecologista. "Pero equilibra más los contaminantes. Ahora habrá más registros de superación de ozono troposférico y una bajada considerable de partículas en suspensión", estima García, que no se atreve a darle un suspenso al nuevo plan municipal. Santín considera en cambio que "en vez de adoptar medidas para reducir los contaminantes, se esconden los datos y se suprimen las estaciones que los miden. Es la política del avestruz", sostiene.

El director general de Calidad del Aire, Manuel Tuero, explica que con el nuevo sistema se divide la ciudad en seis áreas y en cada una se medirá cada contaminante (dióxido de carbono, ozono y partículas). El plan equilibra las estaciones que miden los contaminantes del tráfico -hasta ahora eran mayoría- y las que valoran aquellos que afectan al fondo urbano -las no relacionadas con el tráfico o la industria directamente pero sí afectadas por el régimen de vientos que influye en la contaminación-. "Se diferencia el grado de exposición", precisa Tuero. Lo que el Ayuntamiento hace es alejar las estaciones de los tubos de escape y acercarlas a los parques. Seguro que así el cielo de Madrid se aclara.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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