Profeta en su tierra
El legado de Guerrero ha dinamizado la vida artística local, asegura Yolanda Romero, directora del Museo José Guerrero en Granada. Y el centro ha contribuido a revalorizar su obra. Las 60 piezas, valoradas hace 10 años en 2,65 millones de euros, están tasadas hoy en 6,76 millones de euros.
Guerrero (Granada, 1914-Barcelona, 1991), un expresionista abstracto formado en EE UU, no es el más famoso de los artistas de su generación, pero hay obra suya en los museos Guggenheim de Nueva York y Reina Sofía de Madrid, y su producción, más de 1.300 obras -incluyéndolo todo- catalogadas por el propio museo granadino, le han dado reconocimiento internacional.
"Entre los jóvenes de Granada siempre contó con muchas simpatías", dice la directora del centro. Guerrero fue un pintor entregado a su obra que superó las dificultades de un origen humilde. Estudió en Madrid, París, Roma y, finalmente, se instaló en Nueva York en los años cincuenta, de la mano de la mujer que fue esencial en su vida personal y artística, su esposa Roxane Whittier Pollock, periodista estadounidense.
Guerrero se nacionalizó americano en 1953, y conoció personalmente a algunos de los grandes pintores abstractos de la vanguardia americana, como Jackson Pollock y Mark Rothko, en un momento clave, cuando París entregaba el testigo como capital del arte a Nueva York.
Guerrero, que regresó periódicamente a España a partir de los años sesenta, supo ser profeta en su patria desde la primera exposición de su obra que se organizó en Granada, en 1976. Los jóvenes artistas se sintieron atraídos de inmediato por un pintor que llegaba perfumado con las esencias de la vanguardia internacional.
