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Los pescadores critican el futuro gasoducto de Dénia

El ayuntamiento habla de graves perjuicios ecológicos

Las obras faraónicas para la construcción del gasoducto entre Dénia y las Islas Baleares pueden acarrear graves consecuencias medioambientales y económicas tanto en la costa como en el mar. El Ayuntamiento de Dénia ya ha amenazado con paralizar las actuaciones si la empresa que está realizando las obras, Enagás, no ofrece garantías de que procederá a la restauración paisajística del litoral afectado junto al río Racons, de notable valor ecológico y en la actualidad tomado por maquinaria pesada de grandes dimensiones y barcos de dragado. Por su parte, las cofradías de pescadores de la zona han rechazado el sistema que les ha ofrecido la citada mercantil para evitar que sus redes no acaben destrozadas por las conducciones del gas cuando estén faenando en alta mar, con los consiguientes perjuicios económicos que ello supondría.

El Ayuntamiento amenaza con parar las obras si no hay más garantías
Desacuerdo sobre cómo evitar que las conducciones rompan las redes

Sometida durante las últimas décadas a los efectivos negativos de la fuerte presión urbanística, la costa de Dénia también tuvo que soportar durante 2008 polémicos proyectos de regeneración en cuatro de sus playas que se realizaron con arena de mala calidad o incluso con hormigón, y que alteraron para siempre su fisonomía original. Ahora, el Consistorio no quiere que la historia se repita con el gasoducto en otra zona del litoral.

Por este motivo, la pasada semana la concejalía de Medio Ambiente ya exigió a Enagás un proyecto de restauración ambiental de la ribera del río Racons y de recuperación de una de las últimas zonas de dunas que quedan en el municipio de La Marina Alta. También pretende saber dónde han ido a parar los 130.000 metros cúbicos de arena dragada de los fondos marinos, ante el temor de que se hayan depositado en otras zonas del litoral valenciano.

La primera señal de alarma sobre esta cuestión se encendió el pasado mes de enero, después de que los vecinos de la playa de Les Deveses advirtieran de que la empresa que realiza los trabajos de conexión del gasoducto estaba procediendo a la retirada de gran cantidad de arena en camiones. Entonces, Enagás ya aportó documentación sobre sus proyectos para recuperar la zona, pero sus planos estaban completamente ilegibles según añadieron fuentes de la concejalía de Medio Ambiente. La empresa también asegura que la arena de las dunas se encuentra en el mismo lugar de la obra y que incluso se ha procedido a su limpieza.

El proyecto del gasoducto fue aprobado por un Consejo de Ministros a finales de 2003 y ya desde esa fecha las cofradías de pescadores de Dénia, Xàbia y Gandia temieron los efectos del mismo en el Canal de Ibiza, por cuyos caladeros de gamba faenan unas cincuenta embarcaciones. El sector pesquero confiaba en un acuerdo por el que Enagás facilitaría a las barcas una tecnología electrónica que les permitiría salvar sus redes de enganches con las conducciones del gasoducto, preservando así sus capturas. Sin embargo, los pescadores alertan de que el sistema elegido por la compañía no ofrece garantías de eficacia a las embarcaciones, según señaló el presidente de la Cofradía de Xàbia, Moisés Erades, quien aludió a una tecnología superior de origen noruego que ya funciona con éxito en otros caladeros europeos.

Esta cuestión no es baladí, porque mientras no se implante una tecnología adecuada en las barcas deberá ser la compañía la que aporte a los pescadores en concepto de lucro cesante un tercio de la producción diaria mientras estén en marcha las obras del gasoducto, que debe comenzar a funcionar este verano. Su tramo submarino, con una longitud total de 268 kilómetros, ha supuesto una inversión de 360 millones de euros para llevar el gas hasta Ibiza y Mallorca. Además, existe otro tramo terrestre de la infraestructura entre Dénia y Montesa.

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