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JAMES MORYS MUIR | Presidente de Seat | Carreras & Capital humano | nombres propios

La emoción del 'zoom zoom'

Aunque con efectos prácticos a partir de septiembre, acaba de asumir la presidencia de Seat el hasta ahora máximo responsable en Europa de la marca japonesa Mazda -participada por Ford-. Podría tratarse de un simple relevo por el deseo de dejar el cargo el actual presidente, Schmitt, de 63 años, pero hay varias circunstancias que dan un valor especial a esta sustitución.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que, durante el último decenio, esta marca de origen español, filial del Grupo Volkswagen, ha cambiado de presidente más veces que todos los fabricantes instalados en España juntos.

Se han pasado los últimos años buscando una identidad que parece haber encontrado finalmente con el "toque deportivo" y la emoción que propone su eslogan publicitario.

Un toque del que se mostraba orgulloso hace poco más de dos años en este periódico James Morys Muir, pletórico por entonces del resultado de su campaña Zoom Zoom, con la que habían conseguido dar un vuelco a la situación de Mazda.

"Es el eslogan más reconocido de todas las marcas europeas", señalaba, tras asumir que en la década de los noventa se habían perdido porque intentaron "ser de todo en todo el mundo", y se quedaron sin dinero.

Deja la filial europea de Mazda en buena posición y se incorpora a una firma con el respaldo del mayor grupo automovilístico europeo, aunque haya sido la única con resultados negativos en 2008.

El perfil de este paisano de los Beatles, aunque por su juventud, -50 años- no pudiera escucharlos en la Caverna de su Liverpool natal, es netamente comercial. Un gran experto en ventas, que es precisamente lo que necesita Seat. "No fallan los productos, falla el mercado", señalaba esta semana el gran jefe Martin Winterkorn.

Llega en pleno lanzamiento del Exeo, el modelo más alto de la gama Seat, un ejemplo de la colaboración del grupo, que debería quitar el mal sabor de boca que ha dejado el Toledo. Y no estaría de más que en la sede central de Wolfsburg decidieran también respaldarle de forma industrial con la fabricación en Martorell del Q3, el pequeño todoterreno de Audi.

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