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El teatro resiste la crisis, pero...

El teatro parece resistir hasta ahora los embates de la crisis económica, pero la situación no está para lanzar cohetes. Si bien se mantiene el número de espectadores, la escena se juega su buena salud en una partida difícil: la captación de nuevos públicos.

Así, tanto directores de teatro como gestores culturales coinciden en la importancia de seducir a dos sectores de la población que no suelen frecuentar salas teatrales y auditorios: los inmigrantes y, sobre todo, los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años. "En la actualidad, la batalla es conseguir público joven. Eso es lo que todos perseguimos", señaló ayer Frederic Roda, director del Teatre de Ponent (Granollers), en un debate organizado en la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona para analizar el impacto de la crisis en el consumo de teatro.

Pero el desapego de los benjamines no es el único motivo de preocupación en un ámbito que tampoco está totalmente a salvo de los daños colaterales de la crisis. "Posiblemente no nos veremos afectados en el número de espectadores, pero sí en el contenido de nuestras programaciones", afirmó Carles Molinet, director del Teatre de Palma.

Los motivos de esa inquietud, tal como explicó Salvador Sunyer, director del Festival Temporada Alta (Girona), son dos fenómenos recurrentes en épocas de estrechez económica: el recorte de los presupuestos que las administraciones dedican a la cultura y la caída del patrocinio por parte de las empresas privadas, un mecenazgo que en cualquier caso no es tan habitual en España como en otros países.

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