Acentos locales

Para celebrar los 20 años de su conjunto, Ullate y Lao han compuesto un programa que extracta coreografías propias, lo que limita en gran medida hacerse una idea de la trayectoria real del conjunto. Fue demasiado largo y repetitivo, con algunos momentos corales muy conseguidos y un final emotivo, pero en general, no puede decirse que fuera una noche redonda. De entrada, era una velada muy bejartiana, lo que se palpa en las obras de Ullate como su influencia principal; entre los errores de la presentación está la escenografía, errática y narcisista, pretenciosa y sin tener en cuenta a los bailarines. Las luces, fueron quejumbrosas y pobres.

La compañía, de formato medio, está bien entrenada, y los artistas poseen físicos elocuentes. No puede hablarse en absoluto de ballet clásico: se trata de ballet contemporáneo en toda regla y donde se verifica la idea de Ullate de buscar distintivos estilísticos, acentos particulares españolizantes. El final, ciertamente tópico, tuvo sentido. El joven discípulo, encarnado por un delicioso y prometedor Josué Ullate, al que ya el maestro ha sabido insuflar nervio y presencia, aparece brevemente de la mano del mentor a tiempo de vals.