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Más dinero público para el complejo de Bofill en Sant Just

Las instituciones gastarán 3,4 millones de euros para reformar el Walden 7

En Sant Just Desvern (Baix Llobregat) se levanta una de las joyas arquitectónicas más polémicas de Cataluña: el Walden 7, una monumental construcción de 446 viviendas del arquitecto Ricardo Bofill. Inaugurado en 1975, el edificio sufrió en sus primeros años de vida un reguero de problemas, que concluyeron en 1993 con la rehabilitación de la fachada. La reforma duró dos años. Pese al apaño, los años no pasan en balde para el Walden 7, que ahora requiere una segunda rehabilitación para adecentar unas instalaciones en las que viven 1.000 personas. El Ministerio de Vivienda, la Generalitat y el Ayuntamiento de Sant Just han firmado un convenio y pagarán 3,4 millones de euros para rehabilitar el edificio, catalogado como Bien Cultural de Interés Local (Becil).

"Los edificios tienen una duración de 30 años", alega el arquitecto

Las tres instituciones ya financiaron totalmente la primera restauración para sacar las baldosas de las fachadas. El coste fue de 3,6 millones. El edificio ha cumplido las tres décadas y los problemas han reaparecido: las baldosas, las únicas que se salvaron en la primera rehabilitación, han empezado a desprenderse, y la estructura presenta problemas en los bajantes de aguas y en 30 escaleras interiores. Las tres administraciones se han implicado en esta segunda rehabilitación: el Ministerio invertirá 2,7 millones; la Generalitat desembolsará 535.000 euros y el Ayuntamiento, 250.000 euros.

"La cifra es elevada debido a la cantidad de personas que viven en él", explica el alcalde de Sant Just, Josep Perpinyà. El resto del importe, que asciende a unos seis millones, irá a cargo de los vecinos. "Es un edificio peculiar, como un pueblo, y eso es lo que prima", opina el presidente de la junta de propietarios, Pere-Joan Daniel. La peculiaridad de la obra, coinciden todos, justifica la inversión: "Tiene un valor arquitectónico importantísimo, se debe apoyar económicamente", zanja Fernando Marzá, arquitecto e inquilino del Walden durante 15 años.

El Walden 7 nació como un proyecto de viviendas sociales que Bofill planeó junto a su Taller de Arquitectura. Bofill escogió un solar de 45.000 metros cuadrados en Sant Just Desvern para diseñar viviendas sociales a un precio ligeramente inferior a los bloques de viviendas de Bellvitge en L'Hospitalet. "Es más complicado construir una vivienda social bien acabada que un rascacielos de 400 metros", dice Bofill. "Fue un intento de romper con las viviendas sociales del franquismo, un edificio para otro tipo de sociedad más avanzada".

La filosofía del Walden 7 atrajo a una mayoría de jóvenes profesionales liberales que conectaban con la idea de espacios comunes en el exterior de la vivienda. Pero en pocos meses se pasó de la ilusión a la frustración: las baldosas de la fachada, pegadas con un producto defectuoso, empezaron a desprenderse peligrosamente a la calle, lo que obligó a cubrir el edificio con mallas verdes. A la ruina física se le sumó la económica: la constructora CEEX 3, promotora del edificio, se declaró en quiebra en 1984. El empuje de los propietarios y del Ayuntamiento evitaron el derribo y concluyeron con una primera rehabilitación, pagada por fondos públicos. "Los problemas del inicio responden a la finalización de un proyecto muy complejo. Medimos mal las posibilidades de construirlo con la realidad", recuerda Bofill, que afirma respecto a esta nueva reforma: "Los edificios tienen una duración de 30 años; pasado ese tiempo, es necesario repararlos".

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Un aspecto de la fachada del Walden 7. Abajo, detalle de las múltiples baldosas desprendidas de la fachada y que requieren reparación.
Un aspecto de la fachada del Walden 7. Abajo, detalle de las múltiples baldosas desprendidas de la fachada y que requieren reparación.CARLES RIBAS

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