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Reportaje:

"Galicia no está mejor preparada para la crisis"

El consejero delegado del grupo Copo explica sus recetas para la automoción

María Fernández

Con 55 años cumplidos hoy mismo, Francisco Anguera es uno de los ejecutivos más valorados en su sector, el de la industria de componentes para la automoción, y de los pocos que se atreve a hablar con sinceridad de la crisis.

A los 25 ya era director general de una constructora, que dejó a principios de los años 80 para iniciar su carrera profesional en el grupo Valeo. Entre 1994 y 2005, este ingeniero industrial y MBA ocupó la máxima responsabilidad en Benteler para después incorporarse a Copo, una empresa de raíces gallegas en serias dificultades con una abultadísima deuda de 75 millones de euros. No es capaz de definirse mas que como un hombre "generalista y sintético", pero la valoración que hace de la situación del automóvil y de la economía ofrece muchas claves.

"Si bajan los pedidos a la mitad no podemos echar a media plantilla"
"Nadie sabe cuándo acabará la crisis, pero tenemos oportunidades"
"Piere Ianni nos dice que reducir costes es posible. Él lo está haciendo"

"En marzo de 2007 tuve la sensación de que todo iba a cambiar. Di la orden de vender los activos, de acelerar al máximo las operaciones... Sin tener realmente la necesidad, busqué financiación a corto plazo porque intuía que más tarde iba a ser difícil conseguir liquidez". Y acertó. PSA alcanzó ese año su récord absoluto de producción en la planta de Vigo: 547.000 unidades, lo nunca visto. La industria de componentes no veía una racha tan buena en décadas. El ciclo de bonanza duraba ya 15 años "y había que ponerse a trabajar pensando en lo siguiente".

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Ahora no se atreve a hacer valoraciones sobre quién, entre sus competidores, podrá salir airoso y quién se pegará la bofetada, pero sí recomienda algunas medidas en el medio plazo: "En primer lugar, cualquier empresa necesita hacer una correcta gestión de la liquidez. Es importante tener músculo financiero en esta época. En segundo lugar, hay que apostar por la I+D+i. En la innovación está la clave de muchas cosas". Pero innovar, concepto todavía abstracto para muchos, no se puede hacer de la noche a la mañana.

Su grupo tiene un centro tecnológico propio para desarrollar nuevos productos. Están trabajando en biopolioles aplicados a asientos, que utilizan la soja [Copo fabrica espumas para rellenos de asientos, alfombras y tapizados]. También mantienen planes con otros socios en una nueva gama de reposacabezas. Quieren que la Xunta les pague parte de la factura, para lo que han presentado un programa a la consellería de Innovación con una inversión para nuevos desarrollos de 6,4 millones en cuatro años. No es lo único que le piden al sector público: "Hemos solicitado ayudas a la financiación del circulante para empresas de nuestro tamaño. Creo que la Consellería de Economía se está esforzando en actuar".

Anguera también se sienta una vez al mes en el consejo del Centro Tecnológico de la Automoción, impulsado por Javier Riera, anterior director de PSA Peugeot Citroën en Vigo. La aspiración de este centro cuando nació era ser el referente español en la I+D del automóvil. Por cómo habla Anguera, todavía está muy lejos de conseguirlo: "Estamos reflexionando muchísimo [sobre el CTAG]. Esta etapa va a servir para replantear algunas cosas. Con esto no quiero dar ningún titular. No estoy hablando de un cambio de rumbo ni nada por el estilo".

¿Y para qué tanta investigación, cuando otros países llevan la delantera? "Para dar el salto. No podemos quedarnos sentados y decir: 'Como bajan a la mitad los pedidos, echamos a mitad de la plantilla a la calle'. Eso no puede ser". Aunque eso es lo que se temen los sindicatos gallegos, que ya han alertado de que, en la recta final de este año, 1.500 operarios temporales terminarán engrosando las listas del paro. Anguera asiente y dice que "quien más y quien menos, se verá apretado por la situación", pero descarta traumas en su casa: "En Copo no nos planteamos ningún Expediente de Regulación de Empleo (ERE) ni este año ni el próximo, pero está claro que las empresas dejarán de necesitar tantos temporales".

Cuándo va a terminar la crisis, "nadie lo sabe". Y él tampoco parece fiarse de las previsiones de pedidos que sus clientes le están pasando para el año que viene: "Estamos haciendo nuestra propia planificación teniendo en cuenta que trabajaremos por debajo de lo que nos dicen esos pedidos. Con esto quiero decir que pensamos que la crisis empeorará, y no queremos tener que actuar cuando ya todo esté sobre la mesa". Por cómo lo cuenta, parece que es más una labor de adivinos: "Te encuentras con la necesidad de hacer un plan a cuatro años y sabes que lo estás haciendo mal, porque estás trasladando al futuro la realidad que intuyes para el año 2009. En mi caso soy bastante pesimista porque ¡vaya usted a saber qué influencia tendrán las decisiones que se están cociendo a nivel europeo y a nivel estatal!"

En su opinión, Galicia no está, como se dice, mejor preparada que otras comunidades para afrontar lo que se avecina: "No lo está en absoluto. Esta situación nos afecta a todos, y aquí no somos una isla". Pero sí cree que se pueden obtener lecciones positivas: "Hay que tener en cuenta que la industria de automoción en esta comunidad es básicamente subcontratista. La oportunidad que hay ahora es, en buena medida, dejar de ser lo que somos y pasar a convertirnos en proveedores de soluciones al cliente final". Si se le replica con que "otras regiones habrán pensado lo mismo", sonríe y dice que "no tantas".

En todo caso, no es tan optimista como para pensar que Galicia dejará de repente de ser un centro de ensamblaje de automóviles. Descarta, por ejemplo, la idea de que se pueda instalar aquí una fábrica de motores porque "es algo muy especializado, enormemente automatizado y me extrañaría que se consiguiese seducir a alguien que haga motores".

"Aquí hay una serie de oportunidades que podríamos considerar muy poco ambiciosas, que tienen que ver con la atracción de proveedores de segundo y tercer nivel. En el estudio de la cadena de valor de Galicia que hemos realizado desde el Centro Tecnológico [y que identifica qué es lo que falta en la órbita del fabricante francés] nos encontramos con esas posibilidades. Si lo logramos, aparte de crear empleo estaremos ayudando a que bajen los costes de producción".

Del debate sobre los costes se habla insistentemente en Vigo desde que Piere Ianni se hizo con las riendas de Citroën. En París, la orden que recibieron todas las plantas de la multinacional fue, hace dos años, la de reducir un 10% el precio de fabricación de los coches cada ejercicio. Y sin bajar la calidad. Algo que parecía imposible teniendo en cuenta que los salarios no daban ese margen. Ahora, el fabricante ha subido el listón y ha exigido más recortes internos en 2009. "Lo que está haciendo Ianni es cuestionarlo todo. Está diciéndonos: 'Nosotros podemos, así que vosotros también podéis'. Quiere trasladar esa cultura a las auxiliares". En Vigo, Copo recibe pedidos de PSA por valor de 60 millones al año. En otras fábricas del grupo, distribuidas en varios países, Volskwagen, Mercedes, Seat y Renault están haciendo lo mismo.

Si esto implica tomar decisiones drásticas, Anguera parece estar preparado por lo que cuenta de su gestión. Cuando llegó a la multinacional gallega tuvo que cortar por lo sano y eliminar "los activos no productivos". Durante los últimos tiempos ha vendido naves y terrenos para acortar la deuda, que este año se verá reducida a los 25 millones. En 2005 las once filiales del grupo tenían cerca de 2.000 trabajadores. Ahora la plantilla es de 1.450, y un tercio trabaja en Galicia. Con la que está cayendo, han congelado sus planes de ampliación de fábricas y las posibles instalaciones en países low cost. "Incluso nos hemos separado de algunos socios" añade. Fue el caso de la empresa Michel Thierry, con la que Copo trabajaba en el área de tejidos de automoción. Se empeñó en el divorcio porque no quería lastres. "Queremos ser dueños de nuestro destino, no depender de nadie ni tener intermediarios". La receta podrían aplicársela algunas auxiliares. Ahora habrá que ver si sus ideas prenden en una comunidad acostumbrada a hacer los experimentos con gaseosa.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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