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LA CALLE | Rutas
Columna
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La senda de los payeses

La alta montaña se ilumina en verano. Sus valles y lagos son un regalo irrechazable, y sus colores, una obra de arte. En el Pirineo se pueden encontrar viejos caminos que antiguamente eran vías de comunicación estratégicas entre los pueblos de la zona. En estos tiempos modernos, con la aparición de las carreteras, los desplazamientos han perdido el encanto de antaño. Por este motivo, por el estrés de los habitantes de las grandes urbes ruidosas, una terapia es volver a recorrer aquellas viejas rutas para recuperar la esencia de la tradición de caminante -aunque algunas tradiciones conservadoras están para romperlas- y rememorar el modus vivendi de nuestros antepasados. La comarca del Pallars Sobirà es uno de los mejores lugares para descubrir estos caminos y aventurarse en un mundo donde el pasado hace acto de presencia a cada cruce del camino.

Iglesias románicas, macizas casas características de la alta montaña e, incluso, un pueblo abandonado, son algunas de las sorpresas más destacables que nos ofrece la ruta de esta semana. Los paisajes son también los protagonistas de un itinerario que acerca al caminante al Vall d'Àneu: una tierra que conserva su encanto natural, a pesar de ser la puerta de entrada de estaciones de esquí. Otro detalle. El agua, como en todo el territorio del Pirineo, es uno de los elementos naturales básicos. El río Noguera Pallaresa, que acompañará al caminante durante toda la excursión, es uno de los ríos europeos más bravos y supone una cita obligada para los amantes de la pesca -controlada- y de los deportes de aventura como el rafting.

La ruta se inicia en la Guingueta d'Àneu, uno de los mayores pueblos del valle. Una pista asfaltada lleva al caminante hasta el pantano de la Torrassa. Unos prados orientan al excursionista para seguir el camino bien señalizado. Sin dejar el río, se pasa por Escalarre, se asciende al pequeño pueblo de Burg y se continúa con las citas de Llavorre y Dorve, pueblos olvidados por la contaminación de los tiempos modernos y tecnológicos, hasta llegar de nuevo a la Guingueta.

Toda la ruta se desarrolla por caminos de herradura. El verano es la estación ideal para conocer el territorio y su historia, porque en invierno, la presencia de nieve complica el recorrido por la pérdida de orientación.

Observaciones: El camino es impracticable en bicicleta y en todos los pueblos hay fuentes.

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